martes, 5 de junio de 2018

Sueño o realidad


Luisa está llorando, Llora y sus lágrimas caen abundantemente por sus mejillas. Su boca se deforma con el llanto. Confundida, intenta ver algo que le diga qué lugar es ese, pero la densa neblina no se lo permite. Después de unos minutos, y tratando de encontrar una explicación, insegura da unos cuantos pasos. La neblina se va despejando, lo que ve es un paraje desolado con árboles petrificados y un vehículo incrustado en un árbol.

Con interés comienza a rodear el vehículo, le resulta conocido, pero no recuerda de quién pudiera ser. Súbitamente, detiene su pesquisa, trata de recordar su día, su intento es en vano, lo último que recuerda es haberse ido a la cama la noche anterior. Se pregunta de qué se trata todo eso. La respuesta es fácil. Su mente no funciona bien y está teniendo una pesadilla.

Mientras ella cavilaba una silueta se aproxima, sorprendida reconoció de quién se trataba. Era Andrés, su exmarido.  Esto era lo más loco que le podía estar pasando, pensó. Cuando lo tuvo lo suficientemente cerca, advirtió que estaba en malas condiciones, su ropa estaba desalineada con rastros de tierra, su cabello revuelto y, su semblante reflejaba desorientación. Era obvio que había sufrido un percance.

Luisa, olvidando sí eso se trataba de una pesadilla o de locura, le pregunto sí se encontraba bien. Él no logro articular palabra, solo la miraba, pero sin verla. Era como si estuvieran en lugares distintos.

Desesperada comenzó nuevamente a inspeccionar el vehículo. En tanto Andrés la seguía como un zombi. En efecto, se trataba del carro de Andrés, tuvo esa certeza una vez que se asomó al interior, ahí en el asiento delantero esta el cuerpo de él.

Fuera de toda lógica, la reacción de Luisa fue reprender enérgicamente al ser que seguía parado detrás de ella.  Una vez que descargo todo lo que se le vino a la cabeza, sin que el otro argumentara algo en su defensa, el sentido común apareció.

Esto, obviamente es una pesadilla, se dijo para ella. Trato de tranquilizarse para poder despertar. Los minutos pasaban y ella seguía en ese paraje con el cuerpo y el fantasma de su exmarido. La calma se transformó en desesperación y frustración, tenía que salir de esa locura.

Comenzó a caminar sin rumbo, siempre acompañada de Andrés, que se volvió el objeto de su miedo y frustración. De repente, vislumbro a lo lejos lo que parecía un zaguán. Camino deprisa, para qué, no sabía.
Notó que llevaba cargando algo, fijo su atención, era una urna. El alma se le petrifico. Se detuvo abruptamente, y fijo su mirada en el hombre. La neblina desapareció. Ante ella había un zaguán con rejas blancas, a su lado desorientado y ausente estaba Andrés. Un dolor intenso le atravesó el corazón y las lágrimas salieron desenfrenadas de sus ojos. Estaba acompañando a su exmarido al umbral de la muerte.

Ring, ring, se escuchó a lo lejos, Luisa aguzó el oído, en efecto, era el repiqueteo de un teléfono. El sonido fue llenando el ambiente, ella abrió los ojos.  Todo había sido una maldita pesadilla. El timbre sonaba insistentemente, ella se incorporó de la cama. Al pasar frente al espejo, observó que su rostro estaba demacrado con profundas ojeras, no era para menos con esa pesadilla tan espantosa, se reconfortó, mientras levantaba el teléfono.

Hablo con la señora Luisa Macías, interrogo la voz del otro lado del auricular. Sí, ella habla. Me apena informarle que el señor Andrés Calderón, sufrió un accidente fatal, podría venir… Fue lo último que escucho antes de caer al piso inconsciente.

Lunaoscura

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