domingo, 31 de julio de 2016

El último correo de amor

Era una noche clara y silenciosa, Salvador, llegaba a su departamento, jubiloso y radiante de amor y felicidad, en su sillón favorito dejo caer su frágil y delgado cuerpo tomo aire y suspiro.

- ¡Ah! Que enamorado estoy.  

Después de unos minutos en ese mundo raro y extraño llamado la tierra del amor, regreso a su estado normal, se dio cuenta de que ya era tarde y al día siguiente tenía que ir a trabajar.

Pero, antes de ir a dormir, como era su costumbre, reviso sus correos, esperando un mensaje o una respuesta de sus amigos de las redes sociales o de su amada que, de vez en cuando escribía para recordarle que necesitaba algún favor. Ese día no hubo mensajes ni correo, era un día inusual, entonces decidió escribir un correo a su dulce Chantal.

Esa noche cargada de inspiración y romanticismo, tomo el teclado y empezó a escribir, la pantalla de la computadora brillaba cada palabra de amor, los versos escritos en ese correo fueron inspiración poética, podría asegurar que, lo escrito en ese correo jamás un poeta o escritor había sentido, era algo mágico lleno de luz, sublime. Salvador, firmo al final del correo he hizo clic en enviar.

El mensaje cargado de amor, mágicamente tomo vida, viajo a su destino y se colocó en la charola de entrada, esperando ansiosamente ser leído.

Al día siguiente Chantal, se levantó desganada y sin ánimos de ir a trabajar, pero tenía que ir. Siguió su rutina matutina y al salir reviso su computadora, noto que había un correo, por curiosidad lo abrió, leyó el remitente.

     -  ¡Salvador!

No muy emocionada comenzó a leer, solo leyó la primera estrofa y dibujando una risa burlona.

-      -  ¡Qué cursi, que tonterías!

Sin más ni más, lo elimino, apagó la computadora y salió a trabajar.

Chantal, era una chica alejada de la realidad, superflua y vana, solo pensaba en pasar el tiempo con Salvador, en cualquier momento lo abandonaría, pero él siempre soñando con un futuro juntos se cegaba a la verdad.

El correo se negó a ser borrado, había adquirido vida propia y creía en el amor, así que viajo por la red y se alojó en el primer servidor que encontró, burlando la seguridad, allí permaneció con la esperanza de llegar a un nuevo destino. 

Así vivió por mucho tiempo, cambiando de servidor cada vez que un nuevo antivirus lo encontraba. Su misión primordial nunca fue cumplida, fue leído, pero no transmitió amor.

Pasaron décadas, los formatos de las computadoras cambiaron, los correos eran inusuales, aparecieron otras maneras de contactar a los amigos, inclusive las computadoras eran cuánticas, táctiles, controladas por la vista, todo un avance tecnológico, las redes de internet se habían modernizado, todo había cambiado.

La poesía y las cartas de amor estaban en desuso, las nuevas formas de contactarse los amigos y los enamorados, había acabado con el amor y el romanticismo, la tecnología había superado al sentimiento humano.

No obstante, esa realidad, el correo seguía sobreviviendo en las nuevas redes de la información que no tenían lugar en él. Un día escapando de un antivirus, llego a un lugar seguro, a una computadora o bueno lo que en ese tiempo se conocía como una computadora, allí se alojó, busco un lugar seguro en la memoria y se sintió como en casa.

Al día siguiente, un chico acceso a su computadora, se disponía a trabajar como diariamente lo hacía. John, conocía a la perfección los sistemas computacionales y notó inmediatamente la presencia de un invasor, probablemente un virus mortal, aisló todo acceso a redes y conexiones para no permitir la salida al invasor, con su habilidad computacional encontró el problema.

-       - ¡Qué interesante! – dijo -un correo electrónico, algo muy raro en estos tiempos.

Su curiosidad salvo al correo de ser eliminado, pero por increíble que pareciera, John, no podía copiar ni modificar el correo. Con habilidad, modificó los programas, logrando abrir el correo.

Cuál fue su sorpresa, un correo de amor, su interés aumentó y decidió leerlo con Anabel, su novia, una chica hermosa con unas ganas de vivir inigualables, pero con una afección en su corazón frágil y débil, pero lleno de amor para John.

El correo se agitó, por fin una pareja llena de amor iba a leer su contenido, se sintió aliviado y útil.

Por la tarde, John fue a la casa de Anabel, emocionado la saludo y sin preámbulos comenzó a leer el correo, cada palabra, provocaba en ambos un algo, las lágrimas hicieron su aparición como una cascada de agua limpia y pura. Anabel sensible, tomo la mano de John y lo beso de la forma más sublime. Este, a su vez, le abrazo y le juro amor eterno.

Todos los días, leían el correo y se unían más, así paso un año, Anabel y John, decidieron casarse. Él sabía que en cualquier momento su amada lo abandonaría, es que así decidió apresurar la boda. El tiempo era lo más preponderante.

El tiempo llego y el enlace matrimonial se consumó, se veían felices y radiantes de amor, todo era perfecto, las afecciones de Anabel estaban controladas.

Todo seguía un curso normal, pero una tarde antes de leer el correo de amor, un aviso en todas las redes sociales cayo de sorpresa, el gobierno de su país entraría en guerra con naciones cercanas a causa de la crisis de agua, y no era para menos, el número de pobladores se controlaba, pero aún eran demasiada y la guerra por el agua ahora era el pretexto para cometer abusos entre países.

Días más tarde, llegó una misiva, John, tenía que ir a la guerra, la noticia fue aterradora para Anabel que se sintió desfallecer. Se le convocaba para el día siguiente. Esa noche, ambos decidieron leer el correo del amor como una despedida, Anabel, con los ojos llenos de lágrimas leyó, al terminar sintió que la fuerza la abandonaba, la separación era inminente.

John, le abrazo, esa fue la última vez que leyeron juntos, el correo lo sabía, los momentos felices estaban por terminar. Al día siguiente, John, se despidió de su esposa, ella no quería dejarlo ir, pero era su deber.

El correo había cumplido su cometido, en dos personas no muy comunes en esa época, en que el romanticismo y el amor se habían extinguido.

Los días siguientes, los doctores hicieron su aparición día y noche, asistían a Anabel, su salud era delicada pero estable, mientras las noticias de John, llegaban a cuenta gotas, en el frente no estaba permitido la comunicación con familiares.

Anabel, en tanto, no olvidaba los momentos maravillosos que pasaban leyendo el correo y todas las tardes con lágrimas en los ojos y un brillo de esperanza de volver a tener a esposo entre sus brazos lo leía.

Pasaron seis meses, mientras el correo y Anabel, esperaban el regreso de John. Una tarde, el correo que, se enteraba antes que nadie de las noticias, que “Un grupo de Jóvenes militares perdieron la vida por defender los intereses de la patria”

Entre las líneas estaba el nombre de John, el correo había perdido una parte importante de su ser, pero con la preocupación entre sus bits pensó en el sufrimiento de Anabel.

Esa misma noche, Anabel leyó la fatal noticia, con la poca fuerza que le quedaba, abrió el correo y lo empezó a leer, imaginó que su amado esposo estaba allí, como la última vez, disfruto palabra tras palabra, estrofa tras estrofa, Anabel recordaba su vida con John y los momentos maravillosos.

La felicidad y la depresión convivían en ese momento, el corazón de Anabel, comenzó a fallar era inevitable ya no había razón para vivir, al terminar de leer el correo inclino su cabeza y súbitamente cayó sobre computadora su cuerpo sin fuerza dejó de inhalar el aire de amor que la mantenía viva, era el final.

Era una tarde trágica para el correo de amor, había perdido a John y a Anabel, la última chispa de amor de esa época deshumanizada.

El correo triste, decidió no abandonar la computadora y permanecer allí en agradecimiento a sus lectores de amor. Los padres de Anabel, arrumbaron la computadora que permaneció encendida todo el tiempo, pasaron días y días y la computadora ya no se abriría más, la semilla de amor que representaba este correo se había extinguido.

Así que el correo de amor, simulando ser un virus destructible, fue detectado por un antivirus potente.

       -  “El amor ha muerto”

Fue lo último que dijo el correo de amor, antes de ser eliminado por completo de la red.



Lunaoscura

Prisionero

Mira siempre por la ventana, solo mira el jardín con su pasto verde y las rosas y claveles que florecen. A veces, se imagina corriendo, embargado por el olor del pasto, de la tierra mojada y el dulce aroma de las flores, y su rostro acariciado por el viento.

sábado, 30 de julio de 2016

Un día feliz

Despertó bruscamente, no sabía si había tenido una pesadilla o si aún seguía durmiendo y estaba soñando. Después de un buen rato, vio el reloj, marca las cinco de la mañana, había llegado el momento de levantarse.

Garabateando

A pesar del tiempo y
de esta ausencia mental,
vuelvo a ti nuevamente
en un renacer maravillo y dulce.

viernes, 29 de julio de 2016

5-5-6-6-6-3-3-3, la última llamada

Un desvelado gato maúlla, un viejo reloj, recuerda su arduo trabajo, sus campaneos, tañen en un lúgubre concierto.

Las sombras se mezclan con los ruidos y todo se va convirtiendo en un auténtico caos. Carlos, da vuelta a la cerradura de su departamento, sus movimientos son torpes y pesados, su rostro denota más años de los que en realidad tiene.

domingo, 24 de julio de 2016

Lluvia

Las gotas de una lluvia cadenciosa golpean la áspera piel del asfalto. Su arcilloso olor, es una sinfonía melancólica que me conduce a tu ausencia… Los recuerdos resbalan de mi evocación y vuelan con el viento… Mi cuerpo soñaba con tu roja caricia y mis labios esperaban la nocturna textura de tu boca. Mi mente deambulaba por un ilusorio delirio, haciéndome sentir el más infinito de los gozos… Hoy, en silencio, abandono el pasado en un charco de aguas frías y entristecidas y camino hacia el futuro acompañada de la nostalgia.


Lunaoscura

Denes, el viejo escritor

El ambiente, huele a hojas añejas, a horas de insomnio, café, vino y tabaco. Sobre una mesa, al lado de una destartalada máquina de escribir, yacen cientos de hojas apiladas, llenas de garabatos cargados de recuerdos, anhelos o historias inventadas.

Denes, extiende la mano, elige un legajo al azar, se quita los anteojos, con desenfocada mirada, lee diligentemente el manuscrito y su memoria se remonta a esas noches, en que plasmaba en papel toda esa pila de ideas que acrecentaron su amor por la escritura.

Ni tanto vino y la melancolía, puede hacer que ignore el destello de los incesantes relámpagos, siempre oportunos para reflexionar. La tormenta está próxima, pero nada lo disipa de su pensamiento tan molestamente punzante como una espina que no asoma.

Sus obras tendrán el potencial para sobrevivirlo y dejar un legado. Denes, se ha convertido en un escritor escéptico y cansado que, descree en el entusiasmo de generaciones venideras por la literatura, solamente puede imaginar a su obra haciéndose polvo a la par de sus huesos.

La única satisfacción que le queda es seguir escribiendo y de vez en cuanto nutrir su ego con los tibios y cálidos elogios por alguna aparición en la revista local.



Lunaoscura

domingo, 10 de julio de 2016

Amor de papel

Inundando de palabras abstractas y efímeros sentimientos, un manuscrito viejo está arrumbado en el rincón del olvido, el tiempo lo ha apergaminado. Los amantes se desdibujaron, solo fueron los protagonistas de un amor de papel.


Lunaoscura

Momento equivocado

Hubiese sido mejor conocerte en otro momento,
en otra circunstancia, en otra vida,
tal vez, cuando nuestras alas se hubiesen cansado
de volar y quisieran sosegarse o
quizá en un momento en que nuestros corazones
no desearan otra cosa más que amar.

sábado, 9 de julio de 2016

Preludio

Hagamos un preludio
donde las caricias
y los besos sean la función
de nuestras esencias.

Quisiera decirte tantas cosas…

Ahora que tu lucero fugaz sea eclipsado,
regresas pidiendo una oportunidad que no te has ganado…

A la distancia

Me observas a la distancia,
hilillos de nostalgia bordan tu ser.


Silencias el amor que acaricia
el recuerdo de un pudo ser.




Lunaoscura

No fue para siempre

La bruma del olvido llegó,
las cosas dichas se ensordecieron.

El atardecer nos atrapó
en un camino que se tiñó de ocre.

Te quiero decir…

Hombre, no me fuerces pidiéndome un orgasmo, no te das cuenta de que lo que siento es mucho más vehemente. Disfrutar de tu entrega, como la fuerza del vendaval o tan sosegada como la brisa de una tarde de verano.