lunes, 26 de septiembre de 2016

Caricias

La noche es fría y más oscura que de costumbre. La luna se ha escondido entre las nubes y parece que no tiene intenciones de salir. A través del cristal, veo unas gotitas que hacen al mundo borroso. Aun así, sigo mirando a través de él, intuyendo todo aquello que no puedo ver.

De repente siento su aliento en mi nuca y desde mi estómago sube una ola de fuego que me hace temblar. Cierro los ojos y dejo que tus brazos me rodeen. Es asombroso que con tu sola presencia mi temperatura se eleve. 

Lentamente, me giras hasta estar frente a ti, bajas tu mano por mi espalda, un agradable escalofrío me recorre. Me estremezco, afanosa busco tus labios y me pierdo en tu mirada.

Suspiras y yo sonrío. Sé que me deseas, lo siento en cada fibra de mi ser, y yo, no veo la felicidad de otra forma que no sea entre tus brazos.


Lunaoscura

lunes, 19 de septiembre de 2016

Abrahel

Nací hace algunos años en ningún lugar que conozcas. Abrahel, es mi nombre. Soy la personificación de las fuerzas de lo nulo o la nada. He jugado siempre un papel activo en la historia entre Dios y la Humanidad. Como súcubo, seduzco a los hombres, a través de la interacción sexual. Absorbo su energía vital y ejerzo un influjo moral y espiritualmente nocivo.

jueves, 15 de septiembre de 2016

Tormenta y blues

La luna llena inundaba el firmamento con una claridad que palidecía todas aquellas trivialidades que ocupaban espacio en el tiempo. La noche, se disponía a velar el sueño de los habitantes de la ciudad, exhaustos de una semana de reencuentro con la realidad.

En el manicomio

En el jardín del hospital psiquiátrico, David vio a un muchacho cuyo aspecto lo sorprendió, tenía el pelo largo y le caía sobre la cara cubierta de una fina e incipiente barba. Además, no miraba en forma huidiza, donde dirigía la mirada se quedaba un rato observado, como si meditara sobre todo lo que lo rodeaba. Sostenía la bata que rodeaba su evidente delgadez como si fuera el sudario de un revivido.

Lentamente se acercó, le saludo, y él hizo lo mismo.

- ¿Por qué estás aquí? - le preguntó.

- Con un semblante de desconsuelo y hastío, le dijo- He hecho todo lo posible para que me encierren. Aborrezco la sociedad. Me he hecho encerrar para escapar del mundo asqueroso que nos rodea, para huir del consumo, del materialismo atroz, del individualismo alienante.

- Entiendo- dijo David pensativo y se sentó a su lado.

- ¿Y usted, por qué está acá? - preguntó luego de unos segundos.

- David lo miro directo a los ojos- ¡Ah! yo solo estoy loco. 


Lunaoscura

¿Y ahora qué?

Algo le privaba de movimientos, por más que lo deseaba, era incapaz de moverse un milímetro, además, le resultaba difícil ver. Poco a poco, una oscuridad se iba apoderando de él. Súbitamente, sintió un escalofrío, en ese momento supo que nunca más iba a sentir hambre, sed, dolor, o cualquier impulso o sensación natural propio de todo ser viviente.

Su frustración aumentaba por momentos y al mismo tiempo lo hacía su resignación, de nada servían los lamentos y las frustraciones. Ya no tenían ningún valor sus experiencias vividas y, aunque recordaba sus sueños, poco a poco dejó de darles importancia. 

Estaba en esas cavilaciones, cuando escucho una voz cavernosa y profunda que decía.

- ¡De nada sirve permanecer donde ya no perteneces!

Aguzo el oído a fin de saber de dónde provenía la voz, pero provenía de todas partes.

Su inmovilidad desapareció, aunque todavía se sentía dominado por la sensación escalofriante. Advirtió que estaba en un vacío, sin embargo, se mantenía firme, pero no parecía que estuviera sobre un suelo. Tampoco había nada a su alrededor, al menos, eso era lo que captaba su vista. 

Sin pensarlo más, comenzó a caminar por aquella oscuridad infinita, sin saber dónde se encontraba ni tener fijado un lugar de destino concreto.

Mientras caminaba, se preguntaba ¿sí ese sitio tan sombrío era el cielo? Inesperadamente, se escuchó nuevamente la voz.

- ¡Me temo que no! ¡Qué ingenuo! ¿Acaso esperabas un paraíso? 

- ¿Quién eres? —preguntó afligido y, un poco molesto.

- No soy nadie —contestó el ente con firmeza—. Igual que tú.

En ese momento una figura con vestiduras negras cuyo rostro lo cubría una capucha se plantó delante de él.

Con resignación acepto que había muerto. Lo último que pudo ver antes de ser envuelto en una oscuridad profunda fue a sus familiares y allegados que estaban presentes en su funeral. Quiso acercarse a ellos, dirigirles algunas palabras, pero nadie le veía ni le oía.

En silencio siguió a su anfitrión.


Lunaoscura

martes, 13 de septiembre de 2016

No te rompas

Las tres de la mañana. El humo resecado en los pulmones y los pies congelados. Vicky bosteza mientras se ajusta un vestido negro. El final siempre es el mismo…

Hoy es uno de esos días en los que hace más frío. Con el corazón escarchado, crujiendo con cada respiración y las manos tan frías que le resulta casi imposible sostener el cigarro, respira cada vez menos, no vaya a ser que le duela, no puede correr por miedo a quedarse en el camino…. 


Una barrera de hielo la aislado de todo y de todos, grita sin sonido en el vacío…


La luz va apareciendo, cómo siempre. Con los ojos bien abiertos, mira de frente su realidad, girara la cabeza, solo cenizas en llamas y una luna de plata y estrellas quemadas por la luz …


Sabe que caerá en picada. Gritos y llantos se agolparán en sus tímpanos, no tiene fuerzas para resistir tanta desolación… 


Llora en silencio, desesperada, el aire ya no alcanza sus pulmones, la vida se le escapa y es tan triste…


Lunaoscura

Luna de asfalto

Mientras la luna henchida y orgullosa, brilla en las cornisas sucias de la ciudad que duerme. La cercanía a la muerte alarga las últimas horas.

Salvador, sube y baja por la larga hilera de asfalto, la noche es suya. Sus párpados, lo traicionan, un sopor dulzón lo envuelve en una calma amortiguada por la distancia y la quietud, empapándolo con una luz cálida.

Un destello de luz y el crujido del asfalto. Un golpe y un lamento seguido de un largo instante.

Todo es negro.

La cómplice de la noche, exhausta alza el vuelo hacia el incipiente ocaso.


Lunaoscura

lunes, 5 de septiembre de 2016

¡Ven!

Apacigua este deseo ardiente,
loco impaciente,
apresa mis labios con frenesí;
eres fantasía que ayer instituí.

Pesadilla

Antonio, respiro con alivio. Las manos todavía le temblaban y su corazón no se tranquilizaba, el pánico permanecía en su cuerpo. Él que todo controlaba, verse en ese túnel oscuro sin saber que sucedía y dónde estaba, el presente y el futuro eran inciertos, confusos. Afortunadamente todo había sido una horrible pesadilla. El silencio reinante, le daba paz, tranquilidad y la oscuridad, si bien le incomodaba, era agradable y reparadora. Con resignación, cerró los ojos, el ataúd era confortable.


Lunaoscura