lunes, 28 de noviembre de 2016

Desierto

Desnuda sobre la inmensidad manida y gastada. Mi mente divaga, mis ojos caen y miran la nada, reverberando el Sol impasible ante mi desasosiego. Mi ser está empapado de esa sensación acuosa, salina y ardiente.

En este desierto, voy dejando huellas húmedas. Mis fuerzas han terminado derribándome. Mi rostro se ha sembrado en el suelo carente de tierra. En un absurdo juego, el ambiente se impregnó de un suave olor afrutado con trazos de madre selva.

Ante mí, a mucha distancia aún, hay algo. Algo indefinido. Algo borroso. Una mancha oscura que contrasta con el paisaje dorado y meloso. Será una vía de escape o la negra locura que vierte esa sutil malicia y desata este infernal anhelo.

Aún arrodillada, le miro. Me llevo las manos a los ojos, será un espejismo, producto de una imaginación aturdida que colapso por una melancolía silenciosa.

Es una entelequia color canela con lanosidad de obsidiana. Huele bien. Huele… a ilusión y esperanza.


Lunaoscura

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