jueves, 25 de agosto de 2016

El Miedo

Miraba por su hombro y aceleraba el paso. Su respiración estaba agitada, no era para menos, era medianoche y caminaba por el Callejón del Diablo, una callejuela sombría y rodeada de árboles que pocos se atrevían a cruzar.

Su corazón, casi se paralizó cuando vio a mitad del camino una sombra recargada en uno de los enormes árboles. Se atemorizó, pero recuperó el aliento y continuo su marcha, a unos cuantos metros de distancia, vio delante de él a un hombre delgado y elegante. Pasó raudo y jadeante por su lado, de reojo lo miró, su rostro era casi cadavérico con unas grandes ojeras. Este, le hizo una gentil inclinación con su bien acicalada cabellera. 

El viejo, aminoró su caminar, esperó al desconocido. Se presentó, comentándole al hombre que vivía pasando el cementerio. Este, sonrió amablemente y comentó: 

- ¡Qué bien, somos casi vecinos! Mi nombre es Carón -su voz era grave y profunda, en ademán de saludo, le extendió la mano– Tengo mi casa cerca, si no tiene inconveniente lo acompaño por lo menos un trecho.

Cuando llegaron frente al cementerio, Panchito se persignó con estremecimiento, tenía pavor pasar por allí. Turbado vio que Carón, se detuvo y sus ojos brillaron desde el fondo de sus órbitas ennegrecidas. 

- Lo lamento Panchito, hasta aquí le sirvo de acompañante. –extendiendo su fría mano, se despidió. 

En ese momento, el terror se apoderó del viejo, su corazón dio un vuelco, no supo en qué momento echó a correr. Brevemente miró hacia atrás y con espanto observó, como Carón, atravesaba la reja que cerraba el camposanto. 

El anciano, pálido y sin aliento llegó a su casa, en el marco de la puerta lo esperaba María, su esposa. Esta, no alcanzó a reprocharle nada, su marido dio unos cuantos pasos hacia ella y cayó pesadamente.

En la salida del cementerio, María y otros familiares, daban las gracias a quienes los habían acompañado al sepelio. 

Poco tiempo después, ante la viuda, estaba un señor delgado con una palidez cadavérica y una bien peinada cabellera. 

- Señora, mi más sentido pésame, mi nombre es Carón, deje comentarle que conocí a esposo. -le estiró su huesuda mano- Soy el administrador de este panteón.

Mientras, escuchaba las palabras del hombre, sobre la cabeza se posaba una hermosa mariposa negra.


Lunaoscura

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