Esta historia se
parece un poco
a la obra
literaria de
García Márquez. La
única y gran
diferencia, es
que ya no
se trata de
quién le escriba,
sino de quién
le publique. Hay
tres problemas complejos
que enfrentan los
escritores en
Venezuela: primero,
que las casas
editoras no
tienen divisas para
importar el
papel indispensable para
la escritura
( es
lo que más
resaltan), segundo,
que están cerrando
y controlando medios
de comunicación tanto
televisivos como
impresos(es una
triste realidad), y
tercero, que
los dueños de
los medios de
comunicación y
editores de
este país son
muy exigentes y
excluyentes con
los escritores bisoños,
pero ávidos, talentosos
e innovadores(no confían
en nuestro potencial).
Somos libres de
pensar, de
crear, de criticar, de
escribir y
hacer observaciones, pero
también existe
y debe existir
el deber de
contribuir con
la patria y
con cada compatriota.
Si queremos cambiar
al mundo, debemos
empezar por
nosotros; abrirle
las puertas a
las nuevas generaciones;
apoyar a los
cerebros de
esta país para
evitar una fuga
masiva y para
evitar que sigan
siendo ignorados, mientras
se importa hasta
a los ganadores
de un premio.
En
Venezuela todo
se está politizando,
y eso no
es bueno. Ya
ni a las
iglesias se
puede ir, porque
los sermones tienen
más inclinación política
que teológica. A
la hora de
buscar un disco
de un artista
venezolano, la
gente elige simpatizantes
y no talentos.
En nuestro caso
como escritores, vivimos
en un dilema
.Si queremos escribir
en un medio
público o
con una línea
adepta al gobierno,
debemos decir
que todo está
bien y que
vivimos en
el mejor sistema
de gobierno del
planeta. En
cambio, si
nos dan
la oportunidad
de escribir en
un medio privado
o con una
línea editorial severamente
crítica o
de carácter disidente,
debemos descuartizar
con nuestras palabras
al gobierno actual
para poder ser
aceptado como
escritor y
columnista .Más
aún, para poder
participar o
ganar un premio
nacional, debemos
halagar a
las máximas autoridades
de la nación.
En
nuestro país
tenemos problemas
muy serios. No
se visualiza solución,
sino más conflictos
partidistas y
una nueva elección.
Los políticos anhelan
el poder. Unos
desean volver a
conquistar la
mayoría de
las alcaldías venezolanas,
cuando han pasado
entre ocho y
doce años gobernándolas
sin trabajar por
sus comunidades. Otros
quieren rescatar
el prestigio y
el poder que
desperdiciaron durante
cuarenta años.
Al fin y
al cabo, el
pueblo elector termina
pasándole factura
a los políticos
y gobernantes ineficientes
y vividores. El
peor enemigo que
tienen los gobernantes
actuales, es
la ineficiencia y
la negligencia que
los ocupa, y
el descuido a
la gente que
vive padeciendo por
las dificultades que
cada vez se
proliferan. El
error de los
partidos opositores,
es la ambición
descontrolada que
se les deja
ver en el
rostro. En
vez de andar
viajando y
llamando la
atención por
cualquier menudencia,
deberían dedicarse
a resolver los
problemas de
los venezolanos o
a coadyuvar con
los que tienen
el poder para
hallar una pronta
y satisfactoria solución
.Solo con el
trabajo y
la dedicación desinteresada
por los demás
se puede ganar
la simpatía y
el agradecimiento de
los votantes.
Debemos tener en
cuenta que ni
todo es bueno
ni todo es
malo. Esa es
la filosofía con
la cual deberíamos
ver el mundo
y todo cuanto
nos rodea. Salir
a matar a
nuestros hermanos
por culpa de
una derrota electoral
o deportiva, bien
sea legal o
ilegalmente, no
es sensato ni
justo. No podemos
tolerar este
tipo de acciones.
Pero tampoco podemos
complacer a
los corruptos, ineficaces
y ambiciosos de
la politiquería, que
se disfrazan de
buenos samaritanos para
engañar y
lograr mantenerse en
el poder. Necesitamos
gobernantes eficientes,
incluyentes e
inmiscuidos en
la tarea de
resolver los
problemas que
aquejan a
todo los venezolanos.
Que dejen de
un lado la
política y
sus pretensiones partidistas.
Además, hay
que estar pendiente
con la ideología,
porque ésta es
peligrosa. A
nuestra nación
la están desangrando.
Antes éramos exportadores
de café y
arroz. Ahora hay
que cubrir la
demanda trayendo
grandes cantidades
del exterior. Ya
no somos referencia
en el mundo
por las telenovelas,
porque la gran
mayoría son
importadas. Solo
en el canal
de televisión de
señal abierta y
mayor sintonía de
Venezuela, se
transmiten diez
telenovelas al
día, de las
cuales nueve son
producciones importadas.
Es quizás más
económico para
los dueños traerlas
de otros países,
que producirlas en
Venezuela. Los
escritores y
artistas están
desempleados, aunado
a esto, se
suma el egoísmo
de algunos escritores
y productores de
telenovelas que
no sueltan anclas
y se mantienen
más por influencia
que por audiencia.
Quién no recuerda
a “Por estas
calles”, “Bety
la fea”,
que se negaban
a transmitir, o
la historia de
“Rafael Orozco”,
que han hecho
reír, llorar y
reflexionar a
los televidentes venezolanos.
Las telenovelas colombianas
están mandando, gracias
a lo innovador
y jocosidad de
cada historia. Mientras
tanto nos conformamos
con leer libros
de autores extranjeros,
ver telenovelas tediosas
con repetitivas tramas,
leer la prensa
controlada y
observada, o
calarnos las
insípidas
cadenas y
continuas peleas
entre los políticos.
Como escritor y
venezolano no
me queda más
que decir al
estilo de la
“pluma de oro”, al final de su
novela:
-
“Qué
comeremos”.
-
“Comeremos
piedra”.
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