jueves, 9 de marzo de 2017

Un recuerdo

Él despertó exaltado ante el inusual sueño que había experimentado, decidió no hacer esperar para contarlo. Extendió su mano enérgicamente y despertó a su compañera. Ella abrió paulatinamente sus ojos hasta alcanzar un punto en que no pudo mantener abierto sus ojos, pestañeo repetidas veces, despertó casi por completo.


- Buenos días amor – Ella, habló con ternura.
- Buenos días -contestó con el mismo tono.
- ¿Por qué me despertaste?, aún quedan cinco minutos.
- ¡No creerás lo que soñé! -indicó a viva voz.
- ¿Otra de tus pesadillas? –respondió ella, y añadió- No entiendo cuál es tu preocupación con esas naves…
- Lo que pasa, es que no me dan confianza, ven te explico mientras comemos algo.

Los dos se pararon al mismo tiempo, abrieron sus brazos formando una cruz, del techo dos brazos mecánicos se abalanzaron sobre sus cuerpos, rodeándolos con un gas espeso. 

Cuando se disipó el gas, ambos poseían un traje ajustado que cubría sus cuerpos desde cuello hasta los tobillos. Caminaron a la salida de la habitación, en el trayecto una porción del suelo se abrió justo por debajo de sus pies, permitiéndoles calzar sus zapatos.

Cruzaron el umbral sin puerta, para encontrarse con la estancia de mayores dimensiones que la anterior. En ella se distribuían la cocina, junto con el comedor y una sala. El conjunto se jactaba de una limpieza perfecta, un blanco descomunal y una simetría exacta.

Oprimieron diversos botones de unos controles y aguardaron sentados.

- Deja recordar exactamente lo que soñé. Había un hombre hablando cosas extrañas, acerca del espacio, de lo vacío y frío de éste. Además, decía que no tenía la certeza de nada, no existía realidad alguna. Luego recuerdo, algo así como que no sentía sus pies, pero… - se quedó con la mirada perdida.

- ¿Qué sucede? -Le pregunto ella.
- Recuerdo algo distinto.
- No entiendo.
- Es algo borroso, deja intentarlo. Veo un extraño lugar, una esquina oscura, es como un antiguo recuerdo. Las luces son de neón o eso creo, es inusual ya que dejaron de utilizarlas cuando terminó la revolución tecnológica.
- Hace unos cien años – expuso ella.
- Pero qué eso, -cerró los ojos para recordar mejor- ¡es un hombre con abrigo!
- ¿Qué es un abrigo? –preguntó ella con curiosidad.
- Es una prenda de vestir que utilizaban hace más de doscientos años, es para cubrir el torso. Lo conozco por la biblioteca digital.
- ¿Qué más ves? 

Sonó una alarma proveniente de la cocina. Unos pequeños robots, avanzaron hasta dejar frente a ellos, unas pastillas blancas que contenía todo lo necesario para seguir con el funcionamiento normal. Las tragaron en silencio. Una vez que terminaron, él cerró nuevamente los ojos y prosiguió con el relato.

- Hay algo en la pared, deja concentrarme. Es una especie de vehículo arcaico, ahora lo veo, posee dos ruedas, un fierro perpendicular a estas con una goma. Probablemente debe servir para sentarse, aunque solo alcanza para un tripulante.
- ¿Un vehículo para uno?, a quien se le ocurriría tal estupidez.
- A la altura de esta “silla” veo un fierro dividirse en dos de forma paralela al suelo, ¿para que servirá?, puede dar estabilidad, pero no me arriesgaría a asegurarlo.

Sonó una segunda alarma, pero esta vez provenía de la puerta de entrada.

- ¿Ya es hora de irnos?, podemos esperar, deja ver nuevamente. Veo borroso, demasiado. ¡Perdí la imagen!
- ¡No importa!, ya se nos hizo tarde.
- ¡Sí, es verdad!, aunque queda dando vueltas en mi mente, la ausencia de motor.
- ¡Quizás usaba baterías! -dijo ella con un gesto de fastidio.

Se levantaron en perfecta sincronía, cada uno se acercó a una pantalla, ubicadas en la pared más lejana a la cocina. Las tareas de cada día se asignan a través de las pantallas personales, los dos ahora sabían que deberían de hacer ese día.

Además, de las tareas que les correspondían, aparecían los signos vitales de cada uno. Él, conforme lo señalaba el monitor, se encontraba completamente cargado, por lo que se quitó el alimentador de energía que tenía pegado al cuello. En cambio, a ella le hacía falta un minuto para estar lista. 

Como normalmente pasaba, él la espero hasta que estuviera lista. Ambos, cruzaron la sala por última vez, apagaron los monitores y demás aparatos eléctricos, salieron de su refugio para unirse a las labores.

Lunaoscura

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