sábado, 27 de agosto de 2016

El desierto

Descarnado sobre la inmensidad manida, su mente divaga, sus ojos miran la lejanía impasible. Está mojado de esa ardiente agua, sus extremidades se rozan unas contra las otras, contra su cuerpo.

En medio de ese yermo, camina dejando huellas húmedas de sus pies descalzos, hasta que llega el momento en que no puede más y cae de rodillas al suelo. Percibe un suave olor afrutado. Es el olor del suelo, ese suelo color de miel.

El calor es abrasador, con sus últimas fuerzas avanza lentamente. A mucha distancia, distingue algo. Algo indefinido, algo borroso. Una mancha oscura que contrasta con el dorado paisaje.

Camina, casi sin consciencia, un pie delante del otro, arrastrándolos, dejando un reguero brillante.

La figura empieza a ser más definida. Está muy cerca. El viento se hace más ligero, invitándolo a adentrase en esa mancha oscura.

Sus brazos se enredan entre unos juncos oscuros que le rozan casi todo el cuerpo, limpiándole el sudor. Está totalmente rodeado y apenas puede ver el Sol. El suelo de donde salen esos tallos, forman una hondonada, sus pies pisan en falso, resbalándose, pero logra asirse, frenando el impacto.

Después de unos instantes, se da cuenta de que esta fuera de ese bosque. Ya no hay viento y el sol lo castiga menos. Parece que va a anochecer. Continúa caminando, cayendo nuevamente, sin poder evitarlo.

Mira a su alrededor, frente a él hay algo que lo inquieta. Es una pared, por ahí ha caído, está repleta de tallos oscuros. Estos parecen enredarse más entre sí. Se acerca, coge un par, los demás que estas a su alrededor, empiezan a desenredarse, a separarse, dejando ver una abertura.

Suena un gorgoteo que da paso a un líquido espeso que cae despacio, pero imparable, hasta llegar a sus pies. Lleno de curiosidad, alarga la mano toma un poco.  Su consistencia es indescriptible.

Levanta la vista, la apertura deja ver unas paredes lisas, irregulares, rosadas, lubricadas por este líquido viscoso, con un brillo tenue.

Con dificultad, intenta avanzar. El olor afrutado es más fuerte, penetrando hasta el fondo de su nariz. Las paredes siguen separándose. Él se apoya en una de ellas, que se mueve en un espasmo casi erótico.

Hipnotizado, avanza sobre un piso acolchonado color carmesí, la caverna está flanqueada por unas extrañas estalagmitas y estalactitas de color marfil y hacía el fondo reina una total oscuridad que lo invita a continuar.

El desierto, le había compensado por la aflicción que le causo, con un descanso eterno.



Lunaoscura

Decadencia

Algunos días pierden todo su significado, toda su esencia. Lo especial que debía ser, se convierte en un sueño absurdo. La incertidumbre nos envuelve con su manto, haciéndonos sentir náufragos en un océano de silencios. El hastío nos enrarece y todos esos delirios que nos suceden, nos enloquecen. Tanto esfuerzo imposibilita, la pendiente es cada vez más elevada. Un frío se esconde muy adentro, parece que no hay escapatoria. El dolor ya no esconde sorpresas, ni decepciones, solo malestar por entregar el alma. Todo aparece siempre tan oscuro. La realidad nos abrasa, no hay frío que pueda evitar el dolor de todas las quemaduras que nos ha producido. Se oscurecen los cielos y se aleja todo signo de alegría. Hoy el amor es cruel y cuando pase mañana, otro día y otros más, las cicatrices de nuestros rescoldos, permanecerán. Llegará el frío más peligroso, porque el tiempo no se detiene. La distancia será mayor y la mejor compañía, será estar sin ti.



Lunaoscura

jueves, 25 de agosto de 2016

Cosecha

Con la mente y el corazón llenos de miles de preocupaciones y miedos, detiene su andar en medio del desasosiego de la orfandad, es solo un momento de debilidad de ese valiente corazón que palpita a la izquierda de su pecho.

El Miedo

Miraba por su hombro y aceleraba el paso. Su respiración estaba agitada, no era para menos, era medianoche y caminaba por el Callejón del Diablo, una callejuela sombría y rodeada de árboles que pocos se atrevían a cruzar.

Su corazón, casi se paralizó cuando vio a mitad del camino una sombra recargada en uno de los enormes árboles. Se atemorizó, pero recuperó el aliento y continuo su marcha, a unos cuantos metros de distancia, vio delante de él a un hombre delgado y elegante. Pasó raudo y jadeante por su lado, de reojo lo miró, su rostro era casi cadavérico con unas grandes ojeras. Este, le hizo una gentil inclinación con su bien acicalada cabellera. 

El viejo, aminoró su caminar, esperó al desconocido. Se presentó, comentándole al hombre que vivía pasando el cementerio. Este, sonrió amablemente y comentó: 

- ¡Qué bien, somos casi vecinos! Mi nombre es Carón -su voz era grave y profunda, en ademán de saludo, le extendió la mano– Tengo mi casa cerca, si no tiene inconveniente lo acompaño por lo menos un trecho.

Cuando llegaron frente al cementerio, Panchito se persignó con estremecimiento, tenía pavor pasar por allí. Turbado vio que Carón, se detuvo y sus ojos brillaron desde el fondo de sus órbitas ennegrecidas. 

- Lo lamento Panchito, hasta aquí le sirvo de acompañante. –extendiendo su fría mano, se despidió. 

En ese momento, el terror se apoderó del viejo, su corazón dio un vuelco, no supo en qué momento echó a correr. Brevemente miró hacia atrás y con espanto observó, como Carón, atravesaba la reja que cerraba el camposanto. 

El anciano, pálido y sin aliento llegó a su casa, en el marco de la puerta lo esperaba María, su esposa. Esta, no alcanzó a reprocharle nada, su marido dio unos cuantos pasos hacia ella y cayó pesadamente.

En la salida del cementerio, María y otros familiares, daban las gracias a quienes los habían acompañado al sepelio. 

Poco tiempo después, ante la viuda, estaba un señor delgado con una palidez cadavérica y una bien peinada cabellera. 

- Señora, mi más sentido pésame, mi nombre es Carón, deje comentarle que conocí a esposo. -le estiró su huesuda mano- Soy el administrador de este panteón.

Mientras, escuchaba las palabras del hombre, sobre la cabeza se posaba una hermosa mariposa negra.


Lunaoscura

martes, 23 de agosto de 2016

La oscuridad (absurdo)

Caminaba rumbo a casa, después de un arduo día, conforme avanzaba por las solitarias calles, sentía que había una oscuridad tal, que me dejaba ciega, y tenía que cerrar los ojos. A continuación, fui arrastrada, absorbida por una fuerza desconocida.

Cuando me detuve, pude observar una esfera puntiaguda, acerqué la mano, pero cuanto más cerca estaba, menos la veía. Reuní fuerzas y la toque, al hacerlo caí hacia arriba. Cuando por fin llegue al suelo, note que flotaba, lloraba a carcajadas, deseaba tener alas y poder volar para nunca elevarme en el aire.

Inmediatamente, salí de entre las aguas de un manantial, sentía que me ahogaba. Mojaba el suelo, pero este siempre quedaba seco. Confundida, deambule por ese mundo surrealista. Entre la abrumadora oscuridad, pude ver a un hombre, besaba a una mujer a manotazos. Ella, trataba de alejarse de él, abrazándolo fuertemente.

A continuación, una luz se encendió, dejando el lugar a oscuras y cegándome totalmente. Cerré los ojos y me abandoné en una lucha férrea para no volver a las solitarias calles.

Lunaoscura


El brujo

Esa tarde-noche de verano, sería inolvidable para Moira. Toda su vida había estado esperando una señal, un indicio que, le permitiera seguir su camino, cuál, no sabía, era una sensación inexplicable.

De repente, empezó a escuchar una voz interior que le indicaba que fuera a una dirección, ahí habría alguien esperándola; podía describir mentalmente el lugar, era una especie de visión. Parecía, que todo estaba calculado, no había forma de regresar, era como una regresión, pero a la inversa.

Como narcotizada, se dirigió al centro de la ciudad, por un buen rato camino por esas calles antiguas llenas de modernidad. No obstante, el espacio que la circundaba estaba oscuro, Moira, era como una burbuja que se encaminaba en dirección opuesta al mundo.

De pronto se encontró frente a una vivienda muy austera, con grandes ventanas que permitían ver una tenue luz interior, no se escuchaban ruidos y el silencio era abrumador. Alzó su mano a la altura de su cabeza y oprimió el timbre de chapa oxidada, pero no escucho repiqueteo alguno que indicara su presencia en aquel lugar.

No pasaron ni diez segundos, cuando apareció en el marco de la puerta una bella mujer, con ojos inmensos de color verde, labios carmesíes y unos grandes aros que colgaban de sus orejas. Era de tez blanca y su pelo azabache. Con voz suave e imponente y haciendo un pequeño giro con su mano derecha, la invito a que la siguiera.

Al ingresar en la habitación, observo una prolija distribución de todos los elementos que surcaban las paredes, cuan cubo mágico dispuesto a sobornar la mente.

Pasaron a otra habitación, donde había una tenue luz emitida por una pantalla cubierta de una tela roja. Detrás de una mesita de tres patas, estaba un anciano de gesto adusto. La invitó a sentarse frente de él, en esos momentos, sintió un escalofrió que le recorría el cuerpo.

La mesa estaba cubierta con un paño verde y en ella, esparcidas varias cartas de Tarot. Trato de pellizcarse para comprobar que no estaba soñando, cuando el anciano la vio, le indicó que no tuviera miedo porque nada malo le iba a ocurrir.

La mujer que la había conducido, se paró detrás de él. Acto seguido, el anciano con una voz solemne e irónica, dijo, ¡tú eres la afortunada! No cualquiera posee el don para ser mi invitado.

Conozco todo lo relacionado con tu pasado, veo el momento florido que ronda tu presente y soy capaz de saber tu futuro. Sé que puedes escapar de esta dimensión que nos aprieta y sin quererlo, traspasar hacia otro mundo. También sé que puedes comunicarte con seres muy diferentes a los que estamos acostumbrados a tratar diariamente.

Es por ello por lo que estás aquí, te estoy ofreciendo mi hospitalidad, para que juntos desarrollemos un mundo paralelo. Moira, pensaba, que era una locura seguir sus palabras; encandilada por la lamparita de la pantalla roja no podía ver su cara, solo se dibujaba una aureola blanquecina alrededor de su figura, busco algún apoyo en la mujer que aún permanecía incólume tras sus espaldas, pero tampoco pudo ver su rostro y, por ende, la expresión de su cara.

El viejo seguía hablando, pero en estos momentos Moira, ya no escuchaba su perorata, sentía un fuerte rubor en sus mejillas, no entendía por qué razón había asistido a esa tétrica cita.

¿Quién era ese anciano parlanchín que intentaba profesar la voz divina de otros mundos, quién era esa mujer? ¿Dónde se había metido, qué razón la incitaba a ese desvarío?

Mientras cavilaba esas preguntas sin respuesta, sintió una mano que rozaba su cabeza, trato de escabullirse girando su cuerpo hacia atrás, pero la mano del diabólico anciano le impedía cualquier tipo de movimiento.

Ya no era dueña de sus actos y sin dudas estaba bajo el poder del Indigno, sintió un calor que la recorría de la cabeza a los pies, pensó que iba a desmayarse, la habitación comenzó a girar su alrededor, suavemente fue perdiendo el sentido.

Con los ojos entreabiertos, escuchaba como el brujo recitaba incoherentes frases, que iban haciéndose más audibles a medida que tomaba conciencia de su entorno.

En tanto, la mujer ponía una toalla húmeda en su frente y susurraba una canción de cuna que le recordaba sus primeros años de vida, cuando su madre tiernamente la hacía dormir.

Ya más consiente, escuchaba que el brujo le decía que estaba en este mundo para cumplir un designio divino y que debía apartarse de los lujos y suntuosidades y que comenzar a cumplir con el sutil ritual que movilizaría sus sentimientos hacia la humanidad.

Al escuchar esas palabras, Moira sabía que ya no era dueña de su existencia, el calor que recorría su cuerpo unos minutos antes, se iba convirtiendo en un frío helado capaz de congelar un frasco de mercurio.

Alcanzo a notar entonces, que, entre brindis y risotadas, se abrazaban la mujer y el brujo, mientras ella atónitamente presenciaba el espectáculo de su propia muerte.

Un chirrido virulento resonó en sus oídos, alzo instintivamente la mano y con suavidad trabo el pistilo del despertador.

Su conciencia volvía, un aroma tenue a café tostado se instalaba en su habitación y escucho la voz de su madre, todo indicaba que era hora de volver a su vida diaria. No obstante, Moira sabía que algo había cambiado y no sería la última vez que se encontraría con el anciano.


Lunaoscura

lunes, 22 de agosto de 2016

La tarta

El timbre de la puerta repiquetea, Leonor extrañada, abre la puerta, ahí está un joven con un envoltorio y una carta que le envía su vecino. Después de dar las gracias, se dirige a la sala, deja el paquete en la mesa y abre la carta:

“¡Buenos días vecina! Solamente quería darle la bienvenida a su nuevo hogar. Espero que lo disfrute. La vida pasa tan deprisa…

¿Sabe? Yo antes vivía ahí. Después vivieron María, Susana y otras más, pero ahora usted vive ahí.

Por cierto, debería arreglar la tabla del cuarto escalón, está suelta. Siempre lo ha estado.

Le envío, junto con esta carta, una tarta que hice yo mismo. Espero que le guste. La hice pensando en usted.  A las anteriores vecinas no les gustó, pero he tenido mucho tiempo para mejorar mi receta.

Tengo tantas ganas de conocerla, espero que pronto podamos hacerlo. Siento no poder estar, las circunstancias no me lo permiten en este momento, pero créame, nos veremos pronto.

No sufra.

Aún no.

Andrés, su vecino”

Parece que el vecino es un poco raro, seguramente se trata de un excéntrico, piensa Leonor. Deja la carta y desenvuelve el envoltorio. La tarta, tiene un aspecto delicioso.

Se dirige a la cocina con su obsequio de bienvenida. Corta una rebanada, su sabor es un tanto especial, pero no desagradable, así que da cuenta de la rebanada.

Días después, en la columna central del periódico local, se lee:

“Otra envenenada en la calle Florida 42. La policía no tiene pistas del psicópata de la tarta.”


Lunaoscura

Muerte y vida

Le gustaba ver el atardecer, en especial este, le recuerda cuando trató de acabar con su vida. Veía el sol caer lentamente en el horizonte, cuando se arrojó sobre unas piedras de un acantilado, rompiéndose la boca vieja y agrietada, sin embargo, se curó y surgió una nueva.

No abandono su intento, decidió sacarse las uñas, una a una, tenía la certeza de que moriría del dolor, pero con el tiempo el dolor amainó y nuevas uñas nacieron.

En un tercer ocaso, rasgo sus vestiduras, sin importarle nada. En ese instante, se dio cuenta de que había renacido, todo lo viejo se había renovado, tenía una nueva vida, una nueva oportunidad. Abrió sus alas, con vestiduras de seda negra y voló más allá de las nubes. El águila vieja había renacido.


Lunaoscura

Los hijos

Con emoción, miedo e ignorancia decides que es momento de dejar un vestigio de tu paso por esta vida.

Dedicas horas y horas de sueño y vida para cuídalos y protegerlos. Esforzándote en darles lo mejor de ti, con errores e incertidumbre, ves cómo se hacen grandes y fuertes, pero para ti siguen siendo pequeños trozos de lo mejor de ti.

Un día, sin apenas esperarlo, comienzan a caminar solos, a tomar sus propias decisiones y a enfrentarse cara a cara con la vida, su vida.

Te sientes solo, sientes que algo de ti se va con ellos. Sabes que tu vida ya nunca volverá a ser la misma, ni la de ellos. Con nostalgia y alegría, ves los frutos de tu esfuerzo, y es el momento en el que recuerdas a tus padres y sientes como ellos sintieron contigo.

¡Ay! Los hijos, esos que tanto queremos, esos por lo que siempre estamos dispuestos a dar la vida. Esas águilas reales que has cuidado con mimo y con celo, abren sus alas para emprender el vuelo como una consecución del círculo de la vida.

Una vida efímera, pero dadivosa que te permite dejar una estela en el tiempo.



Lunaoscura

Contigo aprendí…

Ni sus hijos, ni nietos, visitara a Emma para celebrar su cumpleaños, en la residencia de ancianos. No la visitaran, con la excusa de que no los reconoce, desde hace ocho años le diagnosticaron Alzheimer.

martes, 9 de agosto de 2016

El viejo muelle

Pisco Playa 2013. Muelle del puerto. foto de Pedro Martín Oré
Deambula por el muelle, descubre que no es el mismo lugar de sus años mozos. Aquel, que, entre juegos y risas de los chavales del barrio, fue su cómplice en sus travesías para hacerse hombre. Ese muelle, donde la vitalidad de su pueblo efervescencia, hoy está viejo y mohecido, carcomido del óxido del abandono.  Mira a su alrededor y hay varias cosas que ya no son de él, las observa bien y se da cuenta de que él ya no es él. Echar un vistazo en ese espejo acuoso del pacífico sur-oriental y, siente que su cuerpo y su piel ya no son las mismas, cada día es más larga la eternidad y más profunda la nostalgia.


Lunaoscura

El psiquiatra


Alicia, entra al consultorio, tiene una sensación de angustia, como si cayera en un profundo pozo y se pregunta ¿realmente estaré loca?

El recinto, tiene un aspecto surrealista, al centro hay una gran mesa llena de platos, tazas, teteras, pasteles y demás viandas, en la parte posterior, se erige la escultura de un viejo y destartalado molino de viento, y las paredes están revestidas con papel tapiz de un bosque encantado, pero lo más absurdo es un hombre vestido de esmoquin con un gran sobrero de copa que camina lentamente sobre la mesa.

Alicia no sale de su asombro, pero tímidamente pregunta:

- Disculpe. ¿Este es el consultorio del doctor Ledesma, el psiquiatra?

El hombre, la mira con los ojos muy abiertos y una expresión sombría en su rosto y le pregunta:

- ¿Has visto al conejo blanco?
- No, disculpe, creo que me he equivocado de consultorio -excusándose, Alicia da media vuelta sobre sus talones, y abandona el consultorio rápidamente.
- Bueno, -susurró el hombre del sombrero a un pequeño conejo que saca de uno de sus bolsillos- supongo que no esta tan loca después de todo.

En su recorrido hacia la salida, Alicia, se encuentra con una mujer de aspecto gracioso y enigmático que, recargada en una puerta, fuma tranquilamente.

Esta, al ver a la chica, le pregunta:

-  
           - ¿Quién eres tú?
           - Alicia, confundida responde- No sé, pero he despertado para saberlo.





Lunaoscura

domingo, 7 de agosto de 2016

Dante

Era una noche como tantas, Dante, se ocultaba entre las sombras, parecía fusionarse con ese sitio tan sombrío, tan oscuro y siniestro.

Una vez más estaba de caza, como llevaba haciendo en sus largos e intensos años de vida. Su existencia superaba los más de quinientos miserables años, siempre con la misma sed que lo consumía y acompañaba.

sábado, 6 de agosto de 2016

El pianista

Detrás de las luces del alumbrado público parpadeaba una tiniebla brumosa y arriba un vasto cielo abierto. Dana, acodada sobre el antepecho de los balaustres de piedra blanca, no pensaban en nada.

Entonces oyó música. Sonaba a sus espaldas, como si viniese desde el interior del departamento. Pero ella no había puesto ningún disco. Era Beethoven's Silence de Ernesto Cortázar. Quedo estupefacta. Finalmente, y tratando de darle un sentido lógico al asunto, decidió que se trataba de una radio, pero ¿quién había encendido una radio a esas horas dentro del edificio?

viernes, 5 de agosto de 2016

La herencia

A esas alturas de su vida y previniendo una sorpresiva visita de “La Dama de negro”, Antonio Medina, decidió poner en orden sus haberes.

Pero por sentido común, no podía ni debía hacer distinción entre sus hijos. Sin embargo, ni Flor ni Edgardo, habían demostrado el más mínimo interés en leer algo de lo escrito por su padre. Por el contrario, con su estruendosa música, en infinidad de ocasiones habían logrado truncarle la inspiración.

En cambio, Ángela y Sofía, siempre habían sido fervientes admiradoras de su “viejo”. Se regocijaban con un libro de varias ediciones y deploraban los libros de escasa tirada.

En esas circunstancias, razono y razono. Determinando.

Yo, Antonio Medina, sin presión de clase alguna y en pleno uso de mis facultades mentales, he decido hacer testamento y legar en presencia del Lic. Honorato de Balladares, notario público en esta ciudad, mi obra literaria tal como a continuación expreso.

Para mis hijos, Flor y Edgardo, con todo el cariño que por ellos siento. Les legó las obras que escrito en todos estos años. Si algún día llegan a sentir interés en conocer lo escrito por su padre, sabrán dónde encontrar el libro del tema que más les guste, ya sea obra teatral, novela, cuento, poesía, ensayos o biografías.

A mis hijas Ángela y Sofía, cedo los derechos de autor de todas mis obras existentes y las que escriba y publique hasta cuando la “Dama” llegue.

Finalmente, quisiera llevarme las obras que muy probable quedaran incompletas, quizás pueda terminarlas dónde fuera que me lleve la "Señora del Silencio".


Lunaoscura

Un amor complejo

Cuando conoció a Irvin, de inmediato sintió una conexión con él. Hasta ese momento, no había conocido a un chico que le gustara conversar sobre libros, buena música, en fin, de cultura general.

Era perfecto, con lo que Mary había soñado, pero ella no albergaba ninguna esperanza más que ser su “mejor amiga”, ya que en varias ocasiones Irvin, había comentado que no creía en el amor.

Así las cosas, un día decidieron salir un fin de semana a un lago cercano a la ciudad. Llegando, lo primero que hicieron fue subir a la montaña para ver el paisaje, descubrieron que no muy lejos de ahí estaba una pequeña isla. La misma a la que horas más tarde se dirigieron.

A su arribo, se registraron en el hotel donde pasarían la noche, alquilaron un cuarto con dos camas, el resto de la tarde-noche, Irvin se puso a leerle los relatos que había escrito. Ya habían pasado varias horas de lectura, cuando de repente, él quitó los lentes a Mary y le pidió que cerrara los ojos, ella accedió, pesando que se trataba de algún juego, pero entonces la beso.

Estaba desconcertada, pues por increíble que pareciera, era su primer beso, en un acto reflejo, se abrazaron. Mary, no podía dar crédito de lo que estaba viviendo.

Ese fin de semana, fue increíble, lleno de descubrimientos, promesas y sueños. Una vez que regresaron a la ciudad, mantuvieron su relación en secreto, no quería compartir con nadie su felicidad.

Al principio todo marchaba bien, seguían siendo grandes amigos y hacían todo juntos en la universidad. Poco a poco, Mary se fue enamorando, pero no se atraía a exteriorizar sus sentimientos, debido a las ideas raras que Irvin tenía sobre el amor, pero sentía que también él estaba enamorado y con eso le bastaba.

Meses más tarde, Irvin empezó a actuar muy extraño, no hablaba con nadie, se denotaba taciturno y distante. Cuando estaba con Mary, lo único de lo que hablaba era de los problemas que tenía con su madre y de su desprecio a las mujeres en general.

Empezó a tener pensamientos desorganizados, insomnio, casi no comía y, además, tenía una tristeza y rabia que nadie podía traspasar; ni siquiera Mary a pesar de todos sus esfuerzos.

Un día, sin más, mientras estaban en la casa de Mary, se quedó como en trance por varios minutos, para luego irse sin más explicaciones. Pasaron varias semanas y él no la llamó ni la busco, hasta que lo volvió a ver en la universidad, pasando de largo sin siquiera dirigirle una mirada.

Al término de ese día de clases, le habló como si nada hubiera sucedido. Se limitó a decirle que ya no vivía con su madre sino con su padre y su hermano. Al saber que se había alejado de su madre, sintió que todo volvería a la normalidad, pues para ella, su madre era la causante de sus problemas emocionales.

Por un par de meses, parecía que el antiguo Irvin, del que se había enamorado, había vuelto. Sin embargo, un día volvió a sus anteriores actitudes.

Ahora las peleas eran con su padre, los improperios contra las mujeres peores y ni qué decir de sus depresiones e ideas destructivas. Afirmaba que se podía asesinar personas escribiendo cuentos que las hicieran suicidarse, que las mujeres les robaban energía a los hombres con tan solo demostrarles cariño, que soñaba que le salían plumas y le dolía, acusaba a Mary de intentar envenenarlo, en fin, llego al punto que, depresivo, subió a uno de los edificios de la universidad y se arrojó al vació. Por suerte no se mató, pero estaba muy mal, tanto física como mentalmente.

Mary se aferraba a la idea de que la raíz de todo no se encontrara en Irvin, sino de un tal Diego, de quien siempre le hablaba. Mary, tenía la férrea intensión de enfrentar a ese sujeto, tenía que descubrir que “le estaba haciendo a Irvin”, con su “duelo de ideas”.

Así que, convenció a Irvin de que le presentara a ese Diego, pero cuando los tres se encontraron cara a cara, descubrió que su novio estaba más enfermo de lo que había imaginado. Diego, resultó ser una gran persona con un corazón de oro que jamás había expresado odio hacia las mujeres. Irvin le había “plagiado” ideas, conocimientos, gustos musicales e, incluso, recuerdos personales que había hecho pasar por suyos. Hasta sus ademanes eran los mismos, todos los libros y la música que había compartido con él, eran de Diego, todo excepto esas ideas delirantes.

Sobra decir que Diego, se molestó mucho con él cuando se percató de la verdad y no volvió a hablarle. Irvin terminó culpando a Mary de “haberle robado a Diego”, pues este prefirió hablarle a Mary en vez de a él.

En un momento de lucidez, Irvin le confesó que tenía una grave enfermad mental, esquizofrenia. En ese momento, Mary no quiso tomarlo en serio, su querido Irvin, no podía tener esos problemas y, si los tenía podía arreglarse, y ella estaría siempre a su lado. Pero, no lo pudo soportar más, decidió olvidarlo y afrontar que lo que le pasaba a Irvin, era demasiado para soportar.

En cuanto a Irvin, su salud mental empeoró. Mary, de vez en cuando piensa en él, deseando que un milagro ocurra y regrese el chico del que alguna vez se enamoró, pero esa posibilidad no existe, a pesar de los esfuerzos de Mary. Solo, le resta olvidar y esperar que algún día vuelva a encontrar a alguien que la entienda y la pueda amar.



Lunaoscura