Súbitamente
despierto, estoy ahogándome en palpitante sudor, otra pesadilla me había
sacudido. Eran las tres de la mañana, según marcaba el reloj, un escalofrió recorrió
mi columna cuando de la nada, oigo una macabra carcajada. Como niño pequeño,
deseé taparme de pies a cabeza y hacer de cuenta que no había oído nada, pero
eso era imposible y lo sabía, así que, como un condenado al pelotón de
fusilamiento, me levanté. La casa estaba en completa oscuridad, todos dormían plácidamente,
con paso vacilante me dirigí a la planta baja, aguzaba el oído, al primer ruido
extraño, estaba listo para refugiarme en mi alcoba. Llegué a la sala, no
parecía haber nada fuera de lo normal, tras unos minutos me convencí que todo
era producto de mi imaginación, más calmo, decidí regresar a dormir. Estado a
media escalera, unos brazos me sujetaron en un abrazo frío e intenso, del cual
no me puedo liberar, en esos instantes, unos labios rozaron mi rostro, un
clamor bronco e ininteligible brotan de ellos. Me reforzaba por zafarme, de
reojo, advertí un rostro angelical, pero cuál fue mi pavor, al ser testigo como
ese semblante se iba deformando hasta convertirse en aquel demonio, el que me
acecha en cada sueño. Intento chillar, y aunque mi voz parece no poder flotar
al aire, mi grito me despierta, el reloj marca las tres de la mañana…
Lunaoscura
No hay comentarios:
Publicar un comentario