Desde
hace unos días me viene sucediendo algo bastante extraño. Todo empezó cuando, soñé
que, una amiga de la oficina, se presentaba en mi casa de improviso. Hasta ahí
nada raro, pero la sorpresa llegó cuando, a los cinco minutos de despertarme,
nadie más y nadie menos que Rebeca, se presentó en mi casa pidiéndome ayuda
porque a unas cuantas cuadras de mi casa la habían asaltado.
Qué
curioso déjà vu, me dije. Sin darle más vueltas, seguí mi rutina habitual del
día. Llegada la noche, me eché en la cama y dormí plácidamente. Desperté, como
cada día, maldiciendo el despertador.
Cuando
llegué a la oficina mis compañeros, estaban entre preocupados y extrañados. La
señora Caritina no había llegado, cosa sumamente rara, en sus treinta años de servicio,
jamás había llegado tarde. Me quedé paralizada unos segundos y recordé mi sueño
de esa misma noche. Sin reflexionar comenté que Cary había muerto. La reacción desaprobatoria,
no se hizo esperar. En ese instante sonó el teléfono. Informaban que
desafortunadamente Cary había sufrido un infarto. Al escuchar la noticia, me
horroricé.
Transcurrieron
unos días sin que la situación se repitiera. Dormía con un ojo abierto, temerosa
de que algo así pudiera realmente estar pasando. Cada día, nada más me levantaba,
apuntaba frenética todo lo que recordaba haber pensado en mi duermevela, para
no dejar escapar ningún detalle. Pero las mañanas sucedían a los sueños sin que
pareciera existir ninguna nueva conexión entre ellos.
Después
de unos días, me relaje, seguramente todo se había tratado de una horrible coincidencia.
A
las tres de la mañana, me desperté sobresaltada, había soñado a Julio, mi amigo,
en una cama de hospital. No veía la hora de que amaneciera, tenía que saber de
él. Llegué a la oficina más temprano de lo habitual, me dirigí a la oficina de
Julio, después de un buen rato de espera este apareció de lo más calmo posible,
al verme se sorprendió. Le platique mi sueño, le roge que se cuidara, él entre
confundido y molesto, me dijo que nunca había tenido problemas de corazón que
me relajara. Apenada de mi comportamiento errático, le dije que tenía razón y
me retire.
No
supe nada de él por unos días, hasta que una mañana, al llegar a trabajar, Julio
me esperaba, con cara seria. “Me echaste la sal”. No lograba entender de que me
hablaba, pero veía que estaba molesto conmigo. Más calmado, me informo que el
día en que lo espere para contarle mi sueño, por la noche sufrió un infarto. Se
me heló la sangre.
Después
de ese episodio, el miedo a dormir se apodero de mí. Finalmente, y tras largos
días de insomnio, mi cuerpo no pudo resistir más el cansancio y cayó rendido.
Esta
vez, fue un accidente automovilístico, un vehículo era arrastrado por el tren.
Eso no era posible, en la ciudad ya no hay trenes. A fin de tranquilizarme,
investigue, en efecto no había servicio ferroviario en la ciudad, excepto uno
de carga que pasaba por el poniente de la ciudad. Me quería morir, era cierto,
cerca de la escuela, pasaba el tren. Todo el día una sensación de angustia, me
desbordaba, no quería ir a la escuela, pero tenía que ir. No pasó nada, eso me
tranquilizo. Todo había sido una
pesadilla.
Olvide
el sueño, unos días más tarde, a la salida del colegio, unos compañeros y yo íbamos
rumbo a la parada de autobuses, cuando se escuchó un fuerte impacto y el
rechinar de llantas y fierro. Corrimos a la avenida. En ese momento, el tren
empujaba un vehículo sobre las vías. Me desvanecí.
Después
de lo ocurrido, no puede hacer ojos ciegos a la evidencia. ¿Será que con mis
sueños definían los acontecimientos, o que por alguna extraña revelación se me
comunica todo lo que va a suceder?
Día
tras día, cada palabra, cada pequeño movimiento que registra mi mente mientras
duermo, se repite en la realidad. Parece como si yo poseyera una especie de don
premonitorio. Eso me tiene entre confundida y asustada.
No
obstante, entre tanto surrealismo, inconscientemente he empezado a calcular los
beneficios que podía tener para mí… Un mundo de posibilidades se abre ante mis
ojos. Solo cabe agradecer a la fortuna y disfrutar de la fama y el dinero que
esta virtud podría proporcionarme fácilmente. Me auguro una felicidad absoluta.
¡Maldición!,
he soñado que hoy moría atropellada.
Lunaoscura
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