miércoles, 26 de julio de 2017

Bahía de Santispac

Con un movimiento felino, lento, suave, preciso y precioso se desperezó, atando mi deseo a su piel de marfil y a esos ojos de brillo caprichoso que se arropaban en el ronroneo de mis anhelos. Sonido de súplica y al mismo tiempo de orden. Mi piel y mis labios abrazaron a los suyos, uniéndonos en una sola respiración, un solo cuerpo y un solo deseo.

Respiración acelerada, torsos que suben y bajan con el rítmico frenesí de nuestra danza. Justo cuando creía que mi corazón iba a estallar y que me moría de placer, una sonrisa tan caprichosa como sus ojos de gato apareció en su cara.

Empujó mi pecho hacía atrás y se poso sobre mí. Pude ver nuestros cuerpos brillar bajo la luz de la luna.  Sus ojos volvieron a brillar con una sonrisa viciosa, se inclinó buscando mis labios en una caricia que empezó desde el ombligo, pero justo antes de tocar mis labios con los suyos se detuvo, quemándome de deseo y hambre, de capricho y locura. Con la cordura arrebatada me lancé a esos labios en un ágil movimiento. Durante una fracción de segundo se quedó atónito y yo solté una risa maliciosa.

No podía dejar las cosas así, me cogió de las caderas, tumbándome sobre la arena. Lo miré, le di un rápido beso y al mismo tiempo una mano acariciaba su pecho y la otra bajaba hasta sus muslos. Lo volví a mirar, me despedí con otro beso fugaz y saboreé cada milímetro de su piel, hasta que vi que ese poderío felino, ya no estaba en sus ojos, ahora estaba yo, reflejado en el lustre de su locura y su deseo desesperado.

Rápidamente recuperamos el tango por donde lo habíamos dejado. Gotas de sudor perlaban nuestros cuerpos y oíamos nuestros corazones al unísono por detrás de gemidos y jadeos. De repente soltó un débil grito y me empapó en su placer, produciéndome tal éxtasis con el suyo que sin poder evitarlo le correspondí.  Nos dormimos abrazados bajo la luna envidiosa de Santispac.


Lunaoscura

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