Era de madrugada, la penumbra, inundaba toda la
habitación. Inquieto, despertó, al sentir que una sombra, invadía su espacio, su
pulso se aceleró, provocándole una lujuria inusitada, una determinación salvaje
que embotó sus sentidos.
El espectro, con una mirada lasciva que, no recordaba
haber visto antes, le besaba la boca, el cuello y descendías por su cuerpo. Con
una intensidad abrumadora, devoraba con avidez cada centímetro de su piel.
Cuando estaba al borde del orgasmo, la visión se apartó
con una sonrisa de malicia desconocida, giro dándole la espalda, mientras se desnudaba
con una lentitud y elegancia que lo hacía estremecer. Para después, acercarse y
posándose sobre él.
Entre destellos de lucidez, sentía su cuerpo agitado y
sudoroso, movimientos intensos sobre su cuerpo, la cálida y abundante humedad de
la sombra que, lo atrapaba en un ritmo que se sincronizaba con sus gritos, mientras
sus manos jalaban de su cabello.
Su sexo, lo apresaba en un orgasmo intenso que lo hacía
gritar como nunca antes. La quimera, ahogaba sus gritos mordiéndole el hombro y
clavándole las unas en la espalda, provocándole un dolor erótico que complementaba
su clímax.
Desfallecido, permaneció inmóvil, el silencio reinó en
la habitación, el ánima ya no estaba, desconcertado se decía: fue uno de esos
sueños ilusorios y extraños.
Se levantó y se dirigió al baño, al pasar frente al
espejo, observó unos arañazos en su espalda.
Lunaoscura
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