viernes, 5 de agosto de 2016

La herencia

A esas alturas de su vida y previniendo una sorpresiva visita de “La Dama de negro”, Antonio Medina, decidió poner en orden sus haberes.

Pero por sentido común, no podía ni debía hacer distinción entre sus hijos. Sin embargo, ni Flor ni Edgardo, habían demostrado el más mínimo interés en leer algo de lo escrito por su padre. Por el contrario, con su estruendosa música, en infinidad de ocasiones habían logrado truncarle la inspiración.

En cambio, Ángela y Sofía, siempre habían sido fervientes admiradoras de su “viejo”. Se regocijaban con un libro de varias ediciones y deploraban los libros de escasa tirada.

En esas circunstancias, razono y razono. Determinando.

Yo, Antonio Medina, sin presión de clase alguna y en pleno uso de mis facultades mentales, he decido hacer testamento y legar en presencia del Lic. Honorato de Balladares, notario público en esta ciudad, mi obra literaria tal como a continuación expreso.

Para mis hijos, Flor y Edgardo, con todo el cariño que por ellos siento. Les legó las obras que escrito en todos estos años. Si algún día llegan a sentir interés en conocer lo escrito por su padre, sabrán dónde encontrar el libro del tema que más les guste, ya sea obra teatral, novela, cuento, poesía, ensayos o biografías.

A mis hijas Ángela y Sofía, cedo los derechos de autor de todas mis obras existentes y las que escriba y publique hasta cuando la “Dama” llegue.

Finalmente, quisiera llevarme las obras que muy probable quedaran incompletas, quizás pueda terminarlas dónde fuera que me lleve la "Señora del Silencio".


Lunaoscura

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