“Te voy a hacer el amor como nunca
te lo han hecho. Te amaré con tal locura que tocas el mismo cielo”.
Esas palabras retumbaron en la cabeza de Armando, lo que hizo que se despertara
sobresaltado. Volteo a todas las direcciones de la habitación, no había nada,
solo la penumbra y las fantasmagóricas sobras de los muebles. Tomó su móvil, el
reloj marcaba las tres de la mañana. ¡Qué extraña pesadilla! – se decía, mientras se rascaba la cabeza.
Decidió,
volver a dormir, a la mañana siguiente le esperaba un día muy pesado. Se acomodó
y cerró los ojos, en unos cuantos segundos callo en el sueño profundo.
“Te extenderé los brazos, mis manos
sobre las tuyas, mis labios sobre tu piel, recorreré tus rincones”.
Era esa voz nuevamente, intento abrir los ojos y moverse, pero en esta ocasión
no puedo hacerlo. Su cuerpo no le respondía, no podía articular palabra, ni
siquiera hacer el más mínimo movimiento. Estaba paralizado.
“Besare lo que me encuentre, dándote
un calor placentero, mientras se eriza tu vello. Paseare con mi lengua, con mi
boca hasta que gimas lleno del deseo…y, pidas que lo siga haciendo”
Esas palabras, lo iban sumergiendo en una ensoñación en contra de su voluntad. Armando,
se movía de un lado a otro, con los ojos entreabiertos, deseoso abría la boca, con
palabras entre cortadas le decía ¡te quiero!
Una carcajada retumbo,
un sonido agudo y macabro. “Implórame que
termine con tu tormento, siento que te vuelvo loco… cuanto más, más te deseo…”
Armando, imploro como el ente le pedía. Éste le soltó las manos, por un momento
todo quedo en silencio, el hombre pudo moverse. Estaba completamente desnudo,
jadeante y sudoroso, pero no había nadie más que él en la habitación.
Se incorporó, en el
centro de la habitación, aguzando el oído. Sintió una leve brisa a uno de sus
costados. Enseguida, abrazo al espantajo, pudo sentir su cuerpo voluptuoso y
ardiente, era una mujer. Con furia, lo poseyó… Ahora, ella la que imploraba, entre susurros
jadeantes, le pedía que la poseyera.
Armando, era el que
ahora doma, el que apaga la furia de la entelequia, penetra sus entrañas.
Ahora, era ella la que, entre palabras entre cortadas, le decía “Soy yo la que ahora te mira, la que te hizo
el amor antes, la que entreabiertos mis ojos te susurra… ¡que te ama!
Lunaoscura
un episodio de amor apasionado y avasallante apoyado en tu energía perenne..
ResponderEliminar