domingo, 20 de septiembre de 2015

Confesiones

Es una tarde con el cielo encapotado y el viento corre, frío y penetrante. Patricio, llega como todos los días a su casa y como es costumbre Julieta, se encuentra en la sala.




En seguida de cruzar los saludos de costumbre, él, se sienta frente ella y con voz entrecortada, le confiesa que sea enamorado de otra mujer, Susana, lo escucha sin mirarlo a los ojos, solo siente una punzada quemante en el corazón, no quiere llorar ni tampoco imaginar, únicamente se lamenta no haber hecho casos a sus corazonadas. Por su parte él, siente como una loza de culpa se le quitaba de encima, aunque sabe que perderá para siempre a su compañera.

Después de unos prolongados minutos, ella le revela que, desde hace algún tiempo se ve con otro hombre. Ambos, sienten en sus almas, la paz y tranquilidad de decir la verdad, entienden que sus vidas no serán las mismas, tomarán caminos diferentes que, la promesa de que “hasta que la muerte los separe”, solo se trataba de un cliché que el tiempo y la rutina termina por borrar su significado.

Sin mediar palabra alguna, apagaron las luces y se dirigieron a su recámara, como hacia mucho tiempo se entregaron a la pasión de sus carnes. Cuando terminaron, el sueño hizo lo propio.

Al amanecer Patricio dejo el lecho y a Susana, se encaminó a buscar a su nuevo amor, nada le aseguraba que fuera una unión definitiva, pero hoy como hace mil años, la esperanza es lo último que se pierde.


Lunaoscura

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