martes, 28 de febrero de 2017

Destino

Desde hace unos días me viene sucediendo algo bastante extraño. Todo empezó cuando, soñé que, una amiga de la oficina, se presentaba en mi casa de improviso. Hasta ahí nada raro, pero la sorpresa llegó cuando, a los cinco minutos de despertarme, nadie más y nadie menos que Rebeca, se presentó en mi casa pidiéndome ayuda porque a unas cuantas cuadras de mi casa la habían asaltado.

Qué curioso déjà vu, me dije. Sin darle más vueltas, seguí mi rutina habitual del día. Llegada la noche, me eché en la cama y dormí plácidamente. Desperté, como cada día, maldiciendo el despertador.

Cuando llegué a la oficina mis compañeros, estaban entre preocupados y extrañados. La señora Caritina no había llegado, cosa sumamente rara, en sus treinta años de servicio, jamás había llegado tarde. Me quedé paralizada unos segundos y recordé mi sueño de esa misma noche. Sin reflexionar comenté que Cary había muerto. La reacción desaprobatoria, no se hizo esperar. En ese instante sonó el teléfono. Informaban que desafortunadamente Cary había sufrido un infarto. Al escuchar la noticia, me horroricé.

Transcurrieron unos días sin que la situación se repitiera. Dormía con un ojo abierto, temerosa de que algo así pudiera realmente estar pasando. Cada día, nada más me levantaba, apuntaba frenética todo lo que recordaba haber pensado en mi duermevela, para no dejar escapar ningún detalle. Pero las mañanas sucedían a los sueños sin que pareciera existir ninguna nueva conexión entre ellos.

Después de unos días, me relaje, seguramente todo se había tratado de una horrible coincidencia.

A las tres de la mañana, me desperté sobresaltada, había soñado a Julio, mi amigo, en una cama de hospital. No veía la hora de que amaneciera, tenía que saber de él. Llegué a la oficina más temprano de lo habitual, me dirigí a la oficina de Julio, después de un buen rato de espera este apareció de lo más calmo posible, al verme se sorprendió. Le platique mi sueño, le roge que se cuidara, él entre confundido y molesto, me dijo que nunca había tenido problemas de corazón que me relajara. Apenada de mi comportamiento errático, le dije que tenía razón y me retire.

No supe nada de él por unos días, hasta que una mañana, al llegar a trabajar, Julio me esperaba, con cara seria. “Me echaste la sal”. No lograba entender de que me hablaba, pero veía que estaba molesto conmigo. Más calmado, me informo que el día en que lo espere para contarle mi sueño, por la noche sufrió un infarto. Se me heló la sangre.

Después de ese episodio, el miedo a dormir se apodero de mí. Finalmente, y tras largos días de insomnio, mi cuerpo no pudo resistir más el cansancio y cayó rendido.

Esta vez, fue un accidente automovilístico, un vehículo era arrastrado por el tren. Eso no era posible, en la ciudad ya no hay trenes. A fin de tranquilizarme, investigue, en efecto no había servicio ferroviario en la ciudad, excepto uno de carga que pasaba por el poniente de la ciudad. Me quería morir, era cierto, cerca de la escuela, pasaba el tren. Todo el día una sensación de angustia, me desbordaba, no quería ir a la escuela, pero tenía que ir. No pasó nada, eso me tranquilizo.  Todo había sido una pesadilla.

Olvide el sueño, unos días más tarde, a la salida del colegio, unos compañeros y yo íbamos rumbo a la parada de autobuses, cuando se escuchó un fuerte impacto y el rechinar de llantas y fierro. Corrimos a la avenida. En ese momento, el tren empujaba un vehículo sobre las vías. Me desvanecí.

Después de lo ocurrido, no puede hacer ojos ciegos a la evidencia. ¿Será que con mis sueños definían los acontecimientos, o que por alguna extraña revelación se me comunica todo lo que va a suceder?

Día tras día, cada palabra, cada pequeño movimiento que registra mi mente mientras duermo, se repite en la realidad. Parece como si yo poseyera una especie de don premonitorio. Eso me tiene entre confundida y asustada.

No obstante, entre tanto surrealismo, inconscientemente he empezado a calcular los beneficios que podía tener para mí… Un mundo de posibilidades se abre ante mis ojos. Solo cabe agradecer a la fortuna y disfrutar de la fama y el dinero que esta virtud podría proporcionarme fácilmente. Me auguro una felicidad absoluta.

¡Maldición!, he soñado que hoy moría atropellada.


Lunaoscura

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