sábado, 15 de abril de 2017

Pesadilla

michał karcz pictures  
Esa sensación de zozobra que la invadía al despertar, se había prolongado por muchos meses. Estaba verdaderamente preocupada, sería que su salud mental ahora sí, se estaba debilitando.

Ese mundo al que se transportaba cada noche, era tan lúgubre, tan apocalíptico, y que decir de los seres que lo habitaban. Seres harapientos, oscuras alimañas de la noche.

Ella que tenía que ver con esos seres y con ese mundo. Dormir se había vuelto un suplicio, sus nervios se tensaban cada que la luz empezaba a menguar.

Vivía en dos mundos totalmente diferentes, uno desolador, una especie de purgatorio y, el otro, lleno de vida, luz y colores. Obviamente, algo andaba mal en su mente, tenía que buscar ayuda profesional, su salud mental peligraba, eso era seguro.

Así que decidió ir al médico. Después de una serie de estudios neurológicos, él médico llamó para darle su diagnóstico. El estómago le daba vueltas, el pulso lo tenía acelerado cuando llego a la unidad médica.

Después de un tiempo de espera, la enfermera informó que el médico la esperaba, con paso vacilante se dirigió al consultorio. En el interior, vio al médico colocando una serie de radiografías en una pantalla. Seguro, que le iba a informar que su salud mental había cruzado la línea limítrofe entre la cordura y la locura.

El galeno, le explico cosas que no lograba comprender, un tanto por los términos que utilizaba y otra, porque su voz la oía tan lejos, todo le daba vueltas.

Atontada, observaba como el doctor llenaba una receta y le daba una serie de instrucciones. Cuando, este se levantó para acompañarla a la puerta, ella no tenía idea de cuál era el diagnóstico. 

El neurólogo, con una sonrisa indescifrable, le dijo, a son de consuelo. 

- No se preocupe, es solo estrés. Ya vera, que con los medicamentos que le recete, estará más relajada. Pídale a la enfermera, fecha para la próxima cita en tres semanas. Tranquila.

- Ella pensó- Okey, seguro, él sabe, es el médico.

En efecto, la medicación la tenía relajada, pero llegada la noche, todo era igual. Era transportada a ese extraño lugar, pero ahora, los seres sombríos habían desaparecido, “sus tías” la esperaban, mujeres de diferentes etnias y complexiones, unas amables y otras rudas y crueles. Le daban información que no entendía, la llevaban a lugares extraños, parajes boscosos, sitios sumergidos en la oscuridad total, calles devastadas como producto de guerras o terremotos. Era un mundo destruido en donde los sobrevivientes vagan sin esperanza con una frustración que los hacía agresivos, aves de rapiña a la caza de su próxima presa.

Tal vez, por sus frecuentes incursiones en el lugar, empezaba a resultarle familiar y sus sentimientos eran invadidos por la desesperanza, una tristeza por la pérdida de algo, que aún no sabía, pero esas sensaciones, esas emociones, ya no se quedaban en ese mundo, sino que la empezaban acompañar a su mundo colorido, a su despertar cotidiano.

Nuevamente, se presentó con el médico. Le explico que esas alucinaciones nocturnas continuaban. Él la observaba en silencio como auscultando su mente, sus reacciones, finalmente, rompió el silencio, con una expresión taciturna, le pregunto:

- ¿Estás completamente segura de que tus pesadillas, son eso?

- La pregunta la desconcertó, y lo miró fijamente - No entiendo, ¿qué, quiere decir?

- El hombre se levantó, dio unos pasos y quedo de espalda a ella -Pon atención, estás a punto de saber la verdad. Sigue tomando el medicamento, y nos vemos en tres semanas.

- Ella no pensó, solo se limitó a abandonar la estancia – Nos vemos doctor.

Los días pasaban y las palabras del médico retumbaban en su cabeza. Finalmente, después de una nueva travesía en ese mundo de pesadilla, puso atención a lo que una de sus “tías” le decía. Como si le hubiera echado un balde de agua fría, su cuerpo se estremeció.

Cuando, abrió los ojos, supo que esta realidad vital, no era tal, solo se trataba de un sueño más.


Lunaoscura

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