Sentado frente al espejo he
descubierto que el tiempo empezó a desdibujar mi rostro, esculpiendo los surcos
de la experiencia. El descubrimiento me sorprendió, no sé, si para bien o para
mal. Pero me hizo recordar que en mi mocedad, el solo hecho de imaginarme con
arrugas y las primeras canas, me causaba terror, creía que era el principio del
final.
Hoy puedo comprobar que no es
así, si bien no hay frescura ni lozanía en mi piel, mis piernas siguen siendo
fuertes para recorrer el sendero que falta, y mi corazón late tan fuerte como
en el primer suspiro de vida, a pesar de sus heridas.
A través de este viaje, aprendí que
el amor no lo puede todo, sino que son las circunstancias y el compromiso de
las personas, las que determina la vida del amor. Así, hoy puedo decir, que hubo
quienes me amaron y no pude amar, a quién ame y no me pudieron amar y quien nos
amándonos pero no pudo ser, la vida siguió y sigue, y mi corazón aún no se
rinde.
Tengo un cúmulo de experiencias
de vida, creo que he vivido y falta mucho más por descubrir, es que así, en
tanto, la travesía no termine, seguiré siendo un barco en alta mar que va
sorteando y disfrutando el oleaje hasta el final.
Lunaoscura
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