Ese día, Lina se levantó con la
determinación de hacer limpieza en su clóset, había decidido deshacerse de
todos esos “tiliches” que generalmente las mujeres de su edad guardan, como
testigos mudos de felicidades pasadas.
En un acto de valentía, abrió de
par en par las puertas del inmenso clóset, en una parte se encontraban los tres
o cuatro vestidos que, usaba para salir, suéteres, sacos y un abrigo. En la
parte superior, la ropa de cama y los blancos.
Realmente, la mayor parte del armario
estaba llena de bolsas, bolsitas y cajas en donde se hallaban las reliquias de
su vida.
Empezó a bajar cada envoltorio y
caja que había, las puso sobre el piso, esto le llevó un buen rato. Cuando
termino jaló una silla que, se hallaba en su recámara y empezó la tarea
arqueológica.
Encontró unas zapatillas de aguja,
de ante blanco, bueno ya no tan blanco, los que uso en su primera fiesta
de joven. Los recuerdos le invadieron la mente, ese día, se sintió toda una
adulta, salía por primera vez con sus amigas a una fiesta y sin chaperones.
Se recordó que, el vestido que
uso, también lo había guardado, debía de estar por ahí.
Así, fue sacando uno a uno los
vestigios de su vida, en momentos reía, en otras, las lágrimas se desbordaban
al recordar, las historias que contenían los objetos.
Muy a su pesar, selecciono las
que regalaría a la caridad, otras se las daría a sus hijos, consideraba que les
pertenecían.
Se llevó casi el día completo en
su depuración, se sentía cansada física y emocionalmente.
Todo se encontraba dispuesto en
diversas bolsas, listas para ser despachadas.
El armario lucía desolado con
unas cuantas prendas. Suspiro al darse cuenta cual era su actual realidad, en
ese momento observo en lo profundo del clóset una caja.
La saco, estaba envuelta con una
bolsa, no recordaba qué era lo que había guardado con tal cuidado.
La tomo y se dirigió a la cama,
la coloco sobre ésta y se sentó a su lado, quito la bolsa de plástico,
era una caja larga de color paja, atada con una cinta y anudada con un moño.
Parecía un regalo, quito la cinta
y abrió la caja, en su interior había un vestido blanco, al verlo sintió
un calor frío que le recorrió el cuerpo acompañado de alegría y tristeza.
Tomo el vestido y se dirigió al
espejo. Frente a él se sobrepuso el vestido y las lágrimas rodaron por sus
mejillas.
Era un vestido de novia, lo había
seleccionado muchos años atrás, entre muchos de una revista. Anda buscando un
vestido para su fiesta de quince años, accidentalmente llegó a sus manos una
revista de vestidos de novia, la ojeo y ahí estaba, ese vestido la cautivó.
Inmediatamente, le dijo a su
madre que ese vestido lo quería para la fiesta, su madre al verlo, le comento
que eso era un vestido de novia y no de quinceañera.
No importa, le quitamos el velo y
los azares, será mi vestido – argumento- ¡Estás loca!, anda busca uno adecuado
para el evento - su madre sentenció.
Sin que nadie se diera cuenta,
arrancó la página y la guardo.
En fin de cuentas, uso otro
vestido para su fiesta de quince años, no le gustaba pues fue al gusto de su
madre y su madrina.
Pasaron los años y conoció a
Manuel, después de un tiempo de noviazgo decidieron casarse. Ella mando hacer
el vestido, obvio, el de esa revista.
Le entrego a la modista, la hoja
y le pido que fuera exactamente igual. La modista le sugirió otros modelos, ése
estaba pasado de moda. Rotundamente, se negó a cambiarlo, es que así la modista
confecciono ese vestido.
Ella, le comentó a su prometido
que, había mandado hacer su vestido, al oír eso Manuel, comentó que él no
pretendía tener una boda religiosa, no comulgaba con eso.
Lina se sintió confundida y
triste pero ideo la solución, lo usara en la ceremonia civil, era el vestido
que le había gustado desde muy pequeña y se había prometido usarlo.
Manuel, veía el rostro iluminado
de Lina por la emoción, sin embargo secamente le expresó
– Allá
tú, no voy a dar ni un centavo en algo que sólo se usara una vez y que además
es un capricho.
– Lina
explicó- que ella lo había pagado, era su sueño que tenía y lo iba a cumplir.
Llego el día de la boda, Lina se
atavió con su vestido, estaba lista para dirigirse a la recepción, su madre no
estaba convencida que fuera vestida de esa manera pero conocía a su hija, sabía
que nada le quitaría de la cabeza esa ilusión.
En la entrada del salón, con todo
listo para recibir a la novia, Manuel apareció, al ver a su prometida con el
vestido, señalo que de ninguna manera permitiría que entrara con ese vestido
ridículo y fuera de moda que, era una ocasión especial para los dos.
Lina enojada, apuntó que ese
vestido lo había elegido desde sus quince años, no estaba fuera de moda ni se
veía ridícula. Entraba así vestida o no había boda.
Los ánimos se caldearon, Lina
lloraba y Manuel gritaba, las madres de los dos, trataban de poner orden pero
ninguno de los dos cedía.
La boda se canceló, Lina, regreso
a su casa desilusionada y molesta. Manuel días después, se presento para
pedirle que le devolviera el anillo de compromiso y decirle, si por un capricho
era capaz de cancelar la boda, era obvio que no sería una buena esposa.
Los días y los meses pasaron,
Lina estaba triste, el vestido de sus sueños regreso a su caja envuelta en una
bolsa.
Con el tiempo, conoció a Samuel,
con él se casó, en una ceremonia íntima, sin más que las familias y unos
cuantos amigos. El vestido de novia, jamás lo usó, se quedo en un rincón del
armario.
Sin embargo, su matrimonio fue
feliz, tuvo tres hijos, hoy ya mayores. Samuel había muerto tres años atrás.
Lina, no necesitaba los objetos, los
recuerdos, se los llevaría a su tumba.
Lunaoscura
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