martes, 4 de agosto de 2015

Luna

y la reina, la Bruja que enciende una brasa en la olla de barro, no nos contará jamás aquello que ignoramos y ella sabe.

Rimbaud




luna que reinas en tu brumoso castillo de luciérnagas, en la
noche que traspasa mis ojos y enciende hogueras de preguntas
en las vertientes de mi sueño olvidadizo

luna que trotas sobre mi corazón con ritmo de hielo
crepitante

luna que marcas el tam tam de los vigías y a la que encuentro paseando por las calles con disfraz de gusano de seda y
perfume de verano

luna virgen inagotable, estrella de mi frente, alcoba de
torturas, bruja de los tobillos finos que vistes frutos
centellantes

luna que penetras mi entrecejo y te llevas las manuscritos de
mi memoria, luna que murmuras palabras inauditas en el
sótano de mi recuerdo, en la estancia de lámparas encendidas
en silencio

luna, la que resbala, la que dormita, la que se inclina, la que
sonríe detrás de los cristales, la que devora amantes en los
ritos de los lunes

luna simétrica, luna como mujer desvistiéndose para las
bodas, luna de cráter desolado y somnolientas serpientes, luna
que te deslizas en el amanecer de mi barba llenando de flores
mis oídos con palabras de árbol susurrante

luna: tú marcas los ríos donde termina mi vuelo de
murciélago, tú trazas el círculo de mi desdicha que es aurora
de mis colibríes, tú eres mi casa y mi cadena, mi espejo de
aves, el fin y el principio de mi saqueado pecho



Sergio Mondragón

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