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Lovers
embrace
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Afuera
la lluvia lo cubría todo, la noche se veía más oscura que de costumbre. La luna
está escondida entre las nubes y no parecía tener intención de salir. Veo a
través del cristal empañado, salpicado de esas pequeñas gotitas que hacen el
mundo borroso. Lo rozo con los dedos tratando de quitar un poco de vaho, pero
enseguida vuelve a surgir para sustituir al que se ha ido. Aun así, sigo
mirando a través de él, intuyendo todo aquello que no puedo ver.
De
repente, siento tu aliento en mi nuca, desde mi estómago sube una oleada de pasión
ígnea que me hace temblar, como siempre que te tengo cerca. Cierro los ojos y
dejo que me des la vuelta y me abraces.
Lentamente,
bajas tu mano por mi espalda, un agradable escalofrío la recorre detrás de tus
dedos. Me estremezco, caigo rendida y busco tus labios. Te miro a los ojos, siento
como los tuyos se me clavan, mi corazón late a cien por hora, suspiras, y yo sonrío.
Sé que me deseas, lo demuestras con cada gesto.
En
ese halo incandescente, tus dedos dibujan caricias en sobre mi rostro, sigues
con un beso apasionado que hace que mis ojos se cierren. Muy despacio, me
muerdes en la oreja. Me vuelves loca, quemas por igual fuera que dentro.
Lentamente
nos dirigimos a la recamara, gentilmente me invitas a entrar primero, con pasión
arropas mi cuerpo con el tuyo y buscas de memoria mis rincones por encima de la
ropa. Te deslizas y aprietas con furia al encontrarlos.
Con
prisa por tenerte, giro quedando de frente a ti, arranco tus botones y con
fuerza despojo la camisa de tu cuerpo, mi mano se oculta debajo de tu pantalón,
dejándome llevar por la voluptuosidad que me inunda en medio de esa oscuridad.
Arrastro
una mano por tu ombligo, dibujando un camino hacia abajo, erizando tu piel con
ese contacto. Llegar a tu intimidad viril, aprieto suavemente en una deliciosa
mezcla de placer, dolor y excitación.
Siento
tu cuerpo arder, sosegadamente me postro y mis labios bajan, dejando tu piel ardiendo
a su paso, esa tortura te arranca un gemido, seguido de una advertencia “ni se
te ocurra parar”.
Acelero
el ritmo, creando más y más fuego, lasciva deseó que explotes y tus cenizas se
esparcieran por la habitación. Siento las familiares contracciones apoderándose
de tu cuerpo, provocándote oleadas de éxtasis una y otra vez, hasta que con una
última contracción todo cesa.
Abro
los ojos y pude ver cómo te desvanes delante de mí, como si fueras un fantasma
evaporado en la nada. Suspiro, dejándome llevar por el sueño que lo engulle todo,
incluso a mí.
Lunaoscura