jueves, 11 de junio de 2015

La madrastra

Había una vez, allá en la localidad de Paracho, Michoacán, un gentilhombre llamado Manuel que conoció a una hermosa dama, de nombre Lucía.  Fue amor a primera vista o miedo a la vejez solitaria... El caso es, que este caballero, invito a la dama a tomar unas copas. Ella ni tarda y perezosa, encantada acepto, pues Manuel, no era cualquier plebeyo.


Manuel estaba convencido que era la mujer perfecta, la realidad es que Lucía distaba de ser esa mujer maravillosa, era orgullosa y altanera como pocas. Además, su situación financiera la apremiaba y el ingenuo pretendiente, tenía una situación económica nada despreciable... también era guapo.

Así las cosas, se reunieron en el bar de más suntuoso hotel de Apatzingán, después de una velada agradable, a las tres de la mañana decidieron retirarse. Dadas, las horas, decidieron hospedarse en dicho hotel, casualmente les asignaron habitaciones contiguas.

Ya en el piso, Manuel caballerosamente, la acompaño a la puerta de su habitación, situación que Lucía aprovechó, no iba a dejar pasar la oportunidad, es que así lo invito a entrar. Manuel, un tanto confundido, acepto.

A partir de ese momento y durante los meses siguientes, se hablaban diariamente y los fines de semana la pasaban juntos. Después de seis meses, Manuel le propuso matrimonio, por supuesto, ella aceptó.

Todo transcurría con “normalidad” únicamente había un detalle que a Lucía, la descomponía, el amor de Manuel lo compartía con la hija de este, Blanca, una joven dulce y tímida.

La dulce Blanca, no era tan ingenua y sabía que su madrastra era una mujer rapaz. Situación que angustiaba a Lucia, por lo tanto, tenía que deshacerse de ella... cavilo y cavilo… hasta que ideo un plan.

Por afición, Lucía conocía de plantas, así que preparo un concentrado Belladona, que vertía en los alimentos de Blanca. La chica poco a poco fue perdiendo su lozanía y fortaleza, entre dolores de cabeza y convulsiones, hasta que llegó un momento en que ingreso al hospital en estado de coma.

Posteriormente, de que Blanca había ingresado al hospital, Manuel murió sorpresivamente de un ataque al corazón.

Acto seguido, a la muerte de Manuel, la sufrida madrastra, pedía a los médicos, desconectaran a la pobre muchacha, que seguía en coma profundo. Pero, al no ser un pariente cercano, los médicos se negaban hasta en tanto un familiar cercano de la chica, decidiera qué hacerse.

Sorpresivamente, Blanca recuperó la conciencia, días después sus familiares, le informo de la muerte su padre. Ella sospechaba, que Lucía, podría tener algo que ver, así que, por seguridad pidió que se le trasladara a la casa de una tía.

En tanto, Lucía ideaba la forma de terminar con la vida de su hijastra. Decidió llevarle una canastilla con deliciosas manzanas, rojas y relucientes, impregnadas de Adelfa, el más poderoso veneno de origen vegetal del mundo, no podía permitirse errores.

Una vez, en la recámara de su hijastra, amorosamente, como en el cuento infantil, la malvada madrastra le ofreció una manzana; Blanca, sintió una sensación extraña que le recorrió a lo largo de la espalda, tomó el fruto, comentado que más tarde se la comería.

Unos días después, unos señores se presentaron en casa de Lucía, sin mayor información, le comunicaron que estaba detenida por el homicidio de su esposo, Manuel.

Gracias a la manzana que le ofreció a su hijastra, descubrieron que la muerte de Manuel había sido provocada por Lucía.

¡Colorín, colorado este cuento sea acabado!




Lunaoscura

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