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martes, 25 de octubre de 2016

Espiral

Súbitamente despierto, estoy ahogándome en palpitante sudor, otra pesadilla me había sacudido. Eran las tres de la mañana, según marcaba el reloj, un escalofrió recorrió mi columna cuando de la nada, oigo una macabra carcajada. Como niño pequeño, deseé taparme de pies a cabeza y hacer de cuenta que no había oído nada, pero eso era imposible y lo sabía, así que, como un condenado al pelotón de fusilamiento, me levanté. La casa estaba en completa oscuridad, todos dormían plácidamente, con paso vacilante me dirigí a la planta baja, aguzaba el oído, al primer ruido extraño, estaba listo para refugiarme en mi alcoba. Llegué a la sala, no parecía haber nada fuera de lo normal, tras unos minutos me convencí que todo era producto de mi imaginación, más calmo, decidí regresar a dormir. Estado a media escalera, unos brazos me sujetaron en un abrazo frío e intenso, del cual no me puedo liberar, en esos instantes, unos labios rozaron mi rostro, un clamor bronco e ininteligible brotan de ellos. Me reforzaba por zafarme, de reojo, advertí un rostro angelical, pero cuál fue mi pavor, al ser testigo como ese semblante se iba deformando hasta convertirse en aquel demonio, el que me acecha en cada sueño. Intento chillar, y aunque mi voz parece no poder flotar al aire, mi grito me despierta, el reloj marca las tres de la mañana…


Lunaoscura

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