Entre
nosotros,
no existen
ataduras,
todo sea roto,
el cáliz
amargo
de la
felicidad,
se agotó.
Te amé,
no te amo más,
tus ternuras
colmadas
de amarguras,
no las quiero
más.
Desgarraste
sin piedad
mi dignidad,
una y otra vez
repudiaste la
lealtad.
Hice un mundo
de ti
hoy se
derrumba,
me marcho
con dignidad,
la
soledad
me cobijaba.
Todo se
terminó,
recupero el
aliento,
ni amor ni
miedo
al
contemplarte
siento.
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