martes, 9 de septiembre de 2014

Martha

Esa tarde el cielo se caía a cantaros, el ambiente estaba frío y húmedo, de vez en cuando el cielo se iluminaba con los rayos, en el pórtico de un edificio estaba Martha, se resguardaba del clima.


Titiritaba de frío, y cómo no, con esa diminuta indumentaria, pero no había de otra, tenía que trabajar; sus compañeras, no se veía, tal vez, se habían refugiado en alguna tienda o el hotel de la esquina.

Ella, no se podía darse esos lujos, tenía que sacar la cuota, de lo contrario Ricky, se iba a enojar, la sola idea, asustaba a Martha.

Con esos días, los clientes eran difíciles de hallar, era todavía temprano, Martha espera que más entrada la noche, su suerte cambiara.

De su bolsa, saco un cigarro, no le quitaría el frío pero al menos la distraería, se acurruco hasta el fondo del zaguán, sólo esperaba que no la echaran de ahí.

El tiempo pasaba y la oscuridad se iba apoderando del escenario, Martha entumecida, decidió salir de su refugio, una ráfaga de aire le cruzó el cuerpo, sintió entumecido el cuerpo.

Ni sus compañeras ni clientes, se veían por ahí, sólo vehículos que circulaban por la avenida y unas cuantas miradas curiosas asomadas por las empañadas ventanilla.

En tanto caminaba por la acera, buscaba entre su bolsa algo de dinero, deseaba tomar aunque fuera un café de máquina, de esos que venden en la tienda de la esquina.

Encontró como cuarenta pesos, eso era suficiente para un café, se dirigió a la tienda, fue directamente a la máquina expendedora, el encargado la miró con disgusto pero no le dijo nada.

Tomó un vaso térmico mediano, con lo que tenía le alcanzaba para uno de ese tamaño, lo lleno del líquido oscuro y humeante, le adiciono azúcar y crema, lo cerró y se dirigió al mostrador.

Ya en la calle, le dio un sorbo sintió como el café se resbalaba por su garganta y un calor invadía su cuerpo. La lluvia, había parado y empezaban a transitar personas por la calle, Martha pensó que se estaba componiendo la noche.

Se dirigía, al pórtico que le guareció del mal tiempo, estaba a punto de llegar, cuando observo, del edificio salían unas personas que la vieron con cara de pocos amigos.

Para evita problemas, siguió caminando mientras disfrutaba su café, de repente un carro se le emparejo, ella se detuvo, él sujeto le pregunto, estás trabajando. Ella le respondió “Claro, cariño qué se te ofrece”

El hombre detuvo el vehículo, abriendo la portezuela. Ella suspiro y tiro su café, abordo el carro. Éste se alejo entre la bruma de una noche húmeda y fría, Martha jamás volvió.


Lunaoscura

No hay comentarios:

Publicar un comentario