lunes, 22 de agosto de 2016

La tarta

El timbre de la puerta repiquetea, Leonor extrañada, abre la puerta, ahí está un joven con un envoltorio y una carta que le envía su vecino. Después de dar las gracias, se dirige a la sala, deja el paquete en la mesa y abre la carta:

“¡Buenos días vecina! Solamente quería darle la bienvenida a su nuevo hogar. Espero que lo disfrute. La vida pasa tan deprisa…

¿Sabe? Yo antes vivía ahí. Después vivieron María, Susana y otras más, pero ahora usted vive ahí.

Por cierto, debería arreglar la tabla del cuarto escalón, está suelta. Siempre lo ha estado.

Le envío, junto con esta carta, una tarta que hice yo mismo. Espero que le guste. La hice pensando en usted.  A las anteriores vecinas no les gustó, pero he tenido mucho tiempo para mejorar mi receta.

Tengo tantas ganas de conocerla, espero que pronto podamos hacerlo. Siento no poder estar, las circunstancias no me lo permiten en este momento, pero créame, nos veremos pronto.

No sufra.

Aún no.

Andrés, su vecino”

Parece que el vecino es un poco raro, seguramente se trata de un excéntrico, piensa Leonor. Deja la carta y desenvuelve el envoltorio. La tarta, tiene un aspecto delicioso.

Se dirige a la cocina con su obsequio de bienvenida. Corta una rebanada, su sabor es un tanto especial, pero no desagradable, así que da cuenta de la rebanada.

Días después, en la columna central del periódico local, se lee:

“Otra envenenada en la calle Florida 42. La policía no tiene pistas del psicópata de la tarta.”


Lunaoscura

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