sábado, 6 de diciembre de 2014

Casual

Martha vivía una vida perfectamente aburrida, todo estaba fríamente programado con los haberes y deberes del día a día, eso le daba seguridad, argumentaba.

No obstante, una parte de ella se revelaba, esa parte rebelde y aventurera que no la dejaba ser totalmente adaptada.

Un sábado por la noche, tiempo que estaba destinado para ella, se encontraba en su casa leyendo y oyendo música, después de un rato dejó el libro y cambio la música suave para poner rock.


Una energía la invadía y empezó a bailar y según ella a cantar. Salta de aquí para haya como una chamaca adolescente en una noche sin padres.

Así estuvo hasta que se canso, se sentó en el sillón de la sala, se negaba a terminar su noche ahí. Subió las piernas al sillón y abrazo un cojín, estaba pensado que podría hacer.

Salir con sus amigas de juerga… ¿Cuáles, amigas? Aventurarse a ir sola algún bar… no estaba acostumbrada y no tenía el valor… Empezó a dar vueltas por la estancia, al ver que nada se le ocurría se fue al estudio a consultar el Internet.

Se desplegaron varias opciones, las leyó detenidamente, ninguna le convencía. Entre los anuncios apareció algo que le llamo la atención… salas de Chat, se quedo un roto pensando y entro. Había varios tipos de salas, además no le pedían que se identificara.

Anduvo saltando de una a otra, no entendía bien a bien como era eso, hasta que una alerta, la espanto… Era la PC que se había “virulado”, le habían contado que se podían contaminar en algunos sitios. Se puso a averiguar que era ese sonido cuando observo que una luz parpadeaba, oprimió el comando.

Apareció una pantalla y al parecer alguien la había conectado, respondió al saludo y empezaron la conversación. Luego otra alarma sonó, igual la atendió. Saltaba de un Chat a otro, era divertido hasta que el segundo le pedía videoconferencia argumentando que la quería disfrutar… ¿Disfrutar?

No le agrado la sensación que le produjo el comentario y regreso al primer Chat. Le comento a su interlocutor lo que acababan de decirle, éste le informo lo que significaba y lo que algunos sujetos buscan en las salas de Chat.

Ya no, atendió otras solicitudes, se limito a platicar con sus reservas con el primero, pasaron las horas, hablaron de música, del trabajo, de todo, ya eran casi las cuatro de la mañana Martha decidió que ya era suficiente de aventuras.

Empezó a despedirse de Juan Carlos, según así le había dicho que se llamaba, éste le pidió que no se fuera que la estaban pasando bien, ella le argumento que era tarde y tenía sueño.

En un movimiento osado Juan Carlos le pidió que le proporcionara su correo o su número telefónico para no perder el contacto. Martha dudo por un momento, finalmente le dio su correo, así las cosas se despidieron.

No acababa de llegar a su recámara, cuando recibió un correo de Juan Carlos. Le resulto muy agradable ese detalle pero lo respondería hasta el día siguiente.

La comunicación se mantuvo por algunos meses, ya en la sala de Chat ya por correo electrónico. Hasta que un día Juan Carlos le informo que se iba de la ciudad por cuestiones de trabajo, Martha se había acostumbrado, sintió horrible la noticia.

Juan Carlos le dio su número telefónico, para que ella le hablará, cuando quisiera conocerlo antes de irse.

Martha estaba en un dilema, quería conocerlo y no, así pasaron dos días hasta que por fin le marco. Su voz no era como se la había imaginado, de hecho no le gusto pero considero que por una voz no perdería una amistad.

Igual que en otras ocasiones platicaron largamente, él finalmente le comento que se iría al día siguiente. No le quedo más que desearle buen viaje y éxito en su nueva residencia. Él se aseguro que mantendría la comunicación y que ya habría la oportunidad de conocerse en persona.

Los meses pasaron ni llamada ni correo ni Chat, Martha lo extrañaba, más sabía que no volvería a saber nada de él.

Después de un año, recibió una llamada de Juan Carlos, estaba en la ciudad, quería conocerla. Estaba feliz y acepto inmediatamente, quedó de verlo al día siguiente para ir a comer.

Entre el nerviosismo inicial y la comida todo fue de maravilla, Juan Carlos era un hombre inteligente, muy avispado que tenía a Martha en constante alerta, en el buen sentido de la palabra, la comunicación fluía extraordinariamente, cualquiera pensaría que, eran viejos amigo.

Además, Juan Carlos tenía una cualidad, tiraba por los suelos todos los argumentos evasivos que Martha manejaba para justificar su vida monótona, la confrontaba, la acorralaba.

Martha iba de un sentimiento de molestia al de fascinación, pasando por la angustia pero seguía ahí.

De pronto Juan Carlos, le dice, a boca de jarro:

-      Oye tengo ganas de ti...y tu… Me gusta ser directo, lo sabes.
-      Martha, sólo atino a decir - Si lo sé.
-     ¿Entonces?
-     ¿Qué propones? –dijo Martha, más por reacción que por aceptación.
-     ¿La verdad,… quieres que te lo diga?
-     Martha trago saliva- Dímelo.
-     Tengo ganas de sentirte, saborearte, estar en ti.
-   Sintió deseos de salir corriendo pero había algo que la detenía- guardo silencio.
-       Al ver su expresión de angustia, él dijo- No te asustes, ya   llegara el momento.

La comida continuó sin más sobresaltos para Martha, claro Juan Carlos no estaba del todo satisfecho pero era un hombre de mundo y sabía esperar, estaba decidido que ese día, Martha pasara una tarde maravillosa con él.

Así las cosas, llegó el momento de salir, ya empezaba a oscurecerse. En la salida, él le pregunto si llevaba carro, ella respondió que no.

Ésa era la oportunidad que estaba esperando, de inmediato se ofreció llevarla a donde ella le indicara. Martha titubeo por un instante, su sexto sentido le avisaba algo que no supo descifrar.

Acepto el ofrecimiento, según ella no tardarían en llegar a su departamento, el trayecto se prolongaba por el tráfico, lo cual aprovecho Juan Carlos para relajar la situación, ya que ella se notaba tensa.

Finalmente, llegaron, ella procedió a despedirse, acercándose a él para darle un beso de despedida,- era el momento- Juan Carlos, la besó de tal manera que Martha, no pudo oponer resistencia.

Después de unos minutos, bastante intensos, ella logro separarse para descender del vehículo. Él le pidió que lo invitara a entrar, dudando un poco pero dispuesta a aventurarse, lo invito.

Llegaron al departamento, ella lo invito a sentarse y le pregunto si deseaba tomar algo. Juan Carlos, no iba a perder la oportunidad y sin mediar palabra se aproximo.

Sus brazos la rodearon fuertemente de la cintura, pegando su  cuerpo al de él. Martha, sentía la dureza y el calor de su sexo contra su pubis. Sus labios comenzaron a besarle el cuello, mientras sus dedos se deslizaban por su espalda hasta descansar en sus glúteos. Martha, excitada frotaba sus senos en el pecho de Juan Carlos. Deseaba sentirlo.

Abrazados se dirigieron al sillón de la sala, ahí se tiraron enredados entre besos y caricias.

Juan Carlos acariciaba sus senos… los mordisqueaba con tanta precisión que ella estaba enloqueciendo. Martha estaba tremendamente excitada y él también.

Sus corazones latían con fuerza, Martha lo deseaba, impulsivamente se arranco el vestido, quedando semidesnuda ante la mirada asombrada de Juan Carlos, le pedía que se uniera a ella, quería verlo desnudo para disfrutarlo.

Martha, desabrochaba su camisa, en tanto sus labios besaban su pecho velludo, prosiguió con el cinturón hasta bajar los pantalones y dibujaba con su lengua la planicie de su vientre.  

Súbitamente, Juan Carlos dijo con voz entrecortada “mil disculpas, no puedo… mejor lo dejamos aquí… nos vemos después...” Sin más, se arreglo la ropa y se fue.

Martha jamás supo nada de él.


Lunaoscura

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