lunes, 18 de septiembre de 2017

Dicen que estoy loco

Siempre fue un bicho raro, tímido, callado, pero con una actitud rebelde, mis padres, que eran de la vieja escuela, consideraban que solo necesitaba mano firme para componerme.

En la escuela, los maestros estaban convencidos que sufría de algún tipo de retraso mental, por lo que aplicaron la filosofía de que “la letra con sangre entra” y, en cuanto a mis compañeros, me hacía objeto de las más crueles bromas.

Así fueron los primeros años de mi existencia, hasta que por arte de magia parecía que los métodos empleados daban sus frutos, mis calificaciones empezaron a mejorar, convirtiéndome uno de los alumnos de más alto rendimiento, pero desafortunadamente mi actitud iba de mal en peor.

A tal grado, que en una ocasión la dirección del colegio llamó a mis padres. En la reunión se encontraban la directora, el tutor de mi grupo, el psicólogo, la trabajadora social, mis padres y obviamente, yo. Apesadumbrados los doctos, les comunicaron a mis padres que, si bien mi rendimiento era de los mejores, con mi actitud rebelde y retadora de las normas, no veían que tuviera futuro y lo más probable que en un descuido de ellos terminara en el mal camino. En ese momento, fui sentenciado.

A partir de ese momento, se endureció el control, y yo le declare la guerra a los adultos y a sus estúpidas normas. Fue una lucha encarnizada, las huellas permanecen aún en mi cuerpo.

La guerra duró hasta que salí de la educación básica y mis padres se dieron por derrotados. Me echaron a la vida, ahí tuve que abrirme paso como pude, pero mi forma de ser y pensar iba en contra de lo que se suponía era normal. Siempre cuestionaba lo que se decía con lo que veía. Y eso, incomodaba a más de una persona, era la clásica persona inadaptada.

Así las cosas, durante varios años fui un solitario en medio de un mundo caótico y desenfrenado, que defendía con uñas y dientes su forma de vivir y su filosofía de vida, y acumulando decepciones y rechazo, las huellas aún están en mi alma.

Ahora, en la última parte de mi vida, guardo silencio, ya no más luchas, ya no más rechazos, tal vez, desde el principio el mundo tuvo razón al decirme que yo estaba loco.


Lunaoscura

1 comentario:

  1. un hurra por los ácratas y el mundo no tiene razón,dejemos crecer la maleza, es anormal segarla.me gustó sobremanera tu historia

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