martes, 30 de diciembre de 2014

Relato Policial

El relato policial está constituido de forma tal que se puede llegar a una conclusión a partir de sucesos lógicos precisos. El lector es una pieza clave en esta “maquinaria”, porque gracias a su complicidad la historia avanza hacia su desenlace. La lectura se sostiene en tanto el lector es atrapado por el suspenso o la curiosidad de saber qué va a pasar.  Si se diera, desde un primer momento, la solución del misterio no habría lectura posible.


El género policial obedece a estrictas reglar de repetición y a estereotipos, por lo que se dice que está altamente codificado. Por lo tanto es posible reconocer en esos textos distintos elementos típicos y recurrentes.

Entre esos elementos típicos encontramos:

1- Un misterio que parece inexplicable, es decir, un enigma que será resuelto mediante un complicado y preciso procedimiento intelectual.

2- Un detective aficionado o intelectual y, al menos, un criminal.

3- Una metodología basada en las deducciones que permitirán descifrar el enigma (a partir de indicios, pistas, huellas, el detective realiza una serie de razonamientos que lo llevan a descubrir al criminal).

4- Una parte importante del relato (cuento o novela) está destinado a mostrar el proceso de razonamiento del detective.

5- Una técnica narrativa que consiste en mantener el secreto hasta el momento del desenlace.

El relato policial, cuento y novela, comienza a desarrollarse a partir del siglo XIX como consecuencia de una realidad histórica: la formación de las grandes ciudades y el deseo y búsqueda de justicia. Ingresan así, en la literatura, nuevos personajes y ambientes que son netamente urbanos, entre ellos la policía y los cuerpos de seguridad, que se organizaron sistemáticamente a principios del siglo ya mencionado, favorecidos por la investigación científica.

Dentro del relato policial se reconocen distintas tipologías, que obedecen a actitudes diferentes respecto del delito, a continuación analizaremos y describiremos tres de estas tipologías.


Este tipo de policial presenta  el delito desde el punto de vista estético y lo considera un entretenimiento. El verdadero centro del relato no es el crimen, sino el enigma a resolver. Se trata de un problema lógico-analítico y no de un problema social, en donde el brillo pasa por la inteligencia del detective.

Históricamente está asociado al aumento de la criminalidad, a la aparición de la policía, al surgimiento del positivismo, a la proliferación de los relatos populares de crímenes, al desarrollo científico y al descubrimiento de la fotografía, que perfeccionó el control social de la criminalidad.

Está basado fundamentalmente en la idea de razón, que dominó durante todo el siglo XIX. El hombre de ese tiempo pensaba que, mediante sus capacidades intelectuales, iba a poder conocer todo y, por extensión, dominar todo. No había límites para su capacidad racional. Como se ve, el relato policial de enigma surge como una segregación directa del racionalismo o, también denominado, positivismo[1], término acuñado por Compte, uno de los primeros defensores de este modo de producción y organización del saber.

Esta forma de producción del conocimiento se basa en la experiencia y en la observación de distintos fenómenos o hechos para luego creer hipótesis[2]que permitan explicar lo observado.

Observación y explicación (mediante la formulación de hipótesis) son los pasos previos para tener el control de aquello que se ha observado.

Este esquema (observación - explicación - control), producido por el positivismo, es el que está presente en todos los relatos policiales de enigma: 

1- el detective toma nota de los detalles que rodean al crimen (recolecta datos, indicios, testimonios, etc.; aún aquellos que, a primera vista, parecen insignificantes). Se trata de la parte EMPÍRICA o de observación directa en la cual todos los datos parten de los sentidos (vista, tacto, oído, olfato y gusto)

2- Formula hipótesis que expliquen el acontecimiento a partir de los indicios que obtuvo. Se trata de la parte de ordenamiento racional de los datos obtenidos por los sentidos (paso 1).

3- Somete sus hipótesis a verificación para saber si son o no correctas. Por ejemplo, monta una escena para hacer confesar al criminal. En caso de no tener éxito vuelve a comenzar todo. Al ser correcta logra controlar al criminal y hace cumplir la justicia.

 De esta forma vemos como la figura del detective (una de las más importante) se encuentra representando, en realidad, al científico o investigador que pone a funcionar su cerebro para conocer y controlar la realidad.

Por reproducir el esquema de conocimiento del positivismo, el policial de enigma siempre termina con el triunfo de la legalidad burguesa, por lo que se ha dicho que este género, es tranquilizador y alienante. Tranquilizador, porque lo que ocurre, por más terrible que sea, sirve para reestablecer el orden social aceptado y para castigar o descubrir a los culpables. Este efecto tranquilizador se da en tres momentos más o menos definidos:

- En el primero de ellos, existe un perfecto orden en la sociedad, la felicidad de los personajes es completa.
- En el segundo momento, se produce el caos, es decir, el crimen, que quiebra el equilibrio inicial.
- En un tercer momento se restituye ese orden a través del detective que revela el misterio que tanto mal ocasiona.

Pero, a la vez que tranquiliza, enajena la razón ya que la priva de pensar otras formas de delito que el sistema capitalista oculta o no considera como tales. Así, por ejemplo, para el orden  burgués es un delito robar o atacar en propiedad privada, pero no lo es la desnutrición infantil, la falta de trabajo o la explotación a la que muchos trabajadores se ven sometidos.  

El relato policial posee, asegura el teórico Tzvetan  Todorov[3], dos historias.

La primera historia es la historia del crimen  que presenta el hecho criminal ya realizado, es decir, que  ha terminado antes de que comience la segunda. Se trata de la historia “ausente” que sólo conocen la víctima y el criminal.

Constituye, así, el enigma inicial que da lugar a la segunda historia, por lo tanto, su característica más precisa es que no puede estar presente inmediatamente en el libro, ya que de estarlo, la segunda historia no existiría.  

La segunda es la historia de la investigación del hecho criminal. Se trata de la historia “presente” que conocen el lector y el investigador. En esta historia se explica cómo el investigador llega a conocer lo que pasó y lo hace, como ya vimos, poniendo a funcionar el pensamiento lógico propio de los métodos científicos: observar, sacar hipótesis, comprobarlas para poder controlar al criminal.

Todorov afirma lo siguiente: “Se puede caracterizar estas dos historia diciendo que la primera, la del crimen, cuenta “lo que efectivamente pasó”, mientras que la segunda, la de la investigación, explica “cómo el narrador ha tomado conocimientos de los hechos””. En conclusión, termina Todorov, “en la novela de enigma, hay dos historias, una de las cuales está ausente, pero es real, y la otra está presente, pero es insignificante” ya que su única función es “desvelar ” o “explicar” a la primera. Pero, ninguna es más importante que la otra.

El efecto que produce en el lector la presencia de estas dos historias es el de curiosidad, en efecto, el lector quiere saber qué pasó y para hacerlo debe leer hasta la última hoja del relato. De esta forma, el lector, junto con el detective, se “mueve”, dentro de la historia, desde el enigma hasta la resolución del mismo, es decir, desde el efecto (un cadáver, un robo, etc.) hasta la causa (el culpable y aquello que lo impulsó a hacerlo, es decir, el móvil).

El público lector consume el policial como un juego de raciocinio que lo ubica al mismo nivel que el detective ya que ambos poseen las mismas posibilidades para resolver el enigma. El lector pasa a ser otro investigador que intenta descubrir el misterio antes que el detective. 

Tanto el uno como el otro poseen una misma característica que le es propia: la capacidad de razonar. Se trata de dos verdaderos intelectuales que, sin embargo, utilizan esa capacidad con fines opuestos: el criminal, para crear un crimen perfecto y que no lo descubran como el autor del mismo; el detective, para encontrar al culpable.

El criminal, en el relato policial, deja de ser un bandido o malhechor que actúa con brutalidad y de forma casi irracional. Ahora se trata de un delincuente de clase alta, inteligente, sensible que comete su crimen teniendo en cuenta todos los detalles para evitar ser descubierto. Transforma su delito en una verdadera obra de arte tan potente y (a primera vista) perfecta que, para ser descubierto, debe aparecer en escena otro sujeto cuya capacidad intelectual sea igual o superior, surge así, la figura del detective.

El surgimiento de esta figura demuestra, también, la desconfianza generalizada de los señores burgueses respecto del cuerpo policial y su eficacia para revelar esos macabros sucesos. Dicha desconfianza, junto con el potente accionar del criminal, son los que permiten la aparición del detective que, con su búsqueda paralela, suplirá las deficiencias de los investigadores oficiales.

Este detective es el que siempre encuentra al autor del crimen y lo obliga a confesar, dejando en claro que no existe el crimen perfecto. La posibilidad de encontrar al autor del crimen, mediante los pasos científicos, demuestra como todo aquello que es creado por la “razón” (por ejemplo un crimen) es, a su vez, controlado por la “razón”. Nada escapa de su poderoso accionar, por lo tanto, el mensaje implícito que transmiten estos relatos, es que no hay que temer a los adelantos que el hombre produzca con su racionalidad, puesto que siempre los va a poder controlar. De esta manera, el relato policial de enigma se presenta como el  verdadero triunfo del racionalismo dentro de la literatura.
    

Para concluir con el relato de enigma podemos decir que se trata de un producto netamente racional, en donde todo está guiado por la capacidad intelectual de dos sujetos. Por un lado, el criminal, que crea con su inteligencia la obra de arte, que se presenta ante la sociedad en forma anónima y, por el otro lado, el detective, que descubre las “fallas” de esa obra  de arte, permitiéndole así dar con su autor. Para encontrar esas “fallas” se vale del esquema científico propio del positivismo. En su búsqueda de la verdad, el detective no corre ningún riesgo de tipo físico, ya que solo se compromete psíquicamente para encontrar al culpable.

Este relato policial constituye el más acabado modelo del positivismo porque surge de un producto racional, que genera un enigma que quiebra el estado de armonía inicial de la sociedad, pero ese enigma es resuelto con el esquema científico del positivismo que logra devolverle a la sociedad su armonía perdida.

El policial negro o duro

Dentro del interior del relato policial encontramos otro tipo que fue creado en los Estados Unidos por los años 20, y que se publica en Francia en la “serie negra”, de ahí su nombre. Para esa época el clima social es de crisis, principalmente económica (ocurre el conocido “crack”) lo que genera corrupción a gran escala. Además nos encontramos con la primera Guerra Mundial, con el reparto imperialista del mundo y con la revolución comunista.

Los escritores quieren denunciar esa realidad y para hacerlo los novelistas crean un nuevo subgénero: el policial duro, en el que se deja de lado el enigma y se pone de relieve la relación entre el delito y la sociedad.

Para lograr lo primero (dejar de lado el enigma) el relato negro, según explica Todorov, fusiona las dos historia. Es decir, no hay una historia que adivinar, no hay un misterio, en el sentido que tenía en el relato de enigma, es por ello que se abandona el modelo científico del positivismo que los detectives aplicaban para descubrir al criminal.

Sin embargo, sigue habiendo misterio e investigación pero lejos del puro juego intelectual, pues de lo que aquí se trata es de descubrir y denunciar las lacras sociales, las podredumbres, la raíz misma del fenómeno social. El misterio tiene, por lo tanto,  una función secundaria y no central  como en la novela de enigma.

Aún así, el  interés del lector no disminuye pues se crea una nueva forma de interés que no se daba en el otro relato, a esta forma de interés Todorov la denomina suspenso: en ésta se va de la causa (los gángsters que preparan sus golpes) a los efectos (cadáver, crímenes, peleas)  y el lector queda intrigado por saber lo qué le  va a pasar al  detective quien arriesga su vida y su salud en la investigación, se compromete física y psíquicamente con el caso.

El interés de tipo “suspenso” genera algunas constantes en el relato negro: la violencia, el crimen sórdido, la amoralidad de sus personajes, el desborde de las pasiones, un lenguaje propio de los bajos fondos sociales.

La relación entre el delito y la sociedad se logra contando la historia de la forma más objetiva que se pueda, es decir, como si estuviera sucediendo ante los ojos del lector. En definitiva, interesa más lo que la gente hace que lo que piensa.

La figura del detective cambia en el policial duro. Ya no se trata del intelectual que saca deducciones de lo que observa para llegar a la verdad, sino que a esa verdad muchas veces la saca a fuerza de golpes, mentiras, engaños. Lo que vale no es el razonamiento, sino la experiencia.

Respecto de esta nueva novela, Juan Paredes dice: “su violencia, su crueldad, como reflejo de la crueldad del  sistema, deja atrás a los clásicos del género. Ya no hay  ni buenos ni malos. Todos luchan por sobrevivir en la Jungla, en la nueva y despiadada ciudad. Ahora todos tiene miedo de todos.”

Los mejores representantes de este subgénero son Raymon Chandler (1888-1959) y Dashiel Hammett (1894-1961).

Una última forma del relato policial que Todorov analiza es el relato de suspenso.

Surge de la unión de los elementos más significativos de los otros dos relatos: el de enigma y el duro. Se presenta como una especie de síntesis y es la forma policial actual más cultivada.

Dice Todorov: “de la novela de enigma, la novela de suspenso mantiene el misterio y las dos historia, la del pasado y la del presente; pero rechaza reducir la segunda a un simple descubrimiento de la verdad. Como en la novela negra, es la segunda historia la que ocupa el lugar central. El lector está interesado no solo por lo que ha sucedido  antes sino también por lo que va a suceder más adelante, se interroga tanto sobre el porvenir como sobre el pasado. Predominan, entonces, los  dos tipos de interés, la curiosidad (¿qué pasó?) y el suspenso (¿qué va a ocurrir a los personajes?). El misterio es un punto de partida, ya que el interés principal procede de la historia de la investigación.

El investigador corre toda suerte de peligros para develar el misterio pero el nivel de violencia es menor que en el relato negro.

Por otro lado, puede o no haber denuncia social.    


Cuadro comparativo

Rasgos dominantes
Relato de enigma
Relato duro
Trama
Hay dos historia: historia de la investigación (presente) historia del crimen (pasado / ausente).
Fusión de las dos historias. La investigación coincide con la acción.
Narrador
Primera persona TESTIGO O PERSONAJE SECUNDARIO.
Primera persona PROTAGONISTA.
Funciones de los personajes
Ayudante - oponente.  
Policías buenos y malos.
Figura del detective.
Intelectual, solitario, soltero, clase media alta, quiere resolver el enigma. “No se ensucia las manos”, solo se involucra  mentalmente.
Criterio de verdad: razonamiento.
Experimentado, marginal, soltero, hombre de acción, quiere resolver el caso. Se involucra mental y físicamente en el caso
Criterio de verdad: experiencia.
Técnicas.
Inversiones temporales. Visiones parciales. Reproducción de los pasos de la investigación. El diálogo como la forma de dar a conocer la verdad.
Suspenso. Prospección. Estilo convencional, abundancia de diálogos, oraciones breves, sintaxis simple. Saltos de una situación a otra.
Ámbitos. 
Urbano, secundario, funciona como marco. El crimen está separado de la sociedad, está en su “mundo”.
Urbano, actúa como eje. El detective visita distintos lugares de la ciudad: bares, afueras, comisarías, mansiones clubes, pero también lugares pobres.
La hostilidad acompaña al detective en su actuación.
Intención de emisor.
Juego intelectual. El asesinato como una de las bellas artes (en el sentido del desafío intelectual que un asesino propone a un investigador también intelectual). Autonomía del crimen con respecto a los condicionamientos sociales.
Genera tranquilidad en el burgués ya que la razón todo lo resuelve, explica y controla, pero también enajena el pensamiento.
Crimen: enigma a resolver.
Intención de denuncia al sistema capitalista yanqui que incluye como rasgo constitutivo el crimen organizado.
Efecto en el lector.
Curiosidad (del efecto a la causa).
Suspenso (de la causa al efecto).


Bibliografía

A.A.V.V., La novela policial española, Circuito E, Universidad de Granada, 1989.
Marcela, Gropo, “Puertas de acceso”, en El relato policial inglés, Cántaro, Buenos Aires, 2003.
Liliana, Oberti, Géneros literarios. Composición, estilo y contextos, Longseller, Buenos Aires, 2002.
Tzvetan, Todorov, “Tipología de la novela policial”, en Fausto, III: 4, Buenos Aires, 1974.


Nicolás Casas
Fibrizo_02@hotmail.com





[1] En ese mismo siglo y como producto directo del positivismo surgen otros dos grandes géneros literarios el realismo y el fantasy (este último es una forma de oposición al positivismo).
[2] Hipótesis: suposición que se hace para explicar un hecho o proceso y que la experiencia ulterior ha de confirmar o rechazar.
[3] Tzvetan, Todorov, “Tipología de la novela policial”, en Fausto, III: 4, Buenos Aires, 1974.

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