Las palabras de una lengua son,
en cualquier sociedad, un vínculo poderoso. Nacen casi siempre, y son
utilizadas, como simples vehículos de intercambio, como etiquetas de
transacciones diarias.
Pero las experiencias más
singulares, más profundas, más sentidas de la vida también son asunto que
requiere palabras. Y para ello, no tenemos sino esas pobres monedas de la
cotidianidad.
Los poetas las valoran y las
llenan de sentido, les dan un aura, van enalteciendo su historia, rescatan el
primer asombro de donde surgieran.
Para ello, necesitan utilizar
todos los recursos del lenguaje. El sonido, el sentido, la longitud, el acento,
la música. Muchos pueblos encuentran, a través de sus poetas, ciertos modos
propios, breves e intensos de hacer brillar su lenguaje. Los persas hallaron la
rubaía; de entre nuestros antepasados, los españoles encontraron la copla; los
japoneses, la tanka y el haiku.
Estas formas cortas, a medida que
se van convirtiendo en instrumentos poéticos, requieren de quien las oye o las
lee un nivel de comprensión y de colaboración mucho mayor que el lenguaje
corriente. Pues en ellas, cada palabra es como una clave para hacer surgir una
dimensión del mundo. Cada palabra se emplea por su capacidad de evocar por sí
sola un ambiente, una historia, y a veces, poco menos que un universo; y por lo
mismo se requiere, de quien se ponga en contacto con esta clase de poemas, que
haga florecer su sensibilidad, su imaginación y su memoria para poder percibir
esos mundos que así convoca el poeta.
Su Origen
Desde el comienzo de la literatura japonesa, ha habido una métrica predominante. Los versos de cinco y siete sílabas están presentes ya en algunas de las canciones que hacen parte de los más antiguos documentos japoneses, las crónicas del Kojiki y del Nihon Shoki, del siglo VIII. En el año de 760 aparece la primera obra literaria conocida,
El
Chõka – o nagauta - es un poema de versos alternados de cinco y siete sílabas,
que termina con un par de versos de siete. La tanka, el poema japonés por
excelencia, tiene cinco versos: comienza por tres de cinco, siete y cinco
sílabas, y termina con dos de siete. Un ejemplo: dos tankas de Ono No Komachi,
la gran poeta del Siglo IX:
Aki kaze ni
au ta no mi koso kanashikere waga mi munashiku narinu to omoeba |
Vientos de otoño
dispersando en el campo restos de espigas, me dicen que tampoco seré ya cosechada |
Kagiri naki
omoi no mama ni yoru mo kon yumeji o sae ni hito wa togameji |
Amor sin límites
al buscarle me guía entre lo oscuro. Nadie me hará preguntas, camino de los sueños. |
Estos
poemas hacen parte de la gran colección del Kokinshu, Poemas de antes y ahora,
reunida por orden imperial a comienzos del Siglo X. Se puede notar en ellos que
la forma de la Tanka
se presta a ser dividida en dos partes: el trío de versos iniciales (llamado
“comienzo”, hokku) y un dístico final. Los dos últimos versos se convierten
casi en un comentario de los primeros.
El
proponer entonces un comienzo para que otro lo completara con un par de versos
llegó a volverse un ejercicio muy popular. Y luego surgió la forma “ligada” –
renga – de tríos y pareados alternándose, una forma de poesía colectiva que en
los siglos XIV y XV llegó a una gran formalización, y que alcanzaba a veces
gran longitud. La renga más famosa fue compuesta por Sõgi (1421-1502) y dos de
sus discípulos en 1488, junto al río Minase, y comienza así:
Yuki nagara
yamamoto kasumu yõbe kana
Yuku mizu tooku
ume niou sato |
Aún con nieve
y laderas brumosas, la noche cae.
Lejana corre el agua;
La aldea huele a ciruelos |
Kawakaze ni
hitomura yanagi haru miete
Fune sasu oto mo
shiruki akegata |
Brisa en el río.
Junto a los sauces nace la primavera.
La pértiga de un bote
suena en la luz del alba. |
Con el
tiempo, el conjunto de reglas que debía cumplir el renga, no solo en lo formal
sino en la temática, lo hizo inadecuado para muchos de los asuntos de la vida
corriente. De allí que aparecieran
dos escuelas de renga: la seria (Ushinha), defensora y practicante del renga clásico, y la cómica (Mushinha) promotora de reuniones de humor para la práctica del “renga libre” en que la forma se conserva pero se ignoran las limitaciones del contenido. En estos poemas, - haikai renga - se abre la puerta para el humor, la irreverencia, la fiesta, y en consecuencia, la incorporación de muchos temas que en el renga formal no se podían tratar.
dos escuelas de renga: la seria (Ushinha), defensora y practicante del renga clásico, y la cómica (Mushinha) promotora de reuniones de humor para la práctica del “renga libre” en que la forma se conserva pero se ignoran las limitaciones del contenido. En estos poemas, - haikai renga - se abre la puerta para el humor, la irreverencia, la fiesta, y en consecuencia, la incorporación de muchos temas que en el renga formal no se podían tratar.
Sin
embargo, los dos tipos de renga comparten el valor que le dan a la estrofa
inicial, el hokku, los tres primeros versos de cinco, siete y cinco sílabas.
Esos tres primeros versos plantean el tono y el tema de toda la composición, y
su calidad es fundamental para el éxito de la renga. Comenzó así a dárseles
importancia por sí mismos. Y el mismo Sõgi escribió un diario de viaje en que
aparecen muchos de estos hokku como poemas independientes.
Hokku
en sus primeros tiempos
Es así,
y con este nombre, como inicia su vida la más breve de las formas poéticas
japonesas. Marcado por un comienzo de broma, de ingeniosidad, de juego verbal.
Heredero de algunas de las convenciones de la escuela seria del Renga, como la
que requiere indicar la estación del año a través de una palabra o una
expresión – el kigo.
Un
ejemplo de la ingeniosidad de los primeros tiempos es el famoso de Sõkan
(1458-1542) sobre la luna:
Tsuki ni e wo
Sashitaraba yoki Uchiwa kana |
Ponle a la luna
un mango. ¡Qué abanico se volvería! |
Dos
nombres más hay que citar de esta época. Moritake Arakida (1472-1549), un alto
sacerdote del gran santuario shintoísta de Ise, quien es recordado sobre todo
por este hokku:
Rakka eda ni
Kaeru to mireba kochoo kana |
¿Vuelven al tallo
las flores desprendidas? ¡Mariposas! |
El otro
nombre es el de Sõin Nishiyama (1605-1682), el fundador de la Escuela Danrin , que
se puede considerar dentro de la vertiente cómica pero con importantes
incursiones a la composición seria, que ya comienzan a hacer presagiar el
potencial de esta forma:
Shiratsuyu ya
Mufunbetsunaru okidokoro |
Blanco el rocío,
y se posa sin juicio en cualquier parte. |
Un
estudioso del Haiku, Harold G. Henderson, hace notar que en estos versos hay ya
tantas connotaciones, que no es posible agotar los significados de este poema.
Y reconoce tal cualidad como una que caracterizará lo mejor de este género en
su futuro desarrollo.
Hallazgo
y trascendencia: Matsuo Bashó
Quizá
el aislamiento y la paz de un país unificado por la fuerza, después de cuatro
siglos de guerras civiles, hayan tenido que ver con el florecimiento de la
literatura en la época de Edo o Tokugawa, que se inició en el Japón a comienzos
del siglo XVII. En el ámbito poético, esta primavera se inició de modo
esplendoroso, con el surgimiento de Matsuo Bashõ, uno de los cuatro grandes
nombres de esta historia.
Nació
en Ueno, un lugar al sureste de Kioto, y le dieron el nombre de Matsuo Kinsaku.
Su padre, Matsuo Yozaemon, era un samurai de rango inferior en la altamente
estratificada sociedad japonesa. A los ocho años fue enviado a Iga, muy cerca
de Ueno, como paje de Yoshitada, el hijo del señor feudal de los Toodoo, sólo
dos años mayor que él.
Toodoo
Yoshitada y Matsuo Kinsaku iniciaron el aprendizaje de la poesía con Kitamura
Kigin (1624-1703). Sus primeros nombres literarios fueron, respectivamente,
Sengin y Sobo. Hay un poema de Sobo fechado en 1662, y los dos nombres aparecen
en una antología de 1664.
La
muerte de Sengin en 1666 fue un evento dolorosísimo y pleno de consecuencias
para Kinsaku. No pudiendo soportar servir a un nuevo amo, escapó al monasterio
de Kõyasan. Parece que por este tiempo tuvo amores con alguien que después,
como monja, tomaría el nombre de Jutei. Puede que haya tenido hijos con ella.
Después,
se sabe que fue a Kioto, donde se encontró de nuevo con Kigin y continuó con él
estudios de poesía, y además, de caligrafía con Kitamuchio Unchiku; y con Itõ
Tanan, de clásicos chinos. Puede hablarse de una temprana influencia taoísta, a través del clásico
chino Chuang Tzu, a quien gustaba citar. Treinta y un poemas suyos aparecen en
una antología de 1667. Luego, en 1672, publicó una antología comentada de
hokku. Y en la primavera de ese año, con Kigin, partió para Edo (hoy Tokio),
donde fundó una escuela.
Su
primer discípulo fue entonces Kikaku. Hay un famoso episodio entre Bashõ y
Kikaku que sirve para mostrar cómo las lecciones del maestro no eran sólo de
pura poesía, sino también, con el pretexto del haiku, de ética budista y de
actitud vital. Se cuenta cómo, yendo los dos por el campo, Kikaku vio algo y
dijo:
|
¡Rojas libélulas!
Quitándoles las alas, ¡hacen pimientos! |
A lo
que Bashõ se apresuró a replicar:
- ¡Eso no es un hokku! Tendrías que decir:
|
¡Rojos pimientos!
Añadiéndoles alas, ¡hacen libélulas! |
Pocos
años después, en 1675, conoció a Sõin, que había venido de õsaka y le invitó a
componer renga. Fue allí cuando adoptó un nuevo nombre literario: Tõsei.
En 1679
Tõsei escribe un haiku que será muy importante en su desarrollo poético:
Kare eda ni
karasu no tomarikeri aki no kure |
A mustias ramas
llega un cuervo. La noche de otoño cae. |
Lo que
se necesita destacar aquí es el contraste que se establece entre dos realidades
igualmente concretas, pero de una escala muy distinta: la pequeña movilidad
brillante y oscura del cuervo entre las ramas secas, de un lado, y la vastedad
de la noche otoñal que comienza. Además,
son dos enunciados de hecho lo que se plantea: no se ofrece ninguna
interpretación. El lector – o el oyente – es libérrimo para imaginar el sentido
de lo que pueda estar pasando aquí.
En 1680
uno de sus discípulos, Sampõ, le ofrece una casita en Fukagawa, un lugar
tranquilo de Edo, cerca del río Sumida. En la primavera del año siguiente, otro
discípulo le regaló una planta de banano – bashõ en japonés – que sembró en el
jardín, y fue así como vino a ser conocido como el Maestro de la casa de Bashõ,
o el maestro Bashõ. Y este fue su nombre literario por el resto de su vida. Uno
de los primeros hokku que compuso allí fue:
Shiba no to ni
cha o konoha kaku arashi kana |
Junto al cercado,
las hojas de té muertas se arremolinan. |
A pesar
de sus alumnos y mecenas, Bashõ se sentía solo; por entonces – en 1682 - comenzó
a experimentar la meditación Zen con el sacerdote Butcho, que vivía cerca. Ese
invierno, un incendio destruyó la cabaña y toda la vecindad. Poco después,
Bashõ supo que su madre había muerto.
De
todos modos, el poeta y sus discípulos publicaron una antología, Minashi Guri
-Castaños rugosos, y después de unos meses que Bashõ pasó en la aldea de
Hatsukari, provincia de Kai (hoy Kofu, al norte de Tokio) la cabaña fue
reconstruida.
La
inquietud espiritual de Bashõ le llevó a emprender, en 1684, lo que sería el
primero de una serie de viajes. Comenzó en Edo , pasó al pié del monte Fuji,
por la costa, hasta llegar al Santuario de Ise y a Ueno, donde pasó el año
nuevo después de años de ausencia de su primer hogar. Luego visitó Nara y
Kioto, y pasó algún tiempo en Nagoya, donde publicó la antología Un día de
invierno (Fuyu no hi). Llegó de vuelta a Edo en 1685, nueve meses después de
haber salido.
Viajar
no era fácil por entonces en el Japón. Bashõ buscaba liberarse de servidumbres
materiales y llegar a su más hondo ser de poeta. De estas jornadas quedaban
escritos de viaje, de los cuales el primero fue Anotaciones de un esqueleto a la intemperie.
Fue en
1686 cuando compuso su haiku más famoso, durante una reunión de amigos y
discípulos, en su cabaña de Edo, al oír una rana zambulléndose:
Furuike ya
Kawazu tobikomu Mizu no oto |
Un viejo estanque.
Una rana que salta; ruido de agua. |
En 1687
fue al templo de Kashima, unos ochenta kilómetros al oriente de Edo, e
inmediatamente después emprendió su segundo gran viaje, que duró once meses, y
siguió en forma aproximada la misma ruta del primero. Visitó Suma y Akashi,
lugares nombrados en la
Romanza de Genji, el gran clásico narrativo del Siglo XI,
escrito por Murasaki Shikibu. En el otoño de 1688 volvió a Edo. Partes del
viaje fueron objeto de dos escritos, Memorias de un morral gastado por los
viajes y Visita a la aldea de Sarashina.
Poco
después comenzó a prepararse para su gran peregrinación al norte, en tierras
donde no tenía casi conocidos. Un vecino que se había convertido en discípulo y
amigo, Sora, le acompañó en la primera parte del viaje. El recorrido le llevó
hasta uno de los paisajes más famosos del Japón, la bahía y las islas de
Matsushima frente al Pacífico, y luego, a través del norte de Honshu, llegó a
Kisagata, aldea en el Mar del Japón. De allí se dirigió al sur, a lo largo de
la costa, pasó frente a la isla de Sado...
Ara umi ya
Sado ni yokotau Ama no gawa |
El mar violento.
Sobre la isla de Sado, el río del cielo. |
Y
terminó a los seis meses su viaje en Ogaki, cerca del lago Biwa. Pero no volvió
inmediatamente a Edo; estuvo dos años en la vecindad de Kioto y Ueno, pasando
temporadas en las casas de sus discípulos. Durante este tiempo publicó dos
grandes antologías, La
Calabaza y Abrigo de Mono. Volvió a Edo hacia el final de
1691. En la primavera del año siguiente, sus discípulos le construyeron una
tercera casa.
Pero
los visitantes atraídos por su fama, y la presencia de un sobrino inválido, así
como la reaparición de Jutei, ya anciana y con sus hijos, vinieron a turbar la
tranqilidad del poeta. Por un tiempo breve decidió no recibir a nadie. Luego de
publicar una nueva antología, Saco de carbón, emprendió un nuevo viaje. Estuvo
en Ueno y Kioto, y luego pasó a Õsaka, donde cayó enfermo y murió. Su último
poema es una reafirmación del impulso que le llevó a recorrer las playas, las
montañas y las ciudades de su país:
Tabi ni yande
Yume wa kareno o kakemeguru |
Viajando enfermo,
por yermos campos vagan aún los sueños. |
Los
discípulos de Bashó
Cada
uno de los grandes del haiku ha suscitado una pléyade de seguidores. En el caso
de Bashõ y luego Shiki, se puede hablar además de discípulos. El poeta del
bananero fue un maestro prolífico, y varios de sus alumnos figuran por méritos
propios en las antologías. Además de Kikaku, está Onitsura (1661-1738), por
ejemplo:
Tõkitaru
Kane no ayumi ya Haru kasumi |
La campana lejana
¡cómo se balancea mientras llega en la niebla primaveral! |
Yransetsu (1654-1713):
Kagoro ya
me ni tsukimatou warai - gao. |
En la penumbra
lo que ronda mis ojos es su cara que ríe. |
Y Yaha (1662-1740)
Hakisõji
shite kara tsubaki chiri ni keri |
Se acaba de barrer,
y caen unas camelias... |
Pintando
con palabras: Buson
De la
vida de Buson no se conoce mucho. Nació en 1716, en Kema, un pueblo de
pescadores que después se volvería un barrio de Õsaka. Su nombre de niño fue
Taniguchi. A los veinte años, ya muertos sus padres, fue a Edo, donde fue
discípulo de Hayano Hajin (1672-1742), quien a su vez había sido discípulo de
Kikaku y Ransetsu, discípulos de Bashõ.
A la
muerte de su maestro, Buson tenía 26 años; entonces se fue a vivir a Yuki, en
el norte de Honshu. Luego va a Utsunomiya, donde comienza a usar el nombre de
Buson. Por entonces, su vocación de pintor es la que domina.
Regresa
a Kioto en 1751, y permanece allí tres años. Entonces se va a un pueblo cuyo
nombre añade al suyo, para llamarse Yosa Buson. De nuevo en Kioto en 1757,
funda una asociación de poesía, con antiguos discípulos de Hajin. Más tarde, en
1770, traslada a Kioto la escuela que su maestro habia fundado en Edo.
Gran
admirador y estudioso de Bashõ, hizo varias copias ilustradas de Sendas de Oku,
y reconstruyó su choza en el templo Kompuku-ji de Kioto...
Murió
allí el 25 de Diciembre de 1783.
Los
poemas de Buson, como puede esperarse de un pintor, son visuales en sumo grado.
Õkaze no
ashita mo akashi toogarashi. |
También esta mañana,
después de la tormenta, son rojos los pimientos. |
Lo que
en Bashõ es profundidad espiritual, en Buson es agudeza de la percepción y de
la composición de formas, texturas y colores.
Kõbai no
ochibana moiuramu uma no fun |
Sobre el cagajón del caballo
pétalos rojos de ciruelo incandescentes. |
Pero
sería incompleto considerar a Buson sólo como un evocador de imágenes gráficas
a través de palabras, pues a veces va más allá:
Aki tatsu ya
nani ni odoroku inyõshi |
El otoño comienza.
¿Qué le asombrará tanto al adivino? |
Además
hay una sensibilidad hacia el sonido que se expresa con frecuencia en sus
poemas.
Inazuma ni
koboruru oto ya take no tsuyu |
Relampaguea.
El sonido de las gotas cayendo en el bambú. |
Machibito no
ashioto tõki ochiba kana |
Sobre las hojas,
los pasos esperados suenan lejanos. |
El
tercer gran nombre de la historia del Haiku es el de un campesino de la aldea
de Kashiwabara, en la provincia de Shinano, en el montañoso interior de la isla
de Honshu. Nació en 1763, y su nombre de infancia fue Nobuyuki Yataro. Quedó
huérfano de madre en la cuna, y fue criado por una madrastra como las de los
cuentos de hadas. Se dice que a los nueve años escribió:
Ore to kite
asobe yo oya no nai suzume |
Vente conmigo
Y jugaremos juntos, gorrión sin padres |
A los
catorce años su padre le envió a Edo, y allí estudió poesía con Mizoguchi Sogan
y otros. En 1793 adoptó el nombre de Issa y viajó por el suroeste del Japón. Su
padre murió en 1801, cuando Issa comenzaba a lograr algún reconocimiento. Se
vio envuelto en una larga batalla por su herencia, que ganó después de trece
años. Entonces (1814) regresó a Kashiwabara y se casó con Kiku, una aldeana que
no llegaba a los 25 años y que murió diez años después.
Con
ella tuvo cinco hijos que vivieron muy poco. Luego volvió a casarse y tuvo una
hija que no llegó a conocer, pero que sobrevivió y mantuvo su descendencia: hoy
la propiedad que fue de su padre sigue en manos de sus descendientes.
La
poesía de Issa se distingue por su identidad con las especies vegetales y
animales más diversas – una identidad incluso más allá de las especies, con la
vida y sus indicios, sus símbolos. La familiaridad del poeta con la vida del
campo, y el profundo respeto a la vida propio del budismo, combinados con un
humor y un realismo punzantes, son las raíces de esta poesía.
Naki nagara
mushi no nagaruru uki gi kana |
Desde la rama
el canto del insecto pasa, flotando. |
Utsukushi ya
Shooji no ana no ama no gawa |
Maravilloso
ver entre las rendijas la Vía Láctea. |
Toyama no
medama ni utsuru tombo kana. |
La montaña lejana
- reflejos en los ojos de la libélula. |
Yudachi ya
hadaka de norishi hadaka uma |
Desnudo,
sobre un caballo desnudo, bajo el aguacero. |
Haru tatsu ya
gu no ue ni mata gu ni kaeru. |
La primavera vuelve:
después de una locura, otra locura. |
La vida
de los poetas se funde con su obra. Fue jugando con una forma como el hokku
adquirió su potencial. Luego vino un hombre profundamente religioso, que pudo
poner en hokku toda su hondura. Después un pintor enseñó cómo también se pueden
hacer pinturas con el lenguaje. Y un hombre del campo, educado más tarde en las
ciudades, mostró en hokku toda la compasión, la solidaridad que debiéramos
alcanzar con la vida de toda especie.
Pero
hacía falta que el hokku dejara de ser apenas el comienzo de algo. Esos tres
versos habían adquirido el derecho de ser considerados una forma en sí mismos.
Tenían que llegar a ser un género. Y para esto vino Shiki.
Así
como sus grandes antecesores habían vertido al hokku lo más hondo de sus vidas,
lo hizo él. Pero lo más hondo de su vida no era ya ni la religión, ni la
pintura, ni el universo viviente, sino el hokku.
Fue así
como esta forma poética tomó conciencia de sí misma y, a través de Shiki, vino
a llamarse Haiku.
Shiki
nació en Matsuyama, en la costa occidental de Shikoku. Le dieron el nombre de
Tsunenori, pero en su infancia le llamaban Noboru. Su padre era un samurai de
rango inferior, que murió cuando el niño tenía tres años. Su madre, Yae, era hija de Ohara Kanzan,
maestro confuciano de la escuela del clan. Su abuelo Kanzan educó a Noboru en
los clásicos chinos.
En 1883, a los 16 años, Tsunenori
fue a estudiar política y filosofía a la Universidad Imperial
de Tookioo, pero cayó bajo la seducción de la literatura.
A los
22 años, Tsunenori había contraído tuberculosis. Hay un pájaro en las leyendas
del folclor japonés, que canta con tanta fuerza que se hiere la garganta, y sus
melodías le hacen sangrar... De allí en adelante adoptó el nombre del pájaro:
Shiki. Se retiró de la universidad, y se dedicó al estudio de las formas
clásicas de la poesía japonesa, la tanka y el haiku. Su primer ensayo, en 1892,
critica los formulismos estériles en que había caído el haiku de su tiempo.
Publicado en el periódico Nippon, marca el comienzo de un nuevo período en la
historia del género. Por ese tiempo recorre los pasos de Basho a través de las
Sendas de Oku. Al año siguiente comienza a escribir regularmente para el
periódico, y publica entonces En torno a Bashõ, donde hace un análisis de las
debilidades del gran maestro del Siglo XVII.
Cuando
la guerra chino japonesa de 1895, pidió con insistencia ser enviado allí como
corresponsal de guerra, y cuando logró llegar a China ya la guerra había
terminado. Sus años de 1894 a
1896 fueron de los más fructíferos: escribió entonces cerca de ocho mil haiku,
de los dieciocho mil que escribiría en toda su vida.
En 1897,
fundó con algunos amigos y seguidores la revista Hototogisu, que fue un centro
importante para el desarrollo del haiku y la formación de nuevos autores.
Fue un
defensor del haiku como esbozo (shasei), con una fuerte connotación gráfica. En
búsqueda de un haiku de fuerza concreta y enérgica fue como Shiki tuvo la
osadía de criticar a Basho y la fortuna de descubrir a Buson.
Su
larga lucha contra la enfermedad fue marcada por una profunda entrega a la
disciplina literaria y por un continuo deseo de sentir. Una sensualidad visual,
olfativa, táctil, desplegándose entre los flujos y reflujos de su frágil salud,
se acentúa a través de sus palabras:
Sanzen no
haiku wo etsushi kaki futatsu |
Estudio haiku,
tres mil leídos, un par de nísperos. |
Bara wo miru
me no tsukare ya yamiagari |
Convalesciente,
al mirar las rosas los ojos se asombran. |
Akikaze
ya
ikite aimiru nare to ware |
Sopla el viento de otoño:
estamos vivos y podemos mirarnos, tu y yo. |
Yuagari ya
chibusa fukaruru hashisuzumi |
Al salir del baño,
El viento en los pezones; Frescura del balcón. |
Waga inochi
Ikubaku ka aru Yo mijikashi |
Esta vida mía...
¿Cuánto queda de ella? ¡Noche tan breve! |
El Haiku en presente
A
partir de Shiki y su trabajo poético, se dio una revitalización que atrajo a
muchos autores a la escritura de Haiku. Surgieron luego dos escuelas: una, la
de Takahama Kyooshi (1874-1937), más dentro de la forma y los motivos clásicos.
Nusundaru
kakashi no kasa ni ame kyuu nari |
Lluvia repentina.
- Roba el paraguas al espantapájaros... |
Y la escuela
de Kawahigashi Hekigodoo, más informal y libre:
Konogoro tsuma naki yaoya
na wo tsumu negi wo tsumu aruji musume |
Recien muerta su esposa,
el verdulero y su hija cargan las verduras, cargan las cebollas. |
De la
escuela clásica de Kyooshi surgió una búsqueda de expresión subjetiva, más allá
de la concreción a través de los sentidos, y de la cual el principal exponente
es Mizuhara Shuoshi (1892 – 1981)
|
Cuando mi vida
se vuelve al crisantemo, se hace silencio. |
Hay, en
la poesía japonesa actual, tres vigorosas vertientes formales: la tanka, el
haiku y el verso libre. En el futuro, es probable que los autores no quieran
limitarse a una sola de esas vertientes. Shiki es ya una muestra de ello, pues
cultivó con igual fortuna la tanka y el haiku. En la historia futura habrá
lugar, por tanto, para cada uno de estos rituales del lenguaje.
Concepto:
En ninguna forma poética esta demanda es tan extrema como en el haiku.
El Haiku es una de las formas más bellas de la literatura japonesa. Se
trata de un poema corto de diecisiete sílabas, distribuidas en tres versos.
Alcanzó su forma actual a finales del siglo XV y debe su nombre al poeta Shiki
(1867-1902). Su relato es descriptivo. Como flash que ilumina un instante, casi
siempre un paisaje. El protagonismo se dirige hacia la naturaleza, contemplada
en las diferentes estaciones del año. Estos pensamientos se encadenan con
percepciones de muy diversa índole: nostalgia, humor e incluso religiosos,
procedentes estos de la sabiduría del zen. El haiku es concisión y síntesis,
una de las composiciones más difíciles que existen, nacida, segú los maestros
japoneses, en un momento de gracia, de inspiración. La esencia espiritual del
haiku está conectada con la ambición del poeta de fundirse con la naturaleza,
de verla. Su forma es un arte difícil cuyo dominio nos ayudará como ningún otro
a exprimir el lenguaje, a sacar todo el jugo posible de cada palabra.
Características esenciales del haiku
1- La impersonalidad.
El haiku se aleja conscientemente del yo del poeta, de tal forma que
parece ajeno a él, como si nadie lo hubiera construido. Casi nunca
encontraremos un pronombre personal en un haiku, y menos la primera persona dl
singular. El poeta trata de transmitirnos una visión, una sensación de la
naturaleza sin interponer su yo entre nosotros y el poema. Tal vez el que más
se acercó a este concepto de poesía pura fue Juan Ramón Jiménez cuando dejó
escrito: “¡No le toques ya más que así es la rosa!”
2. El principio de
comparación interna.
El haiku siempre se balancea entre dos imágenes o entre dos sensaciones, como en este ejemplo del Maestro Bashoo: “Besugo en sal, con las encías frías: pescadería.” La primera parte es descriptiva: Besugo en sal, con las encías frías. La segunda es inesperada: pescadería. La primera lleva a la segunda de la mano de una analogía entre ellas y, al mismo tiempo, se hace sorprendente por medio de la diferencia entre ellas. Veamos dos ejemplos más. Maestro Seira “Está la llama inmóvil, congelada: noche de escarcha.” Maestro Kiorai “Es ya mi aldea un sueño en un viaje. Ave de paso.” Observando, nos daremos cuenta de que cada parte del haiku está separada por una pausa o cesura, que marca un ritmo en el poema, en el primero un punto y en el segundo un punto y aparte.
http://wwwartehaykuens.blogspot.mx/2008/11/crea-tus-propios-poemas-haikus.html
http://wwwartehaykuens.blogspot.mx/2008/11/reflexones-de-la-poesia-haiku.html
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