Bonnie se había
levantado con una sensación de zozobra como si algo presagiara algo
terriblemente malo. Salió de la recamara
en busca de Clyde, que se encontraba con los chicos planeando el siguiente
golpe, este al escuchar el arrastre de unos pasos volvió la cabeza para
observar que en el semblante de su chica se marcaban las huellas del cansancio.
En ese instante sintió como si una daga se le clavara en el corazón e inmediatamente
fue a su encuentro.
-
¿Qué te pasa mi amor, no te sientes
bien? – La rodeo protectoramente entre sus brazos.
-
Clyde, no sé tengo una sensación cómo
de que algo va a pasar y tengo miedo. -Se apretujó al pecho del hombre.
-
Tontita, qué puede pasar, no hay nada
que temer estamos seguros en este lugar, nadie se le ocurriría que estamos aquí.
-
¡Sí nos vamos y nos olvidamos de todo
para empezar en otro sitio!
-
Ya hablamos de esto, con este
movimiento tendremos lo necesario para desaparecer como tú deseas, pero en este
momento sabes que es imposible, es que así déjate de ideas. -La toma de la mano
para reunirse con los demás.
La planeación duró
varias horas, todo estaba calculado y cada uno tenía asignadas sus órdenes. Los
integrantes de la banda fueron saliendo de uno a uno de la casa para ultimar
detalles, solo quedaron Bonnie y Clyde.
Bonnie, salió al
porche y se queda observando el paisaje, era un día soleado de mayo, ninguna
nube obstruía el cielo. Todo estaba calmo, como si el tiempo se hubiera
detenido. Ella, tenía un sentimiento de melancolía que no podía explicar, como
nunca imploro al cielo por su protección y perdón, aunque sabía que no tenía
derecho.
Clyde, se le unión,
ambos se abrazaron, él hablaba de la vida que les esperaba, donde dejarían atrás
su vida miserable. Su mirada se perdía al horizonte con si pudiera verla. Se
inclinó para darle un beso a su chica, como él le decía, al levantarle la
barbilla, vio sus ojos humedecidos y unas lagrimas corriendo por sus mejillas.
-
¿Qué pasa? -No podía entender su
comportamiento, ella siempre era tan vital e intrépida, estaba desconcertado.
-
No sé, no sé qué me pasa, pero siento
algo aquí, -señalando su corazón- tengo miedo y una profunda tristeza… sé que
no te volveré a ver y eso me destroza. -Lo abrazo muy fuerte como tratando de
retenerlo- Clyde, quiero decirte algo.
-
Él la interrumpe y la abraza más
fuerte, está verdaderamente preocupado - ¡Claro, dime lo que quieras!
-
Nunca te dije que te amo con toda la
fuerza de mi ser, desde que llegaste a mi vida le has dado luz y una razón para
vivir. Me enseñaste a arriesgarme y conocer hasta donde soy capaz de llegar.
Sin ti la vida no tiene sentido y preferiría morir antes de perderte. Sin
importar lo que pase, recuerda que aquí o en otra vida siempre estaré contigo,
no hay nada ni nadie que nos pueda alejar.
Clyde, la escuchaba y
un escalofrío le recorrió la espalda. No pudo articular palabra alguna, pero
tuvo la certeza de que algo venía, la abrazo como si fuera la última vez y de
dio un beso tan sentido, que ambos sabían que habían sellado un pacto.
El resto del día transcurrió
entre preparativos y ultimando detalles, se acerca el momento. Unas cuantas
cuadras antes de llegar al banco, Clyde se estacionó, los chicos se bajaron y
Bonnie se quedó al volante.
En la calle no se
veía movimientos anormales, los hombres, seguros y decididos entraron al banco
empuñando sus armas y dando órdenes. En un instante todo era gritos y llantos.
Clyde se acercó a una de las ventanillas para ordenar que se abriera la caja
fuerte, mientras otros controlaban a los clientes y vaciaban las cajas. Súbitamente,
se empezaron a escuchar las sirenas de la policía, habían sido emboscados.
Clyde dio la orden de
retirada, uno de sus secuaces cayo, un policía bancario se había levantado y
disparo a mansalva, matando al ladrón de un tiro certero, osadía que el mismo
Clyde cobró.
En la salida ya
estaba Bonnie, subieron a toda prisa y la persecución empezó por toda la
ciudad, los acorralaron en un suburbio de Gibsland.
-
Creo que esto era lo que presentía amor
– dijo Bonnie- Llegó el final.
-
Clyde afirmó con la cabeza - ¡Solo en
esta vida, mi amor, tenemos una cita en el más allá!
-
¡Por siempre y para siempre! -Ella se oía
resuelta.
Bonnie, freno de
golpe, giro el carro para enfrentar a la policial, una lluvia de plomo cubrió
al Ford V8 Sedan. Esos miserables en tiempos de miseria. Habían
vivido rápido, habían muerto jóvenes.
Lunaoscura
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