Altiva y arrogante era Lucina,
iba por la vida exigiendo lo mejor, incapaz de una palabra amable para quien
consideraba inferior.
Frecuentaba los mejores lugares
de la ciudad, se codeaba con la alta sociedad, muchos de los cuales la
consideraban toda una dama. No obstante, vivía vigilando la vida de los demás.
Defensora incansable de las
buenas costumbres y la moralidad, era un verdugo atroz, no se tocaba el corazón
para destrozar a los infractores.
Dentro de toda esa escenografía
de sofisticación y rectitud, era una mujer sola y resentida que nunca se
recupero de una traición.
Se había casado a los veinticinco
años con un joven ingeniero de la mejor familia de su provincia, era una pareja
idílica de revista de sociales.
Con el respaldo de amabas
familias, se trasladaron a vivir a la gran ciudad, en donde fueron apoyados por
las amistades de sus padres. En unos cuantos días a su llegada, su marido
ya tenía trabajo estable y bien remunerado, ella fue aceptada en un exclusivo
círculo social.
Su vida era un cuento de hadas,
casa hermosa, servidumbre, un marido guapo e inteligente y ella toda una
señora.
Después de un tiempo, se embarazo
y procreo un hermoso varón. El primogénito de la familia, su marido estaba
feliz y ella más.
Pasaron los años y nunca más se
pudo volver embarazar, preocupado su esposo y ella consultaron a los mejores
especialistas pero todo fue en vano.
Se consolaba con saber que, por
lo menos pudo tener a su hijo, así las cosas, después de algunos años, su
marido empezó a cambiar.
En un principio ni cuenta se dio,
estaba dedicada en cuerpo y alma a su hijo y a sus múltiples compromisos
sociales.
Hasta que callo en cuenta que, su
marido no la llevaba a los viajes ni a las reuniones sociales que se realizaban
por motivo de su trabajo.
En algún momento, le pregunto a
su esposo, el motivo de tal distanciamiento. Él le respondió que tenía que
estar pendiente de su hijo, lo cual le pareció un gesto hermoso para su hijo y
para su labor de madre.
Pero no faltaron las buenas
samaritanas que, le pusieron al tanto de las andanzas de su marido. Le
informaron que era todo un casanova que, se hacia acompañar a las reuniones por
cuanta chica joven se encontraba.
Ella se negaba a dar crédito a
semejantes intrigas, todo eso, era producto de vil envidia pero la duda se
había depositado en su alma.
Martirizada con un montón de
ideas y lacerada por los celos, decidió vigilar a su esposo, para ellos pidió
consejo a sus mejores amigas, las cuales de inmediato la contactaron con un
investigador.
Éste realizo su trabajo a la
perfección, proporcionándole nombres, lugares, fotografías y hasta fechas.
Resulta que, el padre ejemplar y
excelente marido, tenía un departamento de soltero, donde hacia reuniones con
sus amigos, muchos de los cuales eran los esposos de sus amigas. Al enterase de
esto, considero prudente hacerlo saber a sus amigas, no era correcto que a unas
damas de su alcurnia fueran el “hazme reír” de cualquiera.
En efecto, les informo pero
menuda sorpresa se llevo, ellas lo sabían, le aconsejaron que no hiciera
escándalo que sería “mal vista”, además de correr el riesgo depender todo.
Por un tiempo mantuvo en silencio,
su marido intuyo que ya sabía, su dulce mujercita se había transformado en una
mujer silenciosa y de mal humor constante.
Ambos callaron por conveniencia
pero en el corazón de Lucina, se acrecentaba el resentimiento y la amargura.
Cualquier situación, relacionada
con la infidelidad, la ponía verdaderamente mal, sobre reaccionaba y era mordaz
con sus comentarios.
Una noche llamaron a su casa, era
la policía para informarle que su marido había sufrido un accidente. Inmediatamente,
se dirigió al hospital.
Ahí le informaron que su estado
era delicado pero que su acompañante, afortunadamente, sólo había sufrido una
fractura. Ella oculto su sorpresa y disgusto, esperando que su esposo se
recuperara y con la experiencia vivida, modificara su conducta.
El caso es que, su esposo no se recupero,
murió unos días después, ella tuvo que mantener las apariencias, pidiéndole al
director del hospital que se dijera que venía acompañado por una desconocida.
Después del luto reglamentario, continúo
con su vida social pero volvió la mujer más temida por su sociedad.
Sólo ella, en la soledad de su
casa da rienda suelta a su desilusión, el cuento de hadas que soñó, se
convirtió en una profunda decepción que le amargo la existencia.
Lunaoscura
No hay comentarios:
Publicar un comentario