jueves, 1 de junio de 2017

Dejemos que esta noche…


Taciturna dejaba transcurrir la noche, mientras el bullicio del bar, era el coro de su soledad. Estaba a punto de dar un trago a su copa, cuando un murmullo cadencioso y un poco áspero, le hizo levantar la mirada. Frente a ella, estaba un hombre desconocido que mascullaba palabras inaudibles.

Con señas, le indicó que no le escuchaba. Él se sentó y acerco su rostro al oído de ella.

-       ¿Tú vienes de un lugar donde la gente no se molesta en siquiera decir hola? Porque, yo vengo de un lugar donde trapean con tus esperanzas -atónita, no supo qué responder-.

Intento levantarse, pero él la detuvo, tomándola del brazo. Sus miradas se encontraron. Esa mirada tan profunda y triste, le resulto tan familiar a ella que, nuevamente se sentó. Durante unos minutos solo el silencio estrambótico los envolvió. Un dialogó de dos corazones que no deberían hablarse se produjo. Eran tan cercanos, venían de la misma prisión.

Minutos después, en silencio salieron del lugar. El viento nocturno susurraba sus nombres, en una melodía rebelde. La situación debería ponerla ansiosa, pero era demasiado tarde, el miedo se había ido. Sabía que sus intenciones no eran tan buenas, podía olerlas en el asfalto, pero su propio camino al infierno ya estaba pavimentado.

Con pasos calmos, se dirigieron al departamento de él.

-       Entra despacio, que nadie oiga tus pasos. -murmuró él- Mientras los nervios no te traicionen, todo irá bien.

El recinto estaba a oscuras, solo la luz de la calle se colaba entre las cortinas de la ventana.

-       Dejemos los besos para los enamorados, pensemos en lo nuestro, aunque esta noche... seas solo una casualidad para mí -dijo él-.

-       Ella refutó- Dejemos que los sueños se apoderen del deseo, recordemos que lo nuestro se me olvidará al momento, aunque esta noche... sea solo un desvarío de la razón.

Sin más preámbulo, la acerco a él, le dio un beso apasionado, mientras sus manos recorrían su cuerpo. Parecía como si el propio diablo lo hubiera poseído.

-       Te voy a hacer el amor como nunca te lo han hecho, te amaré con tal locura que te haré tocar el cielo.

Después de eso, las palabras se perdieron, sus cuerpos respondían a la lujuria con jadeos, gruñidos y gemidos. La inhibición desapareció, sus cuerpos reaccionaron en una oleada de sensaciones que eliminaron sus dudas en intensas contracciones.

Él gemía su nombre, mientras la tomaba por el cabello. Se calmó un momento, y luego con un inconfundible gran gruñido de placer termino.

Los primeros rayos del sol, se deslizaban por la ventana, dos cuerpos exhaustos descansaban sobre la cama. Ella, se incorporó, antes de irse, le dice:

-       Dejemos que lo cierto sea esta noche, recordemos que lo nuestro todavía no ha acabado, aunque, por esta noche… nos podemos despedir.

-       Te encontraré en la siguiente vida, cuando podamos estar juntos, te lo prometo -le responde él, antes de cerrar los ojos-.



Lunaoscura

1 comentario: