“…sombra de
muerte y gemidos de muerte y dolores de infierno siente el alma muy a lo vivo,
que consiste en sentirse sin Dios…que todo se siente aquí, y más que le parece
que ya es para siempre…viéndose puesta en los males contrarios…miserias de
imperfecciones. Sequedades y vacíos…y desamparo del espíritu en tiniebla.” San
Juan de la Cruz.
Sentía, como si la vida la viera
a través de una ventana, sin la posibilidad de estar del otro lado. Había
cadenas alrededor de sus tobillos que limitan su desplazamiento, cadenas que
por años se habían forjado con las desilusiones, desengaños y la espera que con
el tiempo, se habían transformado en desolación.
Esa tristeza, la sumergía en la
soledad, una soledad del alma sin permitirle encontrar una salida. Era consiente
de que, quería vivir, disfrutar la vida, tener esperanzas e ilusiones pero era
incapaz de huir de esos fantasmas que la tenía prisionera. Además, a quién le
importaba que cada día se hundiera.
Todos, tenían una vida, ella nunca
se preocupó en hacer verdaderas amistades, todo era cumplir con las
responsabilidades, estar ahí cuando fuera necesario. Ya habría tiempo para
descansar y procurarse, no fue así, el tiempo seguía su curso, las personas se
iban alejando.
No supo, en que momento se quedó
sin nada ni en que momento la vida se pavoneaba ante su mirada confundida y esa
tristeza que le anegaba el alma.
No faltan quien le decían, se
diera una nueva oportunidad, era momento de soltar e incluso hubo quien le
propuso fuera al psiquiatra.
Nadie entendía que, no se trataba
de apatía ni de depresión, era cansancio de tanta insensatez, de tanta
ingratitud. Según si escala de valores y sentido común, existía el
agradecimiento, la gratitud, la solidaridad pero al parecer esos valores ya
estaban en desuso.
Sus concepciones eran anticuadas,
fuera de contexto, al parecer, lo de hoy era el uso desnaturalizado de las
personas, de las cosas hasta de la vida.
No obstante, su espíritu
combatiente no quería darse por vencido. Era una lucha interna entre la
tristeza y su deseo de vivir. Nunca se había vencido ni en las peores
circunstancias, sabía que tenía que encontrar la salida, sólo que, por el
momento no encontraba cómo enterrar a sus muertos que, se negaban irse. ¿Dónde
o cómo salir de esa fosa oscura que le ahogaba?
En algunos momentos, aparecían
destellos que, parecía una salida para después transformarse en un espejismo falso.
Después de algunas falacias, aprendió como podía mantener la fe, utilizaría
esas entelequias para no sucumbir.
Cuando aparecía alguna, la
disfrutaba como si fuera una realidad, no había otra opción, tenía que utilizar
su instinto de sobrevivencia.
Eso no la exentaba de derramar
unas cuantas lágrimas y pasar por breves duelos. Era un ser sensible,
dramático, no podía negar su naturaleza. Tenía que aceptarse para poder
encontrar la salida de ese foso en que se había atrapado.
Tenía claro que en este mundo,
más de un alma esa situación, no es un fenómeno de la naturaleza. Sólo que
mientras otros están del otro lado de la ventana, fingiendo vivir o
negando su desolación entre el bullicio, su alma vive su noche oscura.
Lunaoscura
No hay comentarios:
Publicar un comentario