Inexplicablemente
lo extrañaba, o tal vez, era la ilusión que su imaginación producía o un paliativo
para su soledad o una distracción para el miedo que le producía su inevitable
futuro, no lo sabía a cien su acierta, pero era un hecho que esa situación le
incomodaba, le resultaba inquietante que un individuo del que no sabía
absolutamente nada le fuera entrañable.
En
más de una ocasión, cambio de ruta para no encontrase con él, pero a los pocos
días regresaba, solo para verlo a la distancia.
En
sus momentos de lucidez, se cuestionaba, ¿cuánto duraría esa situación y se
tendría el valor de buscar un acercamiento? No tenía respuesta, no obstante,
acudía a la cita todos los días.
Él,
tal vez, se había percatado de su presencia o quizás no, al fin y al cabo era
una de tantas personas con las que se cruzaba todos los días por su camino.
Así
pasaron algunos meses, hasta que un día él no apareció más. Ella, lo esperaba en
vano, la tristeza la embargaba, se prometió que sí de nuevo lo veía, haría todo
lo posible por acercarse para no volverlo a perder.
Cerca
de las fiestas de fin de año, lo vio, resuelta lo intercepto. Balbuceando, se presentó
y argumento incoherencias; él consternado la escuchaba.
Contundente,
él respondió “disculpe, esta confundida, no tengo ningún interés”. Se alejó sin
más.
Algo
le oprimía el pecho, su fantasía había terminado de un solo golpe.
Lunaoscura
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