domingo, 12 de julio de 2015

La farsa (3)

Mario se enfila a la avenida Reforma, cuando llega, Lombardi está en la puerta principal, conocedor de la obsesión del detective con la puntualidad. Se saludan y se dirigen a un restaurante cercano, para poder hablar del asunto.

En el restaurante, Mario, detalla lo que la tarde anterior le comento sobre el asunto, Lombardi mientras ingiere su desayuno, pone todos sus sentidos en la información. Una vez, que Mario termina, Lombardi habla. 

- Según lo que se comentaron, los occisos murieron por traumatismo craneoencefálico, con múltiples heridas contusas y fracturas craneales y faciales. Por otra parte, no se encontró el arma. Los indicios, señalan que el hijo de la pareja, era él único que se encontraba en el domicilio, bajo los efectos de enervantes y alcohol, así como múltiples manchas de sangre correspondientes a los occisos. 

- ¡Sí, eso ya lo sé!, tengo copias del expediente con los peritajes... No soy un experto, pero hay algunas que me resultan contradictorias… Necesito que las analices bien y me des tu opinión, además que me informes de los indicios que vayan apareciendo.

- ¡Ya entendí! No llevo la investigación, pero no hay problema, me llevo bien con los peritos encargados. El único problema, será en agente encargado de la investigación, un tal Daniel Fajardo. ¿Lo conoces?

- ¡Sí!, será una molestia. Ya veré como evadirlo.

- ¿De dónde, lo conoces?

- Por un asunto anterior, él estaba a cargo de una investigación, y yo era el investigador del detenido. Estaba seguro de obtener una sentencia condenatoria por un delito de fraude, que por la relevancia constituiría un ascenso para Fajardo en su carrera. Me obstaculizo tanto como pudo, sólo que no contó que, presentaríamos testigos y documentos que desvirtuaron el fraude. ¡De ahí!, podría decir que, no soy una persona de su agrado.

- Tendré que tener cuidado, ese sujeto es vengativo y si intuye que te estoy ayudando, es capaz de iniciarme una denuncia. ¡Te pido discreción!

- ¡Claro!, no te preocupes, nos veríamos en otro sitio. Para empezar, quiero que revises los peritajes. –le entrego un fólder con dichos documentos.

Había terminado su reunión, estaban a punto de salir del lugar, cuando en la puerta, se encontraron a Daniel Fajardo junto con otras personas. 

Las facciones del Agente, se endurecieron y su mirada se clavo en Mario, era evidente el rechazo que sentía por el detective. Ambos al mismo tiempo cruzaron en la puerta, sin que ninguno cediera el paso, al otro. Lombardi, venía detrás, tímidamente con un movimiento de cabeza, saludo a Fajardo, dejándolo pasar.

Afuera del local, Mario y Lombardi, se miraron sin cruzar palabra, cada uno se encamino en sentidos contrarios, en tanto Daniel Fajardo, los observaba desde la puerta de cristal del restaurante. 

Más tarde, en su oficina, Mario leía en su libreta, los datos que le había proporcionado el licenciado Martínez y que había extraído del expediente, tratando de descifrar el móvil de los homicidios. En sus manos, tenía las fotografías de la casa. 

Necesitaba más referencia, aún era temprano, así que decidió ir a la escena de los hechos, sabía que no podrá entrar, pero eso no importaba.

Con cierta dificultad, llego al lugar, se trataba de una calle pequeña, escondida en un acerrada, una vez ahí comenzó con el reconocimiento: La casa, está en medio de una calle cerrada como de treinta casas unifamiliares, se trata de una casa de dos pisos, al frente hay una reja de barrotes tubulares y un zaguán. Al interior, se observa una pequeña jardinera, como de un metro de ancho por metro y medio largo, a tras de éste, hay un ventanal. A la izquierda, se encuentra la puerta de acceso a la vivienda y el estacionamiento. En la parte superior, se observan dos ventanas. 

El movimiento de la calle es mínimo. A simple vista, resultaba difícil que un desconocido pueda entrar a la vivienda, por su ubicación y construcción… quien haya realizado los delitos, tuvo que tener acceso a la casa… Como era su costumbre, tomo nota de todo. 

Se dirigió a la casa de uno de los vecinos, justo la del lado izquierdo. Toco el timbre, después de unos minutos oyó paso y la puerta se abrió. Era la empleada de la casa. Se presento y pregunto por la señora de la casa. La mujer le informo que no había nadie, sólo ella. 

No iba a dejar la oportunidad, generalmente los empleados domésticos saben más que los mismos patrones, así que, le pidió autorización para hacerle algunas preguntas. Con cierta desconfianza, la señora acepto.

- ¿Sabe, lo que ocurrió en la casa contigua?

La mujer puso cara de asustada, aguardo unos instantes para contestar. 

- Sí, el hijo de los señores los mato. 

- ¿Usted en algún momento, se percato del algún incidente, entre los señores y su hijo?

- ¡Uy Sí!... El joven era un relajo… a cada rato llegaba borracho y los señores se peleaban con él.

- ¿Algunas vez, esas peleas llegaron a más, es decir, hubo golpes o algo por el estilo?

- ¡No!… que yo haya visto, sólo eran gritos del señor y del joven.

- ¿Se dio cuenta, si la familia recibía visitas? 

- No sé. Según Cándida, la sirvienta de la casa, los señores no recibían a nadie, la que siempre estaba ahí era la señora Piedad… la hermana del señor. Parece que no tenían más familiares.

- ¿El día de los hechos, usted escucho algo?

- ¡No oí nada! Me imagine que había pasado algo cuando vi las patrullas y fue hasta que hable con Cándida que supe, lo que había pasado.

Mario, le da las gracias por su tiempo, le deja una tarjeta con su número telefónico, por si recuerda algo más.

Se dirige a la otra casa vecina, llama a la puerta, espero pero nadie atendió su llamado, al parecer no había nadie en la casa. Se enfila a la casa de enfrente. Después de unos minutos, de haber llamado, la puerta se abrió. Se trata de un señor de cierta edad, se presenta e indica los motivos de su entrevista. Le dijo que no sabía nada y que no quería ser molestado, le cerró la puerta en las narices.

Mario, se quedo parado por un momento, observando la casa, al darse cuenta que su suerte había acabado, se dirigió a su vehículo. 

Después, de realizar algunas diligencias, llegó finalmente a su oficina. Cuando estaba a punto de abrir la puerta, escucho que el teléfono sonaba, rápidamente abrió, alcanzando a contestar. Era, la señora Piedad Macías, llamaba para preguntar, si ya se había entrevistado con el licenciado Martínez y qué tanto había avanzado en su investigación.

A grosso modo, le informo lo que hasta el momento había hecho. Asimismo, le pidió, que le concediera una entrevista para hacerle algunas preguntas sobre el caso.

La reacción de la mujer, sorprendió a Mario, señalo que, lo que sabía lo había declarado ante las autoridades y estaba en el expediente. Mario, tuvo que persuadirla para que aceptara. Finalmente, quedaron en verse a media semana, ya le hablaría ella para confirmar la hora.

Una vez que colgó, dio algunas vueltas por la estancia. Tenía que entrevistarse con Cándida, la empleada doméstica. Se dirigió a su escritorio, abrió el expediente, en busca de la declaración de Cándida, tenía que saber cuál era su domicilio.

Ahí, estaba. “Cándida López,… con domicilio en la calle de Luis G. Cervantes veinte, conocida como mini tepito, de la colonia Santa Martha Acatitla, delegación Iztapalapa…”. No es un lugar para ir de visita a cualquier hora del día, es un lugar peligroso. Era un hecho, por ese día no podía ni debía ir a la casa de Cándida, lo dejaría para el día siguiente.

Llamo a Lombardi, necesitaba saber si había tenido algún percance con Daniel Fajardo, además, si había podido hablar con alguno de los peritos encargados del caso.

La voz de Lombardi, se escucho. 

- Hola, detective.

- -Mario, fue al grano- ¿No tuviste problemas con Fajardo?

- No, hasta el momento.

- ¡Qué bien! ¿Hablaste con alguno de los peritos del caso?

- Con uno, más tarde quedamos de platicar del asunto. Me informo que el asunto lo tienen muy controlado. Fajardo, está muy interesado en él.

- ¡Como siempre! Tratando de buscar ascensos.

- En cuanto, a los documentos que me diste, en la noche los reviso en casa, espero encontrar algo.

- Está bien, mañana iré a la casa de la empleada domestica, haber que datos puede proporcionar. Seguimos en contacto.

- ¡Hasta luego!

Mario, evalúa los resultados del día… ¡no estaba mal!… esperaba tener algo sólido, para informarle al licenciado Martínez, al menos para el próximo viernes. Además, tendría la oportunidad de ver nuevamente, a la bella Ana…

Al poner atención a sus pensamientos, se dio cuenta que, tenía tiempo que ninguna mujer la había inquietado como Ana… tal vez, ya era tiempo de sentar cabeza… sólo esperaba que ella no tuviera ya un compromiso… De regreso a la realidad, se avocó a analizar de los datos que tenía hasta el momento, y a elaborar, un cuestionario para Cándida. Ella era una pieza fundamental, le daría indicios de cómo funcionaban las relaciones de los señores Macías, Isaac y la tía Piedad.

Se puso a repasar sus notas, noto una marca en uno de los comentarios del licenciado Martínez. “… varios años a sido el representante legal del negocio familiar…”.

Cuál, sería el motivo que siendo el representante de los Macías, se hubiera constituido como el defensor del Isaac… lo más lógico es que fuera el coadyuvante del Ministerio Público… Eso podría traer como consecuencia, un conflicto de intereses… al parecer Fajardo no había caído en cuenta de ello… Tendría que hablar con el licenciado Martínez sobre el particular, si Fajardo se da cuenta… el asunto estaba perdido.

Se sentía cansado, vio su reloj ya era demasiado tarde y Lombardi, no se había comunicado, tendría que hablarle a primera hora para saber si ya tenía algunas observaciones.

Lunaoscura

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