Había una vez, allá en la localidad de
Paracho, Michoacán, un gentilhombre llamado Manuel que conoció a una hermosa
dama, de nombre Lucía. Fue amor a
primera vista o miedo a la vejez solitaria... El caso es, que este caballero,
invito a la dama a tomar unas copas. Ella ni tarda y perezosa, encantada
acepto, pues Manuel, no era cualquier plebeyo.
Manuel estaba convencido que era la mujer perfecta, la realidad es que
Lucía distaba de ser esa mujer maravillosa, era orgullosa y altanera como pocas.
Además, su situación financiera la apremiaba y el ingenuo pretendiente, tenía
una situación económica nada despreciable... también era guapo.
Así las cosas, se reunieron en el bar de más suntuoso hotel de
Apatzingán, después de una velada agradable, a las tres de la mañana decidieron
retirarse. Dadas, las horas, decidieron hospedarse en dicho hotel, casualmente
les asignaron habitaciones contiguas.
Ya en el piso, Manuel caballerosamente, la acompaño a la puerta de su
habitación, situación que Lucía aprovechó, no iba a dejar pasar la oportunidad,
es que así lo invito a entrar. Manuel, un tanto confundido, acepto.
A partir de ese momento y durante los meses siguientes, se hablaban
diariamente y los fines de semana la pasaban juntos. Después de seis meses,
Manuel le propuso matrimonio, por supuesto, ella aceptó.
Todo transcurría con “normalidad” únicamente había un detalle que a
Lucía, la descomponía, el amor de Manuel lo compartía con la hija de este,
Blanca, una joven dulce y tímida.
La dulce Blanca, no era tan ingenua y sabía que su madrastra era una
mujer rapaz. Situación que angustiaba a Lucia, por lo tanto, tenía que
deshacerse de ella... cavilo y cavilo… hasta que ideo un plan.
Por afición, Lucía conocía de plantas, así que preparo un concentrado
Belladona, que vertía en los alimentos de Blanca. La chica poco a poco fue
perdiendo su lozanía y fortaleza, entre dolores de cabeza y convulsiones, hasta
que llegó un momento en que ingreso al hospital en estado de coma.
Posteriormente, de que Blanca había ingresado al hospital, Manuel murió
sorpresivamente de un ataque al corazón.
Acto seguido, a la muerte de Manuel, la sufrida madrastra, pedía a los
médicos, desconectaran a la pobre muchacha, que seguía en coma profundo. Pero,
al no ser un pariente cercano, los médicos se negaban hasta en tanto un
familiar cercano de la chica, decidiera qué hacerse.
Sorpresivamente, Blanca recuperó la conciencia, días después sus
familiares, le informo de la muerte su padre. Ella sospechaba, que Lucía,
podría tener algo que ver, así que, por seguridad pidió que se le trasladara a
la casa de una tía.
En tanto, Lucía ideaba la forma de terminar con la vida de su hijastra.
Decidió llevarle una canastilla con deliciosas manzanas, rojas y relucientes, impregnadas
de Adelfa, el más poderoso veneno de origen vegetal del mundo, no podía
permitirse errores.
Una vez, en la recámara de su hijastra, amorosamente, como en el cuento
infantil, la malvada madrastra le ofreció una manzana; Blanca, sintió una
sensación extraña que le recorrió a lo largo de la espalda, tomó el fruto,
comentado que más tarde se la comería.
Unos días después, unos señores se presentaron en casa de Lucía, sin
mayor información, le comunicaron que estaba detenida por el homicidio de su
esposo, Manuel.
Gracias a la manzana que le ofreció a su hijastra, descubrieron que la
muerte de Manuel había sido provocada por Lucía.
¡Colorín, colorado este cuento sea acabado!
Lunaoscura
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