miércoles, 4 de marzo de 2015

El viejo sancirole

Su cuerpo yace inerte, la expresión de su rostro refleja una serenidad malograda. De su vigoroso cuerpo, sólo quedan míseros despojos y su jactancia, encerrada en ese humilde ataúd. De tantos amores, ni uno le queda, con su actuar todos lo abandonaron.



Pobre viejo necio, ni en el momento más próximo a la muerte quebranto su insensatez, solamente un alma indulgente lo acompañó, Pelusa, su amiga fiel. Sus restos descansan en el camposanto, de vez en cuando, su joven nieto va a visitarlo.


Lunaoscura

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