martes, 23 de junio de 2015

María

Esa anciana que está en la esquina de la cuadra, se llama María. Día a día se levanta con la única meta de salvar la jornada.

Pequeña, delgada con el cuero curtido por el arduo trabajo doméstico, no pierde la esperanza, afanosa va tocando de casa en casa ofreciendo sus servicios.

Está sola en el mundo, viuda desde joven se dedicó a la crianza de sus ocho hijos. La vida se le fue en un suspiro, los hijos emigraron olvidándola.


A pesar de tanta miseria, siempre pronta ayudar quien sufre desgracia. Es humilde pero muy educada, siempre saluda con una sonrisa que ilumina su rostro surcado por el paso del tiempo.

Vive en un cuartucho de una ciudad pérdida, acompañada por un famélico perro, su leal compañero.

La única pena que la embarga, es qué será de su perro, el día que ella parta, ya que al igual que ella, a nadie le interesa.

El tiempo pasa, Mariquita con paso lerdo, va al encuentro del día de su entierro con el consuelo de encontrar descanso eterno para su maltrecho cuerpo.



Lunaoscura

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