jueves, 16 de noviembre de 2017

Pesadilla

De pronto me di cuenta, que me encontraba en un paraje desolado, nada se encontraba en el lugar ni personas ni casas, solo una soledad oscura y profunda envuelta en un viento gélido. Camine por una vereda hasta encontrarme frente a una casa desconocida. Me acerque con sigilo, la puerta era de madera, grande y pesada, toque varias veces sin obtener respuesta. Estaba a punto de alejarme, cuando el rechinido de bisagras oxidadas me detuvo. La puerta se abrió lentamente, como invitándome a pasar.

Entre a una habitación amplia y vacía. En la pared de enfrente había una puerta, la abrí y salí a un pasillo todo blanco. Avancé cautelosamente, escuché un chirrido detrás de mí, me volví, alguien se aproximaba. Tenía el cuerpo cubierto por una sábana blanca, como si se tratara de un fantasma, de esos que se ven en las películas infantiles. Era ridículo, pero me eché a correr por el pasillo hasta encontrar otra puerta, cuando agarré el picaporte, el fantasma estiraba sus brazos hacía mí, entre y cerré de un golpe la puerta.

Al girarme, me invadió un vértigo repentino, casi caigo, estaba en la parte alta de una escalera. Baje lentamente, desde la puerta hasta la base de la escalera no había más que unos cincuenta centímetros, no obstante, era terriblemente empinada, descendía y descendía hacia una oscuridad que no me permitía ver el fondo.

Cuando finalmente llegue al fondo, inexplicablemente un viento helado me dada en la cara. Turbado, trataba de encontrar una explicación, pero estaba verdaderamente aterrado que las ideas no acudían a mi cabeza. Levante la mirada, buscando una respuesta y pude observar un cielo atestado de nubarrones grises, fue cuando me di cuenta de que estaba al borde de un acantilado y frente a mí, se erguía majestuosa una enorme montaña.

Esto debía ser una horrenda pesadilla, no había otra explicación, pero en qué momento me quede dormido. Estaba echó un lío, hasta donde tenía conciencia, me dirigía a mi casa en el subterráneo. Seguro, me quede dormido, tenía que despertar de esta pesadilla. Me pellizqué el brazo, sentí el dolor, pero seguía en el lugar.

¡Diablos, que broma es esta!

Me arrimé al borde del acantilado y me fui inclinando poco a poco, si estaba soñando, seguro que no me haría daño y terminaría el suplicio, pero el miedo pudo más y retrocedí… era demasiado real.

No tenía más que dos opciones, una era arrojarme al abismo o subir y enfrentarme con el fantasma. Decidido, subí por la escalera. El fantasma me esperaba, lentamente se irguió cuan largo era. Aunque me invadía el terror, grite y me arrojé sobre él. Agarré la sabana y la jalé violentamente. No hay palabras para describir lo espantoso que era. El engendro, furioso me lanzo un golpe, era tan potente que sentí un dolor muy fuerte en el hombro. Retrocedí unos pasos más asustado. Si era un sueño por qué sentía dolor.

El ente avanzaba hacia mí, cuando una luz invadió la habitación y una voz anunciaba el arribo a la estación Zócalo y varias personas se arremolinaban en la puerta de salida del tren. Todo había sido una pesadilla, respiré aliviado. Me incorpore de inmediato, tenía que salir de ahí, cuando me percate que en mi mano tenía aferrada una sábana blanca y el hombro me dolía horriblemente.


Lunaoscura

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