Aquella tarde como todas las demás
llegué cansado y adolorido a casa. Mi jefe, como cada día, había estado
gritándome por lo mismo de siempre y, como siempre, me había obligado a
realizar trabajo extra, o sea, ¡un día normal!
Lo que más apetecía, era llegar a mi cama,
acariciar a mi perro y tirarme a ver televisión, pero este día no sería posible.
Me quité los zapatos para no hacer
ruido y subí a mi habitación. Me desvestí rápidamente y cogí mi esquijama negro
del armario. Después la escopeta y me dirigí a la cocina, necesitaba
provisiones.
Poco a poco recorrí las habitaciones
hasta llegar a la escalera. Subí a la azotea y bebí trago tras trago todas las
cervezas con las que me aprovisione.
El tiempo pasaba, la luz se desvanecía
en el ocaso. No sabía si aguantaría el equilibrio o caería, pero si eso sucedía,
sería por una buena causa, pensé.
Una voz dentro de mi cabeza, susurro “Shhh,
que vienen, están a punto de llegar…”
Se alertaron mis sentidos, no veía ni
oía nada, hasta que al final las vi. Las brujas volaban sobre sus escobas y se
acercaban a gran velocidad. Llevaba dos semanas esperando este momento. Cargué
la escopeta, apunté como pude, y sin vacilar, le disparé a una cuando sobrevoló
sobre mi cabeza...
Lo siguiente que recuerdo, es la
extraña sensación de estar atado y unos seres diminutos, vestidos de blanco…
Supongo que fui hechizado con uno de sus maleficios.
Lunaoscura
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