lunes, 28 de noviembre de 2016

Fellare

Lovers embrace
Afuera la lluvia lo cubría todo, la noche se veía más oscura que de costumbre. La luna está escondida entre las nubes y no parecía tener intención de salir. Veo a través del cristal empañado, salpicado de esas pequeñas gotitas que hacen el mundo borroso. Lo rozo con los dedos tratando de quitar un poco de vaho, pero enseguida vuelve a surgir para sustituir al que se ha ido. Aun así, sigo mirando a través de él, intuyendo todo aquello que no puedo ver.

De repente, siento tu aliento en mi nuca, desde mi estómago sube una oleada de pasión ígnea que me hace temblar, como siempre que te tengo cerca. Cierro los ojos y dejo que me des la vuelta y me abraces.

Lentamente, bajas tu mano por mi espalda, un agradable escalofrío la recorre detrás de tus dedos. Me estremezco, caigo rendida y busco tus labios. Te miro a los ojos, siento como los tuyos se me clavan, mi corazón late a cien por hora, suspiras, y yo sonrío. Sé que me deseas, lo demuestras con cada gesto.

En ese halo incandescente, tus dedos dibujan caricias en sobre mi rostro, sigues con un beso apasionado que hace que mis ojos se cierren. Muy despacio, me muerdes en la oreja. Me vuelves loca, quemas por igual fuera que dentro.

Lentamente nos dirigimos a la recamara, gentilmente me invitas a entrar primero, con pasión arropas mi cuerpo con el tuyo y buscas de memoria mis rincones por encima de la ropa. Te deslizas y aprietas con furia al encontrarlos.

Con prisa por tenerte, giro quedando de frente a ti, arranco tus botones y con fuerza despojo la camisa de tu cuerpo, mi mano se oculta debajo de tu pantalón, dejándome llevar por la voluptuosidad que me inunda en medio de esa oscuridad.

Arrastro una mano por tu ombligo, dibujando un camino hacia abajo, erizando tu piel con ese contacto. Llegar a tu intimidad viril, aprieto suavemente en una deliciosa mezcla de placer, dolor y excitación.

Siento tu cuerpo arder, sosegadamente me postro y mis labios bajan, dejando tu piel ardiendo a su paso, esa tortura te arranca un gemido, seguido de una advertencia “ni se te ocurra parar”.

Acelero el ritmo, creando más y más fuego, lasciva deseó que explotes y tus cenizas se esparcieran por la habitación. Siento las familiares contracciones apoderándose de tu cuerpo, provocándote oleadas de éxtasis una y otra vez, hasta que con una última contracción todo cesa.

Abro los ojos y pude ver cómo te desvanes delante de mí, como si fueras un fantasma evaporado en la nada. Suspiro, dejándome llevar por el sueño que lo engulle todo, incluso a mí.


Lunaoscura

1 comentario: