Discurren los días, los años, sobre su cansado cuerpo. La nostalgia, envuelve el recuerdo de tiempos pasados, dice que “recordar es vivir”, pero para él, es una muerte lenta.
Vehementemente, trabajo con
ahínco, esa necesidad de ser alguien respetable en la vida, lo llevo a excesos
innecesarios.
Claro que obtuvo prestigio y
dinero, se codeó con la crema y nata de su profesión, disfruto de viajes,
mujeres y amigos, estuvo en los cuernos de la luna, todo parecía marchar
perfectamente.
Precisamente, ese éxito tan
largamente anhelado, lo convirtió en el anciano más olvidado.
En un acto de arrogancia,
maltrato a sus subordinados, los cuales inconformes lo denunciaron, ahí empezó
la decadencia, los amigos brillaron por su ausencia, las puertas que siempre
estaban abiertas, se cerraron.
En sus últimos años de madurez,
intento regresar con su familia, pensando que los recibirían como a Odiseo, rey
de Ítaca, pero su esposa, no era Penélope que afanosa tejía y destejía en
espera de su amado esposo, ni sus hijos eran eternos niños. Ellos, habían
sobrevivido con las dádivas que les enviaba y su esfuerzo conjunto, lo mejor
que habían podido.
En un principio y de forma
descarada, reclamo su lugar en el seno familiar, fue rechazo rotundamente, al
ver tal situación inmerecida, hizo uso de la violencia, en su fuero interno se
sentía con derecho.
Ni suplicas ni amenazas, le
abrieron las puertas del hogar perdido, amargado y con el despecho carcomiéndole
las entrañas, se alejó.
El ilustre personaje, sobrevivió
con humildes trabajos que antes despreciaba, con el correr del tiempo, encontró
a una ilusa joven que pensaba la sacaría de pobre, al darse cuenta de la realidad,
ella lo dejó.
Tal vez, algún día entienda que, él
no era un héroe mítico ni que su vida era la Odisea , esta vida es tan cierta que lo que
siembras cosechas.
Lunaoscura
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