En un acto de franco motín, decidió salir. La noche era fría, el cielo era un río negro llenos de estrellas y los tejados, se curvaban y ondeaban en un auténtico torrente. Sobre la calle resplandecían los cafés y bares; la gente reía, pasaba o bebía. Había tanta claridad que la tristeza le invadió el corazón, algo se había ensombrecido con tanta luz, la melancolía era tan cruda.
Taciturna, se dirigió a uno de esos bares, donde las luces asemejan lunas destellantes y pálidas. Por un momento se detuvo, la avenida era larga y admirablemente estrellada, en ese fuego se dibujaban extrañas figuras que exaltaban su imaginación.
Un extraño escalofrío se apoderó de ella, una emoción imprevista y poderosa, un pensamiento que rozaba la locura. Por primera vez, después de tanto tiempo, sentía que iba a suceder algo extraordinario, algo nuevo.
Con esa sensación inquietante, pero excitante entró a un bar. Se dirigió a la barra y pidió un trago. Después de haber dado algunos sorbos, sintió que la observaban, giro la cabeza y se encuentra con la mirada de un hombre que le sonríe.
No lo conoce, no sabe su nombre. Él empieza a guiñarle y a sonríele. Ella, le devuelve la sonrisa, eso sí mucho más tímida, siempre ha sido muy cortada con todas estas cosas, pero él tiene algo.
No puede negar que ese hombre, además, del halo de sensualidad que lo envuelve, su camisa de cuadros, sus vaqueros negros, el pelo revuelto, esa barba de tres días, y esa sonrisa completamente irresistible, tiene unos labios... que por un momento siente el deseo de probarlos, de saborearlos lentamente, dulcemente, mientras acaricia el corto pelo de su nuca… Se relame, suspira, imaginando su barba áspera, pero a la vez suave, rozando sus labios, haciéndole cosquillas, sus manos rodeando su cintura…
Tras un rato de soñar despierta, pide otra copa y sigue mirándole, completamente absorta en sus ojos color marrón. En un momento, se da cuenta de que él, también la miraba y un calor invade su cuerpo, subiendo a sus mejillas, aprieta con fuerza el vaso y aprieta los dientes, el corazón le late con fuerza.
Él, deja su vaso en la barra, y se levanta en dirección a donde ella se encuentra. Una voz interna, le dice: Luz por favor, tranquila, no es el primer chico que se te acerca.
Se sienta en una silla a su lado, sin si quiera preguntar si está ocupada.
- ¡Hola! Me llamo Javier – sonríe acercándose a ella.
¡Qué fresco! Piensa Luz, pero le encanta. Le da un par de besos en las mejillas, su barba es más suave de lo que se imaginaba. No puede articular palabra alguna, pero sabe que ha empezado algo… esos que solo se encuentra en los bares...
Después de una charla sin mucha trascendencia, Javier con una inclinación de cabeza le muestra la puerta lateral, Luz, asiste con la cabeza, se levanta seguida de Javier.
Caminan unas cuantas cuadras, llegan al departamento de él. Entran, la situación es algo incomoda y ambos tienen un poco de miedo de hablar y terminar sorpresivamente con la aventura.
Javier, le da vuelta y pasa sus brazos por su cuello, la besa con pasión, mientras sus manos comienzan bajar por su espalda. La atrae más a él, le levanta la falda… deseoso la acaricia. Ella baja sus manos y comienza a acaricias sus muslos, poco a poco, el silencio es inundado por murmullos apagados.
Sus cuerpos se tensan, Luz clava sus uñas en su espalda y un gemido gutural se escapa de su garganta como un trueno en medio de una tormenta, afloja todo su cuerpo. Acaricia su cara, su sonrisa tiene una mezcla de complicidad y picardía.
Javier, reacciona y nuevamente la toma de las caderas, como si en ello le fuera la vida, sus gemidos pasan a ser gritos en cada embestida. Su cuerpo empieza a sacudirse y descargar toda su lujuria contenida.
Poco después, se separan, ella se dirige al baño, en tanto Javier va a la cocina por algo que tomar. Cuando regresa a la estancia, la llama, no obtiene respuesta por lo que se dirige al cuarto de baño, la busca, pero ya no está, sale rápidamente a la calle y tampoco está.
La cabeza de Luz, es un torbellino de pensamientos, que van de la realidad a la ilusión.
Lunaoscura