En lo profundo del bosque, la familia Peregrinus, estaba de celebración, sus jóvenes polluelos echarían a volar por primera vez.
La primera, en pararse al filo
del nido, fue la fuerte y decidida Andrea, la primogenitita, por unos
instantes, dejó que el viento le acariciara, aspiro y echo a volar. La
siguiente, fue la dulce Oriana, sin mucha vacilación, abrió sus alas, giro su
cabeza hacia sus padres y con una sonrisa surco los aires. El rostro de los padres,
se iluminó por el orgullo que los embargaba.
Finalmente, le tocaba el turno al
pequeño Falco, había sido el último en salir del huevo y con muchas desventajas
había logrado sobrevivir. Los padres, estaban expectantes, su terzuelo, sería
capaz de volar.
Falco, lentamente y con mucha
inseguridad, se trepó en la orilla del nido, no se sentía seguro de poder
hacerlo y lo que más le mortificaba, era decepcionar a sus padres. Al ver su
actitud, su padre se aproximó a él, y sabiamente le dijo:
“Falco, no detengas tus sueños por los miedos, nadie progresa en su
vida, si no toma riesgos, el que quiera rosas tendrá que aprender a caminar
entre espinas. Siempre arriesgarse con sensatez y prudencia. No se trata de
perderlo todo en un instante, ni de ganarlo todo de la noche a la mañana. Se
trata de ir creciendo, poco a poco, día tras día.”
Falco, con la cabeza gacha,
escuchaba a su padre, una fuerza desconocida empezó a recorrerlo, una vez que
su padre hubo terminado, hizo una inhalación profunda, levanto su vista al
cielo, con determinación abrió sus alas, batiéndolas con fuerza echo a volar.
Moraleja: Siempre habrá un “pero”, en el juego de la vida hay
partes angustiosas, sin embargo, hay que tener claro los fines.
Lunaoscura
No hay comentarios:
Publicar un comentario