miércoles, 28 de agosto de 2019

La condena


En la distancia se oye un lamento. Un grito lastimero, que estremece el alma y provoca un incontenible escalofrío de amenazador terror.

José abre de golpe los parpados, dejando ver unos ojos tremendamente enrojecidos, cegados por la luz de la lámpara de mesa, que impregna toda la estancia con una brillante luz amarillenta. El hombre gira la cara hacia un lado para evadir la molesta luz, incorporándose sobre la cama.

Esas agobiantes escenas de desesperación que se proyectaban en sus sueños no eran normales. Pero eran tan reales, tan palpables, tan mortales, que ya se había sentido morir varias veces, estaba prácticamente convencido de que la sensación, llegado el caso sucedería realmente.

Porque, además, en el fondo de su alma sabía que la verdad no podía ocultarse eternamente y cuando fuese develada, el vengador acudiría para matarlo. Lo supo desde la noche en que hubo cometido el crimen, aunque hubiese acontecido bajo el influjo del alcohol, no dejaba de ser un crimen.

Después de unos minutos y algo relajado ya de la agitación después del sobresalto, José vuelve a tumbarse pesadamente en la cama, la cual le responde con un chirriar de resortes.

-Otra vez la misma pesadilla –dice para si con voz entrecortada-. Necesito dormir alguna hora seguida, si no quiero que se me vaya aún más la cabeza. Pero no podría, aunque quisiera. Genial, estoy volviendo a hablar solo…

Tras unos minutos de inmovilidad, busca en el primer cajón de la mesita de noche, protegiéndose con una mano los ojos de la luz. Finalmente saca de entre las cosas un botecito, somníferos, y se queda mirando de cerca la etiqueta unos instantes.

-Maldición, no quiero acabar enganchado a esta porquería.

A pesar de ello, abre descuidadamente el bote, cayendo algunas pastillas sobre la cama. Una vez recogidas, las sopesa en la palma de la mano, y sin contarlas exactamente se las lleva a la boca. El sueño se apodera de él transcurridos unos minutos.
La lámpara quedo encendida, y a José le parece, sin saber si ya es parte del sueño o de la vigilia que las sombras que produce se alargan eternamente por el piso. Las pesadillas regresan nuevamente, pero los sedantes no le permiten despertar.

José está claro que no pode cambiar el destino, la suerte estaba echada y las cartas a la vista de todos. Resultaba inútil pretender cambiar los designios. Esperó, a que su ejecutor llegara. No tardó mucho.

Cuando ambos se vieron, ni el traidor ni el inocente dijeron nada. Ni una palabra de súplica o un gesto de perdón. Nada, ni preguntas ni respuestas. Solo unos gritos desgarradores cuando su verdugo le perforó la piel una y otra vez con el cuchillo. Moría ante los ojos del que había sido su mejor amigo, quien lo observaba acumulando en un mismo sentimiento el odio y los celos que sentía hacia él, y el amor y el deseo que sentía hacia ella… entonces, escucho la alarma del reloj. Y despertó.

En tanto, los vecinos del edificio comentan de los gritos desgarrados que se escuchaban cada noche.


Lunaoscura

Un día en la gran ciudad.


Un gran embotellamiento ha inmovilizado completamente al tráfico en el centro de ciudad. Los coches se encuentran apelotonados en completo silencio, llevan tantas horas varados que los conductores han perdido todo deseo de gritar o de accionar la bocina. Bueno, no todos, hay una conductora cuya paciencia la ha abandonado desde hace rato. Tan así, que ha apaleado el volante que se ha amoratado las manos, y su bocina se había quedó afónica.

Santa, es el nombre de la conductora furiosa, desesperada decide finalmente salir del coche y se dirige al foco del atolladero para ver qué pasa. El resto de los conductores se asoma por las ventanillas para ver a la furibunda mujer. Los niños la señalan con burla, pues los rasgos de su cara parecen un dibujo animado enfadado.

Eso a Santa no le importa.  -Como llegue tarde al aeropuerto mato a alguien. -pensaba para sí la mujer- Más vale que haya un buen motivo… o si no… o si no… -.

Absorta y tras caminar varias cuadras, cerca de la calle de Ayuntamiento, observa un grupo muy numeroso de gente que está tapando la fuente del atasco. Había mucha gente haciendo fotos con sus teléfonos móviles y riendo de felicidad. Esto enfureció aún más a la mujer, que no podía entender cómo la gente podía disfrutar de esa situación.

Ya casi había llegado. Estaba a muy poquitos metros, pero caminar entre tanta gente era muy difícil. El calor humano le hizo sudar aún más, pero siguió avanzando con la determinación de un general decidido a enfrentarse a su mayor enemigo.

– ¡Foto, foto! -gritaba la gente.
– ¡Qué bien que estén aquí! -gritó una señora mayor cuya voz provenía del frente - ¡Esto va para la…! -la señora calló al sentir la presencia asesina de Santa, quien avanzaba a codazos y empujones, cortando la algarabía a los mirones.

Por fin llegó a l origen del atascamiento. La pobre cayó al suelo de rodillas nada más de ver el panorama e intentó gritar de desesperación, pero las horas de deshidratación bajo el sol abrasador impidieron que sus cuerdas vocales vibraran. Tras resignarse a la verdad, Santa se levantó del suelo y volvió hacia su coche. A sus espaldas se encontraba la pareja presidencial, organizando el festejo del dieciséis de septiembre. El presidente alzó la mirada al ver a la joven marcharse y dijo con cierta indiferencia a su cónyuge:

– Hay crisis. ¡Mi México lindo y querido!


Lunaoscura



martes, 27 de agosto de 2019

Sentires


En esas noches de nostalgia, me acerco al mar y me parece escuchar entre el sonido de las olas, pequeños susurros que intentan decirme algo. Y entonces, pienso en ti. Pienso en tu rostro, en tus ojos, en tus manos, en tu risa y tu humor ácido. Que no daría por estar a tu lado, por poder sentir la tibieza de tu cuerpo. Que no daría por estar a tu lado para contarte tantos anhelos, para que escucháramos la música que tanto amo, para que dejes de escuchar esas voces que atormentan tu alma. Te podría escribir una poesía, sin palabras, solo caricias que te liberen por unos efímeros instantes. Escucho el ir y venir de las olas, esperando que te traigan de vuelta a mí, pero muero de tristeza al imaginarme que eso ya no será. Ojalá, pudiera estar ahí para decirte que no pasa nada, que no necesitas de las olas para salvarte. Ojalá, pudiera estar ahí para oír tu grito desesperado que se queda ahogado, sin voz, entre las palabras cotidianas.

A veces te veo en sueños, te veo caminar lentamente, como si te pesaran tus pasos. Te persigo, me escondo y te sigo con cuidado para saber a dónde vas. Pienso que a lo mejor estás entretenido con alguna nueva historia. Y entonces, escucho el sonido del agua que cae y golpea unas pequeñas rocas. Pareces agotado, tus ojos están apagados y tu piel más arrugada que nunca. Por un momento se me ocurre que puedo salir de mi escondite y correr hacia ti para preguntarte qué te pasa, para decirte que no estás solo y que yo estoy ahí, pero, mis pies están congelados, fijos en el suelo y por más que intento gritar, tú no me escuchas. Suspiras, y te hundes del todo. Dejo de oír el agua, la brisa silenciosa solo se ha quedado levitando y tu último suspiro como una pesada carga. Grito, grito mucho, pero nadie me oye. Tú no me oyes. Ni siquiera yo puedo oírme. Y entonces, entre sudores, despierto de mis sueños.

Por más que sueñe una y otra vez lo mismo, nunca puedo salvarte. Y yo me quedo sin nada. Yo me quedo aquí, sola. Dicen que hay que hablar de lo que uno siente, que tenemos que expresarlo, contarlo, porque si no lo hacemos es como si nunca hubiera pasado. Yo quiero contar lo que siento. Por eso te escribo, para decirte lo mucho que te quiero. La gente podrá pensar que estoy loca, ¿cómo es posible que te ame? Pero que sabe la gente lo que yo he sentido cuando tus dedos acariciaron mi cuerpo. Qué sabe la gente lo que es el amor. Qué sabe nadie, lo mucho que has hecho por mí. Por eso te doy las gracias.

Lunaoscura

Fantasmagoría


Esther y Óscar, llevaban tanto tiempo viviendo juntos, que cuando ella decidió dejarlo atrás creyó que la iba a retener, que iba a suplicarle, y tal vez, todo cambiaría para bien. Primero experimentó frente al espejo, ante la mirada afligida de su amiga, que adivinaba sus intenciones. Repitió una y otra vez su perorata. Y se sintió bien. Después, cuando estuvo lista se lo dijo a su madre. Y se sintió mejor. Entonces decidió decírselo también a sus amigos. Y fue mejor aún. Eufórica, abrió la ventana de par en par y lo gritó a los cuatro vientos, que lo supiera el mundo. Cuando ya no quedaba nadie por enterarse, ella no tuvo más remedio que juntar sus cosas y partir, a buscar algún otro ser inmaduro que la necesitara para vivir. Él la despidió distante pero sonriente, con el pecho henchido de felicidad. La despidió con un ademán con su mano, mientras ella se alejaba cabizbaja. Adiós, mentira, le dijo. Adiós.

Lunaoscura

Cavilación


¿Cómo llegaste a mi vida?
una conversación inició todo
y repentinamente me di cuenta
lo sola que estaba.

De improviso todos mis anhelos,
sepultados en la rutina,
arrinconados por la vida diaria,
brotaron con fuerza  
y descubrí que mis tonterías
eran también las tuyas.

No recuerdo qué era de mi antes,
solo sé que deseo impregnarme de tu olor,
que tus manos me recorran,
me dibujes,
me inventes,
sentir tu aliento sobre mi piel,
y fundirnos en un abrazo sin tiempo.

¿Por qué no nos encontramos antes?
quizás, hubiéramos pasado de largo,
nos hubiéramos dejado ir
y yo estaría sola, tan sola.

Lunaoscura

lunes, 26 de agosto de 2019

Converger


Me seduce converger contigo, una y otra vez, donde sea y donde venga, en los callejones somnolientos del tiempo, entre los arbustos florecidos de los anhelos, detrás de los escaños vacíos del olvido, con desprevenido desparpajo e indolente indecencia. Cabalgar ahí entre los pliegues de una realidad aparente, ilusoria, sin solución de continuidad, jadeantes, transpirados en los desbordamientos de la imaginación y del delirio que permanecen soterrados en los oscuros túneles del deseo. Quedar prendidos en una unión interminable y procaz de ángeles marchitos y vírgenes mustias.

Lunaoscura

miércoles, 21 de agosto de 2019

Presagio


Llovía. Es lo único que podía asegurar con certeza esa noche, había bebido, y el alcohol le hacía tambalearse. Andaba por la calle sin saber bien hacia donde iba, pero sin importarle en lo más mínimo. Manuel se habían despedido, su mujer le había dejado, y el cúmulo de los acontecimientos que ocurrían en su vida lo habían lanzado de cabeza al vicio y la locura.

Trastabillando, llegó a su casucha, se echó en la cama desvencijada, las gotas se filtraban a través de los agujeros del techo, y se mezclaban con las lágrimas de ese pobre viejo que no tenía ya nada que perder.

Con un sabor de amargura y desconsuelo, salió de su refugio. Mientras seguía andando de un lado al otro, tratando de ir hacia adelante. La Luna se convirtió en su única compañía, una Luna llena, de esas cubiertas de malos presagios.

La cara amorfa del astro le miraba con malicia, como recreándose con sus problemas y absorbiendo lo poco humano que le quedaba. Siguió andando por ese camino que se encontraba entre los desperdicios que rodeaban la favela.

En un momento, miró al cielo, algo le llamo la atención, pero lo una nube tapó la luna, mientras lo que le rodeaba quedaba aún más en la oscuridad. Volvió la mirada en el camino, comenzó a caminar y entonces ocurrió.

Una luz cegadora lo dejó pasmado y tropezó cuando daba un par de pasos hacia atrás. Su primera reacción fue pensar que se trataba de un asaltante, así que se llevó las manos a la cabeza y encogió las piernas, preparado para el golpe, después de unos segundos alzó la mirada y vio una luz fija que parecía observarle.

Se levantó, por unos minutos se quedó turbado, mojado hasta los huesos, sin poder quitar la mirada de esa luz que parecía invitarle a acercarse. Finalmente, cedió, sus piernas le llevaron a un par de metros de eso.

A la mañana siguiente, se despertó en ese mismo camino. Un Sol radiante iluminaba todo. Sin saber el porqué, echó a correr por el mismo sendero que lo llevó ahí, pero por algún motivo, parecía extraño.

Cuando llegó a su jacal, no podía dar crédito. No estaba. En su lugar, un artefacto se erguía ante él, macizo y amenazador. Un hombre de extrañas vestiduras salió por una puerta, no pudo más que mirarle, sin saber si ya realmente se había vuelto loco.

El extraño, también fijó su mirada en el viejo, lentamente se fue acercando a él.

– ¿Tiene algún problema, señor?

– No… Sí… No lo sé. Mi casa… Estaba aquí ayer mismo… No sé qué…

– ¿Qué calle busca?

– Yo… No sé…

La mirada del hombre se tornó irónica y pareció sonreír.

– ¿Ha estado usted bebiendo, acaso?

Manuel, no pudo más que mirar hacia el suelo y callar.

– ¿Por qué no se acerca a la ciudad a preguntar, a ver si alguien le puede ayudar? Siga derecho en esa dirección- señalando al poniente-.

Manuel, le miró temeroso y en silencio, asistiendo con un movimiento de la cabeza. Comenzó una rápida marcha hacia la ciudad. Tenía que encontrarla para que le ayudaran, eso era todo.

Cuando se acercó lo suficiente, no pudo más que abrir la boca y lanzar una exclamación. ¡Eso no es mi ciudad! No sabía que era eso. Un montón de edificios enormes se erigían ante él. Gigantescos, como hechos por titanes.

Desconcertado iba por el camino, cuando un monstruo metálico se lanzó sobre él, un brazo le agarró y le salvó la vida por escasos milímetros.

– ¿Qué hace, hombre? ¿Quiere que le maten o qué?

La mujer que lo había salvado se alejaba, mientras gritaba.

– ¡Malditos borrachos! ¡Vagos buenos para nada, todo el día bebiendo hasta que alguien los atropella y carga con la culpa!

Ya en la ciudad, caminaba por una de esas extrañas calles. Un escaparate estaba lleno de unas cajas con personas encerradas en su interior. Música diabólica que parecía provenir de ninguna parte.

En ese momento, se dijo que era el día del juicio final. Iba a ser juzgado, cuando un niño pasó y se ríe de él abiertamente.

– ¡Cámbiese abuelo! ¡Que el siglo dieciséis dejó de estar de moda hace tiempo!

¿Siglo dieciséis? ¿Cómo?

– Perdone, joven, ¿en qué año estamos?

Una carcajada fue la respuesta, pero al ver la cara seria de Manuel, el niño le miró con seriedad.

– Once de noviembre de 2030.

Manuel, se quedó mirándole, sin poder dar crédito. Si no mal recordaba, el día anterior había sido cinco de mayo de 1546. No podía ser.

Trató de explicarse, trató de hacerlo con empeño, pero lo único que consiguió es que unos tipos con uniforme le agarrasen, y tras pasearlo por un montón de lugares, le acabaran encerrando en una casa en el que le tenían todo el día atiborrado con unas pastillas de colores.

De cuando en cuando, en esos breves instantes de lucidez, Manuel seguía tratando de encontrar una explicación a lo que estaba pasando, pero dejó de importarle cuando recordó que la había perdió a ella.

Lunaoscura

Luna llena


En esta noche oscura
envuelta en el manto
de la luna, me perdono.

Por esa imaginación
desbordada,
que crea amores
de la nada.

Maly


Flor hermosa
de temporal transitar
te has marchado
dejando tu semilla
en esta cruda realidad.


domingo, 4 de agosto de 2019

Falacia


Recuerdo,
tus ojos centellando en las sombras,
me hipnotizan, me llaman,
me pierdo en su profundidad.

Recuerdo,
tus manos danzando
como bailarinas sobre mi piel
en un éxtasis sin fin.

Recuerdo,
el flujo del deseo subiendo por mi garganta
mientras con tus labios
exploran la geografía de mi cuerpo,
como mariposas furtivas.

Recuerdo,
sucumbir en el abismo de tu pasión
con anisa desesperada
por llenarme de ti.

Recuerdo…
abro los ojos,  
solo fue una falacia
de este amor atormentado.

Lunaoscura

Lo sé…


Sé que mi recuerdo
ronda por tu mente
y eriza tus deseos
en tus noches frías.

Te dijiste, es una aventura,
pero la añoranza de mi cuerpo
acaricia tus sentimientos
con sabor a nostalgia.

Reprimes el deseo de buscarme,
te niegas a aceptar
que en esas noches de pasión
me entregaste tu corazón.

Tu mente febril te tortura
cuando necesitas un amor cierto
y la soledad te acaricia
en la oscuridad de tu alcoba.

Vamos, que sí lo sé…

Lunaoscura

Te dejó atrás


Te dejó atrás,
te liberó y me liberó,
me canse de esperar,
de concebir ilusiones
que no han de llegar.

Dejó atrás
el amor que te ofrecí
y que no supiste valorar,
tu superficialidad
es incompatible
con mi forma amar.

Me canse que una y otra vez
la decepción alimentara mi ser,
sigue arrastrando las cadenas
de tus amores de ayer,
son fantasmas que no puedo
exorcizar.

Te di lo suficiente,
te di lo que tenía que dar,
tu juego del gato y el ratón
me fastidio.

Sigue la pasión efímera
en cuerpos del momento,
yo te dejó atrás,
necesito un amor
quede mucho más
que la incertidumbre
que tú das.

Lunaoscura