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martes, 29 de septiembre de 2015

Mi abuelo Gil

Mi abuelo, físicamente era un hombre de baja estatura, de piel morena clara, robusto, pero no gordo. Campesino, que en sus tiempos de juventud había trabajado de albañil, lo que origino que tuviera dos grandes “conejos” en sus brazos. Recuerdo que nos decía, sí queríamos ver como sus conejos bajan a comer zanahorias a la palma de su mano; nosotras poníamos atención a la palma de su mano y él con su otra mano nos apretaba la nariz.

Entre la nebulosa de los años, recuerdo la hora de merendar, el momento más emocionante del día, nos sentábamos alrededor del fogón, mientras mi abuela preparaba la comida, hincada a un lado del comal, tomábamos nuestro te de hojas de naranjo o de limón, y cuando estábamos ricos, como decía mi abuela, café con leche con nuestro respectivo bolillo.

En tanto, mi abuelo comenzaba a contarnos las leyendas del pueblo, generalmente se trataban de muertos, fantasmas o seres de la noche, nosotras escuchábamos muy atentas, pero cada que oíamos un ruido gritábamos y saltábamos de miedo. Mi abuela le decía -¡Gil, ya deja de asustarlas! - mi abuelo se reía, y nosotras le decíamos que siguiera, aun cuando salir al baño a fuera de la casa, nos mortificara.

Siempre andaba con mi abuelo, “nos íbamos a trabajar” al campo, las mujeres se quedaban en casa, haciendo sus labores; mi abuela se enojaba, le decía que me estaba haciendo una “marotona”, es decir, una “marimacha”.

Yo no sabía hacer nada de lo que mis tías hacían, pero además, ni me importaba, solo quería estar con mi abuelo, salíamos muy temprano a hacer algunos trabajos de campo para los vecinos, como desyerbar, desvainar o voltear la tierra. Bueno, eso lo hacía mi abuelo, porque yo, solo andaba jugando en la milpa y agarrado cuanto bicho me encontraba.

Una vez, mi abuelo estaba trabajando en una milpa, rodeada de magueyes, yo, anda por ahí, cuando vi una lagartija negra, grande y gorda, que corrió, ¡hay voy! Se había metido en un hueco en la base de un maguey, metí la mano para sacarla, con el animalito en la mano, me enfilé con mi abuelo para mostrársela, cuando mi abuelo se incorpora para verla, ha pegado un brinco y de inmediato me grito ¡deja a ese animal!

Me asuste y solté a la “lagartija”, pobre animalito fue a dar por allá, me llamo la atención y, me dijo, eso no era una lagartija, sino un escorpión venenoso, ten más cuidado; medio acongojada, seguí jugando, hasta que “terminamos de trabajar”.

En otra ocasión, fuimos a ver a un vecino que quería que le hiciera algún trabajo, llegamos a la casa, nos recibieron y nos llevaron al corral, yo curioseaba al lado de mi abuelo, mientras se ponía de acuerdo con el señor. Cuando de repente, levantó la cabeza y enfrente de mí estaba un monstruo con cuernos y un anillo en la nariz, pegue un alarido y un brinco hacia atrás, los dos hombres voltearon a ver mi cara de susto, el dueño de la bestia me dijo que no me asustará que era un toro, mi abuelo no paraba de reírse de mi cara. Jamás había visto un animal tan grande y fuerte.

Otro recuerdo que tengo de él, fue cuando por dormilona me dejó en las manos de mi abuela, ese día por más que trataron de levantarme no hubo poder humano que lo lograra, así que mi abuelo se fue sin mí. Cuando finalmente abrí los ojos, mi abuelo tenía horas que se había ido. Pues, bien, mi amada abuela, tomo las riendas ese día, nos llevo al río a lavar la ropa, la verdad no tenía la menor idea como se hacía, es que así solo me pase remojando la ropa y resegándola, según yo, en una piedra del río. Después que “terminamos”, mi abuela nos ordenó bañarnos, el agua estaba helada, yo solo me mojaba las puntas de los dedos y me los untaba en el rostro, hasta que mi abuela se dio cuenta y a jicarazo limpio me baño. Nos dejo asoleándonos sobre unas piedras como lagartijas. Ya al as doce del día “habíamos” barrido y hecho la comida, la verdad como ayudante de cocina era mala. En fin, eso fue lo de menos, el problema surgió cuando me puso a bordar, en mi vida había agarrado una aguja y menos bordado, por más que se esforzó mi abuela por enseñarme, las labores domésticas me estaban negadas. En un momento de desesperación mi abuela me pincho las manos con la aguja, eso hizo que escapara del lugar, y como no sabía dónde se encontraba trabajando mi abuelo, opte por trepar un árbol de tejocotes del cual no baje hasta que llego mi abuelo, a pesar de la suplicas de mi abuela o sus amenazas.

Que puedo decir de mi abuelo, para mí fue el hombre más integro que he conocido, me enseño la importancia de ser de una sola pieza; me enseñó, que nunca se promete, lo que no se ha de cumplir; que el perdón, no debe utilizar indiscriminadamente; que la casa donde vivimos, es un lugar sagrado, que hay que respetar y hacer respetar; que la mentira, es la madre de todas las cosas malas. Valores, que son el eje central de mi vida.

Mi Abuela, siempre me decía, que yo, era igual a Gil que, había “abueliado”.

La última vez que hable con mi abuelo fue un domingo, después de la comida, él acostumbraba salir al camino a fumaba un cigarro, recargaba una de sus piernas en la pared, formaba un triángulo con la pared. Ese día, no me di cuenta cuando salió, pero sabía en donde estaba, fui corriendo al camino, justamente estaba en la esquina, fumando como siempre, me acerque a él, me recargue en la pared, como él lo hacia; lo vi muy pensativo, él era muy alegre, le gustaba cantar, entre sus canciones favoritas estaban Zenaida Ingrata, Los Albañiles y Carabina Treinta, Treinta.

Le pregunte, qué sí tenía algo él me respondió - cuando tú regreses, yo no voy a estar.

- ¿A dónde, va a ir?

- Me voy a morir – dijo.

Inmediatamente empecé a llorar, sentí como si el mundo me aplastara.

- ¡No! ¡Que se muriera mi mamá, mi papá, mi abuela, pero usted no!

- Él no me miraba, tenía la mirada perdida -No me preocupes, siempre estaré contigo.

- Quiero morirme con usted –le suplique.

- Me puso la mano sobre mi cabeza - No te mortifiques, cuando llegue el momento, vendré por ti.

- ¿Lo dice en serio?

- Sí, es una promesa. -me pidió a la vez que le hiciera una promesa- le dije sí, cuál.

- No quiero que llores.

-Se lo jure y lo abrace.

Nos subimos para la casa, más tarde, regrese a la casa de mis padres.

El siguiente fin de semana, no me dejaron ir a la casa de mis abuelos, mis padres tenían un compromiso y teníamos que ir todos. Regresamos del evento, ese sábado como las cinco de la tarde.

No bien acabábamos de entrar a la casa, cuando sonó el teléfono, mi madre contestó, de repente se sentó y si puso a llorar.
Mi padre le preguntó ¿Qué tenía? ¿Qué había pasado? Mi madre, contestó que mi abuelo estaba muy grave. Cuando oí eso ¡Odie a mis padres, como nunca había odiado a nadie! Yo debería estar haya.

Mi padre salió corriendo, mi madre detrás de él, nos gritaba que nos subiéramos al carro. Mi padre, quería a mi abuelo como si fuera su padre, nos subimos mi hermano y yo, mi hermano más pequeño, lo traía en brazos mi madre. Mi madre iba llorando, mi padre se veía muy mal, entre ellos hablaban.

¿Qué tiene? decía mi padre. ¡No sé!, decía mi madre. A mí se me hizo fácil responderle, le dije que mi abuelo se iba a morir. Mi madre se volteó y me dio una cachetada, que me reboto en el asiento. Me dijo que me callara que no dijera ¡Tonterías!

Le conteste, tocándome la cara, ¡es cierto! mi abuelo me lo dijo, él no miente. Mi madre, quiso pegarme nuevamente, pero no me alcanzo.

Llegamos a la casa de los abuelos, mis tías pequeñas estaban en la milpa, ahí nos mandaron a mi hermano y a mí, El bebé lo tenía mi madre, mis tías lloraban, mi hermano no sabía que pasaba. Yo me senté, en el columpio que nos había hecho mi abuelo, pendía de una rama de nogal.

Paso mucho tiempo o no sé cuánto, cuando vi que empezaron a salir, sabía que iban a avisar a los familiares y a buscar al sacerdote, era la tradición, los que van a morir tienen que despedirse y recibir la bendición.

Me levante, en contra de lo que decían mis tías, me fui a la casa, tenía que ver a mi abuelo, entre a la casa. En la recamara, habían puesto unas sabanas blancas como cortinas, para que no le diera un aire a mi abuelo, pues se decía que un enfermo es vulnerable al mal aire, con una mano hice a un lado una de las cortinas, ahí estaba mi padre, recargado en la pared con mi abuelo recargado en su pecho, viendo al frente.

Él me vio, eso creo, extendió su mano derecha hacia mí, de su boca salió, un líquido de color café con un olor suis generis, el olor de la muerte, su cabeza se hizo de lado ¡mi abuelo, había muerto! Mi padre empezó a llorar, yo únicamente me di media vuelta y regrese a milpa.

Tiempo después en la casa se oían gritos, lamentaciones, llantos, nosotros, los niños seguíamos afuera, no sé cuánto tiempo paso. Salió mi abuela, a tender una sabana blanca, en el brazo del nogal, se veía profundamente triste, había llorado.

Al día siguiente, llevaron el féretro de mi abuelo a la iglesia de San Juan Bautista, el sacerdote dio una misa de cuerpo presente, una vez terminada sacaron la caja al camposanto, ahí estaba un hoyo rectangular, el sacerdote lo bendijo y dijo una especie de oración.

Mis familiares, estaban alrededor del hoyo, con los rostros desencajados, con lágrimas en los ojos, los trabajadores procedieron a meter la caja en la zanja, en ese momento mis tías, mi madre, mi padre, mi abuela y la demás familia lloraban, gritan, una de mis tías se desmayó, otra se le extraviaron los ojos, era un caos horrible. Solo mi abuela, lloraba en silencio, creo que mi abuela amó verdaderamente, él era su compañero y se había quedado sola.

Los sepultureros, echaban paladas de tierra sobre el ataúd hasta cubrirlo totalmente, después sobre la tumba depositaron las flores que habían acompañado a mi abuelo en su velorio y en su misa de despedida. Mi padre, dio las gracias a los trabajadores, las demás personas que nos acompañaban, empezaron a salir del camposanto, para dirigirse a la casa de mis abuelos, pues la tradición dicta que para dar las gracias a las personas que acompañan al entierro, se les invita a comer, pepita con papas y arroz.

Después de la comida, la gente empezó a marcharse, solo nos quedamos la familia cercana, mi abuela estaba triste y callada, mi madre y sus hermanas, se consolaban, mi padre se había salido, seguramente a llorar a solas, yo, estaba sentada en el banco preferido de mi abuelo, una raíz de maguey.

Más tarde, mi padre nos dijo que era tiempo de irnos, después de despedirnos de mis tías y de mi pobre abuela nos fuimos.

He cumplido mi palabra, no lloro la muerte de mi abuelo, lloro mi orfandad y la falta que me ha hecho.


Lunaoscura

El espejo y yo

Una noche mirándome al espejo, descubrí que ese yo reflejado, no era igual a mí. No era una simple diferencia, su mirada estaba cargada de una fuerza tan vivaz, de tanta libertad y su figura despedía una luz que rodeaba todo su ser - no puedo ser yo- me decía, mirando fijamente la figura del otro lado del espejo.

Con desconcierto, me preguntaba -¿en realidad soy yo?- empecé a reflexionar buscando las causas de mi perturbarte apariencia al otro lado.

Así empecé hacer un repaso de mi vida, de las personas que me rodean, de las metas cumplidas, de los sueños postergados y de los errores cometidos.  Entonces, comprendí que todo había cambiado que, ahora todo era una simplemente apariencia, la noción de familia se perdió con el tiempo, los amigos ya no son tan sinceros y la hipocresía nos consumió a todos, la apatía y el conformismo no me permitían salir de mi zona de confort, y al final el futuro se convertía en una ruleta con un destino muy incierto.

Al terminar mi reflexión, me di cuenta de que la imagen desconocida era yo, el espejo, solo es un espejo que refleja el exterior, pero el alma puede ver el corazón y reflejar lo que siente su interior.

A partir de esa noche, me doy un tiempo para mirar el espejo, lo miro fijamente buscando en mi alma lo que no puedo ver con los ojos.

No es fácil, es muy doloroso darse cuenta que en alguna parte del camino se perdieron los sueños, las metas y que el tiempo ha pasado, y algunas de esos anhelos no podrán realizarse, porque el tiempo consumió su vida, pero dentro de tanto abandono, existe esa fuerza de la que esta llena mi alma y que de alguna forma tendrá que salir al exterior a cumplir su sino.


Lunaoscura

La última fantasía

Susana tenía una gran imaginación, era una pequeña niña de cinco años que vivía a las afueras de una gran ciudad. Sus sueños siempre estaban llenos de fantasía y colorido: bosques, montañas, árboles fantásticos, seres extraños cargados de magia. Tenía como costumbre escribirlos en un pequeño cuaderno que, ella misma había confeccionado. Las personas que escuchaban creían que estaba loca o era una niña con un grave problema de imaginación.

Así fue creciendo, entre sueños, burlas y desconcierto, una noche previa a cumplir quince años, escucho un fuerte ruido que la despertó, con sigilo se levantó y salió de su recámara para investigar.

El pasillo esta en penumbras, aguzo el oído para ver si volvía a escuchar el sonido, no lo volvió a escuchar, lo que se escuchó fueron murmullos provenientes de la parte baja de la casa.

Silenciosamente, bajo las escaleras, las voces se hacían más nítidas pero incomprensibles, solo falta unos tres escalones cuando observó que de la cocina salía una luz blanquecina muy resplandeciente.

Estaba indecisa, si acercarse o subir para avisarle a sus padres, pero la curiosidad fue más fuerte, lentamente con sus pies descalzos avanzo hasta la puerta de la cocina, se asomó por la ventana.

¡Sorpresa! ahí adentro había un hermoso bosque, como los de sus sueños, estaba muy emocionada, sintió una gran curiosidad y entró, vio que en ese lugar todo era mágico, todas los seres que habitan, eran muy parecidos a los que ella conocía, pero con la diferencia, no era como en sus sueños sino mucho mejor.

Estaba parada observando ese hermoso lugar, cuando de pronto un ser diminuto la señaló y grito, todos suspendieron sus actividades, y empezaron a susurrar, Susana no sabía lo que estaba pasando, hasta que un hada fue volando donde se encontraba, y le dijo que por fin había llegado que, durante años la habían esperado.

La condujo hasta el mismo centro del lugar, y ahí la presentó como la reina de aquel lugar; la chica, estaba muy contenta en su nuevo mundo, por fin sentía que se encontraba en el lugar perfecto, pero después de unos días, sentía que le hacía falta algo, era su familia, los extrañaba horriblemente.

La melancolía se apoderó de ella, después de cavilar por unos días, decidió, convocar a una reunión para informar a sus súbditos que no podía seguir siendo su reina, tenía que regresar al lugar de donde venia, pero que estaba feliz de haber cumplido su mayor deseo, conocer lo que siempre había soñado.

Todos muy tristes lo aceptaron, poco a poco todo empezó a oscurecerse, y una voz muy suave decía -despierta, despierta que ya es hora de que te alistes para tu fiesta mi bella reina.

Entre abrió los ojos, la luz del nuevo día, la deslumbro con su radiante fulgor, estaba en su cama como si nunca nada hubiera pasado. Después de esa aventura, sus sueños no volvieron a ser lo mismo, al parecer la magia había abandonado a la adolescente, para irse con otros niños pequeños.



Lunaoscura

sábado, 26 de septiembre de 2015

Poemas de Robert Graves

Síntomas de amor
(Symptoms of Love)

El amor es la migraña universal,
Una luminosa mancha en la visión
Anulando la razón.

Robert Graves

(Londres, 1895 - Deià, 1985) Poeta, ensayista y novelista inglés que combinó la ironía, el intelecto y el clasicismo, muy conocido por sus novelas de corte histórico. Su padre, Alfred Perceval Graves, fue una destacada figura del movimiento literario irlandés. Durante la Primera Guerra Mundial, Robert Graves sirvió en Francia con los "Royal Welch Fusiliers". Precisamente el día que cumplía veintiún años es herido por la esquirla de una granada y es dado por muerto. Esa experiencia, que resulta suficiente para incorporarlo al grupo de poetas denominado por algunos críticos como "Los poetas de la guerra del 14", junto a Wilfred Owen y David Jones, es la que define ese sentimiento y esa aspereza de sus primeros poemas recogidos en Over the Brazier (1916) y Fairies and Fusiliers (1917).

En 1926 fue nombrado profesor de literatura inglesa de la Egyptian University. En 1930 se traslada a Mallorca donde junto con la poetisa y novelista, especializada en temas helenísticos, Laura Riding, funda y dirige la Seizin Press. Retorna a Inglaterra durante la guerra civil española para, una vez finalizada ésta, instalarse definitivamente hasta su muerte en la isla balear.

En 1939 publica su primera colección completa de poesías, Collected Poems. Como poeta Graves siempre participó en las antologías de Georgian Poetry. La popular sencillez de sus primeros poemas irá derivando, con la influencia de Empson y Eliot y la incorporación de las doctrinas de Freud, la metafísica y la psicología, hacia un lenguaje más hermético e introspectivo.

Sin embargo, en sus posteriores colecciones como Poems (1946), Poems and Satires (1951) y Poems (1953) se muestra menos intelectual y agrio y su actitud ante la vida se hace más objetiva, de mayor aceptación y generosidad. En esta línea están orientados Collected poems (1965) y los más recientes, Poems 1965-1968 (1968) y Poems (1970), breves y mezclados de desilusión y rejuvenecimiento.


http://www.biografiasyvidas.com/biografia/g/graves.htm


martes, 22 de septiembre de 2015

Tu relato

Era una tarde como muchas otras, de repente me dijiste.

-         Escribe algo para mí.

Sonreí, estaba feliz de tenerlo a mi lado otra vez.

No sabes

No sabes, cuánto me gusta estar contigo, que cada vez que te veo la sangre corre a gran velocidad por mis venas.

No sabes, que me encanta cuando consigo encontrar el momento para que nuestras almas se prendan en un beso.

lunes, 21 de septiembre de 2015

Un día especial

No era una mañana más, tenía algo especial. Era silenciosa, densamente silenciosa, el único sonido era el chisporroteo de las aguas del río.

Me levantó de la cama y salgo de la choza, algo muy fuerte se apodera de todas las arterias de mi corazón, la presión me llega al pecho, pasan los segundos y cada vez es más fuerte la presión que siento. Mis ojos quieren explotar, la cabeza me duele, no puedo hacer nada. Trato de calmarme, de repente, miró hacia el final de la vereda, observó a una sobra enorme que cruzar el camino, de caminar pesado y lerdo, esa criatura emite sonidos guturales, parecidos a lamentos. Aturdida, retrocedo… ¿qué diablos, fue eso?

Estoy sola, no sé qué hacer, ni qué pensar; tengo que llamar a alguien, pero ¿a quién?, los demás se han adelantado en la expedición.

Mis manos comienzan a temblar, mi corazón se vuelve agitar sin control. Me siento en una silla y trato de volver a la normalidad. Ya más relajada, pienso, ¿será mi mente qué, quiere apoderarse de mí en esta mañana? No puede ser. Tampoco estoy loca, bueno eso creo…

De pronto, escucho el crujir de una rama, rápidamente un escalofrió se apodera de mí; miró de reojo unos pies desnudos que cruzan. Algo anda mal…

Un viento feroz azota el albergue, entran hojas y pequeñas ramas. Asustada y desesperada, comienzo a gritar ¿Dios mío, qué está pasando?

El viento desaparece, noto que, en la entrada de la cabaña hay un papel. Sorprendida y con la boca abierta, miro por más de un minuto. Rompo a reír a carcajadas, es la histeria que se ha apoderado de mí.

¿No puede ser?

Con una letra casi inteligible, leo “llegó el momento” En ese preciso instante, se oye un crujido en el suelo, todo empieza a temblar. Angustiada, pienso que se trata de un temblor, salgó trastabillando de la choza, afuera todo es alboroto. Los animales salen de sus escondites y huyen despavoridos.

Como puedo, me alejó a toda prisa, a mis espaldas escucho la choza caer al suelo, volteó, sorprendida observó que algo germina de la tierra.

Un resplandor me ciega, pero puedo distinguir una especie de nave traslucida, de consistencia coloidal que se eleva a unos cuantos metros del suelo y se mantiene estática ahí, después de no sé cuánto tiempo, algo se despliega de ella, es una rampa que se apoya en el suelo. Miles de luces provenientes de todas partes, se introducen en la nave.

Todo ha quedado en silencio, un silencio que cala los huesos, no puedo moverme, estoy clavada al suelo, del artefacto salen unos seres humanoides traslucidos con grandes ojos, color de fuego. Sin poder moverme, uno de ellos se dirige a mí, estoy en estado de conmoción; con voz metálica el ente me dice: “No hay salvación”

Acto seguido, regresa a la nave, yo caigo desmayada. Cuando recupero la conciencia, me encuentro en la choza nada había cambiado.


Lunaoscura

Noche de blues

Vagabundeando en una noche fría y lluviosa, las notas melancólicas de un blues impregnaron el ambiente. Hipnotizada, me encaminé a donde salía la música, recordando a un viejo amor. En la barra, estaba él, al vernos, la melancolía inundó nuestras miradas, dos desconocidos con una historia truncada, esa noche se dijeron adiós.


Lunaoscura

domingo, 20 de septiembre de 2015

Carnaval

El destino actúa silencioso,
e imperceptible,
entonces la soledad
empuja con más fuerza,
y el desaliento acude de inmediato,
el amor se reduce a un instante.

Confesiones

Es una tarde con el cielo encapotado y el viento corre, frío y penetrante. Patricio, llega como todos los días a su casa y como es costumbre Julieta, se encuentra en la sala.

El laberinto

La soledad cobija al hombre contemporáneo, en medio del bullicio, se engañan o compensan esa orfandad con paliativos superfluos que solo hacen más profundo e irremediable el silencio que ahoga su conciencia y agobia su alma.

sábado, 19 de septiembre de 2015

Abandono

Lorena dio vuelta a la cerradura de su apartamento, sus movimientos eran torpes y pesados; su rostro denotaba más años de lo que en realidad tenía aquella cincuentona.

Un último cigarro

Viejo y vencido por los años, Ernesto se acuesta en su camastro de la casa familiar donde, ya hace años que nadie habita. Intenta dormir pero, algunas veces, pasada la medianoche o rondando la madrugada, se despierta sobresaltado e inquieto, y ya sin sueño, sale al exterior de la casa, se sienta en la banca que hay en pórtico, mira las estrellas que parpadean a lo lejos, y los recuerdos vienen a su mente.

En la lobreguez de la noche, le parece ver el rostro de ese muchacho, sonriente y valiente para ser solo un chiquillo, y demasiado joven para fumarse un cigarrillo, aunque fuese el último.

Era delgado y frágil, el único superviviente de una balacera que tuvieron los narcos y la milicia que, se encontraron de improviso, en un cruce de caminos. Como resultado de ese enfrentamiento, quedaron en el suelo siete cadáveres y un herido.

El muchacho sangraba de una pierna y del costado. Tumbado en el suelo y a pesar de sus heridas, en su rostro no había miedo, ni siquiera resignación, su mirada era más bien de curiosidad. Observaba a los militares como si los entendiese, como si este fuese un juego en el que a él le había tocado perder.

Cuando su mirada se cruzó con la Ernesto, sonriente y con voz cansada, le dijo ¡Dame un cigarrillo, paisano! Este, se lo dio, pero cuando se lo iba a encender, se acercó el capitán que, enfurecido, y de una patada hizo volar el cigarrillo por el aire, su voz sonó rabiosa cuando gritó.

-         ¿Para esto nos jugamos la vida? ¿Para que te hagas amigo del enemigo?

Ernesto, el cabo, musitó en voz baja

-         Se está muriendo, mi capitán.
-         El jefe de la patrulla contestó- ¡Entonces, será mejor que se muera de una vez, carajo!

Desenfundó su pistola y gritó mirando a todos.

-   ¡Esto es una guerra, señores, aquí nos matan o los matamos! ¡Aquí nadie está jugando!

De dos pasos, se plantó frente al soldado y le entregó la pistola.

-         ¡Dispárale y remátalo, así aprenderás quien es tu enemigo!

El novato, tenía los ojos abiertos como platos. El capitán volvió a hablar, pero esta vez lo hizo despacio y muy convencido.

-         ¡Dispárale o te disparo yo a ti, por traidor, recuerda que tienes compañeros muertos por gente como este maldito!

Ernesto, cogió el arma, había un silencio tenso, hasta los pájaros se habían callado y la espera era dolorosa. El muchacho, lo animó, ¡anda, dispara y acaba con esta estupidez, paisano!

Apuntó al pecho del chiquillo herido, y antes de que apretase el gatillo, el muchacho dijo, como si hablase para sí mismo, ¡fúmate un cigarrillo a mi nombre de vez en cuando, por el cigarrillo que me debes, amigo!

En ese instante el arma disparó, una, dos, tres veces, el jovencito dobló la cabeza en silencio.

Desde entonces, Ernesto no puede dormirse sin despertar a medianoche, sintiendo la necesidad de salir fuera de su casa y ponerse a mirar las estrellas, mientras las observa parpadear, sin pensarlo, enciende un cigarrillo.

Mientras fuma y observa el cielo, ve o cree ver, al muchacho que desde hace más de treinta años lo saca de la cama para fumar juntos un cigarrillo a medianoche.


Lunaoscura

viernes, 18 de septiembre de 2015

Tu nombre, soledad

Me enamore de ti,
solo tú eras vida para mí;
con tu abandono
te has llevado contigo, la vida;
ahora respiro como un ser inerte
que vaga en mares solitarios.

Soñarte

Por azar te he encontrado,
tu presencia encendió mis sentidos
y mis palabras fluyen naturalmente
como sabiendo el camino.

jueves, 17 de septiembre de 2015

Destino

No entendí, en ese momento por qué sentí esa familiaridad, cuando nos cruzamos esa noche en que todo empezó. No lo entendí por mucho tiempo, pero al fin hoy lo entiendo.

Quisiera ser

Quisiera ser tu refugio
donde de noche descansas,
ser tu secreto y ser el guardián
de tus sueños.

miércoles, 16 de septiembre de 2015

No hay un presente

Tentación permanente,
temblor de luna
que recorre mi cuerpo,
después de una caricia
de tu aliento suave.

Lección de vida

Caminaba junto a la sombra, por ese corredor silencioso, impersonalmente estéril, alumbrado por una luz etérea, y citado por numerosas puertas con números. El silencio del lugar, era roto de vez en cuando, por susurros y risillas ahogadas. Estaba en un estado letárgico, sus sensaciones adormecidas, la emoción que la embargaba era una mezcla de naúseas y adrenalina.

Se detuvieron, frente al número trece, la habitación estaba en penumbras, había un ambiente de complicidad clandestina. Una vez que la sombra cerró la puerta, ávidamente se lanzó sobre su presa, en su mirada había un destello de lujuria, su presa no respondía, estaba ausente, solo permanecía estática condescendiente. Después de unos momentos, su cuerpo empezó a reaccionar a los toqueteos insidiosos de la sombra, era como si su cuerpo actuara con independencia y subversivamente a su voluntad.

Mientras, la sombra desnudaba su cuerpo y lo poseía, pudo comprobar, lo que tantas veces había escuchado, el amor y el deseo son dos caminos totalmente diferentes, nada tiene que haber uno con el otro, excepto, cuando el amor y el deseo se conjugan en un solo ser…

El agua se deslizaba por su cuerpo, la sensación de tibieza reconfortaba su alma y su ánimo, había tenido que experimentar para darse cuenta de la realidad…

Salió de baño, la sombra estaba tumbada en la cama completamente exhausta, tomo su ropa, se vistió y abandono el lugar. Había a prendido la mayor lección de su vida. Cuantas desilusiones y lágrimas, se hubiera ahorrado de haber sabido la verdad.



Lunaoscura

lunes, 14 de septiembre de 2015

Trenzando anhelos

Photo: Elena Voivodi
Bailando entre
las nubes imaginarias,
acaricio suaves aromas 
entre los pliegues
de tu recuerdo.

Una noche extraña

Todo comenzó en una tarde en la que las hermanas Ayala, se reunieron y sus hijos decidieron irse de fiesta. Cuando llego la noche, se prepararon para ir a dormir, era una hermosa noche de octubre, con una luna llena esplendorosa, no obstante, el ambiente era silencioso y se sentía una energía densa, por lo que decidieron esperar el regreso de los chicos. Se dirigieron a una pequeña recámara que se encontraba en el fondo de la planta baja, con vista al huerto.

Todo marchaba con normalidad, las dos hermanas acostadas una a lado de la otra, remembraban tiempos de niñez, así llegaron las tres de la mañana. Bertha, la hermana mayor de Matilde, estaba cansada y se le cerraban los ojos, pero ninguna de las dos quería dormir hasta oír que llegaran los chicos.

En un momento, en el que Bertha estaba contando un recuerdo de niñez, guardo silencio, Matilde, se imaginó que se había dormido, giro la cara para confirmar su hipótesis, cual sería su sorpresa, su hermana tenía los ojos desorbitados y estaba paralizada de miedo, no lograba decir nada, solo con el dedo índice apuntaba a la ventana. Bertha asustada, le preguntaba – ¿Manita, te sientes bien?

Desconcertada sin saber que hacer, dirigió la mirada a donde su hermana señalaba, un frío le recorrió la espalda y sintió que los vellos del cuerpo se le erizaban. Frente a las mujeres, una sobra cruzaba la recámara y traspasando la ventana, se fue a parar al lado de un árbol de nogal del huerto.

Matilde, abrazo con fuerza a su hermana, ambas estaban mudas, una especie de parálisis les impedía gritar o salir corriendo, después de unos segundos, que les parecieron siglos, ambas empezaron a rezar a santiguarse. El hombre de negro, seguía al lado del árbol, y aun cuando no podían ver su rostro, sentía su mirada penetrante.

Bertha, fue la primera en recuperar la calma, de un salto se levantó de la cama, mientras Matilde se trataba de recomponerse. Cuando ambas, estaban de pie, se acercaron a la ventana; el hombre de negro, frente a su mirada se desvanecía, en tanto un alarido se escuchaba en medio del más denso silencio de la noche.

A los pocos minutos, se escuchó que la puerta principal se abría y las risas de los chicos que habían llegado. Ellas, apresuradas salieron de la recámara, y los chicos les recriminaron que no se hubieran dormido. Bajo esas circunstancias, las hermanas no comentaron nada y ambas se fueron a dormir.


Lunaoscura

sábado, 12 de septiembre de 2015

Algún día, que nunca llega

Rosalía, está en su cama, Carla, su Hija la escucha quejarse y sale corriendo para ver que sucede. Se está ahogado, la ayuda a incorporarse, para que pueda respirar.

Mira a su madre, de pronto se siente impotente, frustrada y muy cansada, cada día que pasa se convence más que su madre no se da por vencido y ella está al borde de sus fuerzas, hace casi tres años que la cuida, después de un accidente cerebro vascular que la dejó parapléjica.

El invierno había llegado de golpe; hacía mucho frío y el silencio lastima, Carla siente un profundo dolor que atraviesa su alma, piensa que tal vez algún día ocurra el milagro que tanto espera, que la agonía de su madre acabe y ella pueda al fin ser feliz.

Se siente culpable por pensar así. Entiende que la vida es como una rueda que gira y gira que nunca se detiene por nadie ni para nadie; que hay preguntas que nunca tendrán respuestas y respuestas que no siempre se quieren escuchar.

Uno de esos tantos días, Rosalía tomó de la mano, tratando de llamar su atención, Carla sorprendida, se le inundan los ojos de alegría. Se sienta en la cama al lado de su madre y le acaricia el pelo - ¿dime Mami, qué es lo que quieres?

No con dificultad, Rosalía le empieza a platicar de su amor frustrado, que la llevó al borde de la locura. La pobre mujer le narra, todo cuanto hizo por ese hombre que, ella creía el amor de su vida; sin importarle el daño que ocasiono a su familia y la destrucción de matrimonio de él y la pérdida de su trabajo y amigos.

Carla la observa y la escucha con atención, una mezcla de sorpresa e indignación la invade, pero al ver los ojos de su madre, piensa - no es posible, pero ¿dónde esta Dios? ¿Porqué, permite tanto dolor y sufrimiento? ¿Por qué, tanto para unos y nada para otros?

Sale de la habitación, la mirada de su madre la persigue, parecía decirle. - ¡hijita no te preocupes por mi!

Mira el cielo, tan celeste y transparente, siente la brisa fría en su rostro que la golpea, escucha el canto de los pájaros. Queda con la mente en blanco por un momento, ese momento de paz que, tanto necesita, llega sencillamente por unos minutos.

Entra a la habitación de su madre, la mira y comprendió que el mundo no es siempre como uno quiere que sea.

Mirando a su madre con mucha ternura, solo dijo. - Hemos recorrido un largo camino juntas. Te quiero mucho y lo sabes, ninguno de las dos quiere continuar así, hoy decido por los dos.

Con mucha tranquilidad se recostó a su lado, le tomo la mano, cogió el vaso en el que había preparado la bebida que injeriría para dormir, con mucha paciencia, le dio a su madre, cuando sintió que se dormitaba bebió su parte.

Así quedaron las dos dormidas. Serenas, con una paz increíble reflejada en sus rostros, tomados de las manos.

Ese algún día, nunca llegó, pero al fin llegó la paz.


Lunaoscura

miércoles, 9 de septiembre de 2015

Evocación

Aunque las rosas se mueran
quiero estar junto a ti;
ven a mis brazos, ven junto a mí,
detendré el tiempo para no dejarte ir,
pediré a las estrellas verte de nuevo reír.

martes, 8 de septiembre de 2015

Libertad

Nací sin credo y sin fe,
reclamo libertad de pensamiento 
elevar el espíritu y dejarlo vivir en paz, 
si no lo pido, estoy muriendo.

Mi corazón grita fuerte
a los que mienten,
reclamo poder existir; 
destruir la doble moral
y aniquilar el veneno
que hay por ahí.

sábado, 5 de septiembre de 2015

Tus ojos

Tu oscuro mirar, 
infinito y fugaz;
me ha de embrujar 
en mundos de olvido
y la soledad.

Amor eterno

En la edad media, la oscuridad de la mente humana se hacía palpable, ante la imposibilidad de cuestionar los dogmas religiosos. Entre, los miles de historias, se cuenta la leyenda de Francisco y María, condenados por el Tribunal de la Inquisición por blasfemos, adoradores del diablo, practicantes de artes adivinatorias y por llevar una vida licenciosa.

viernes, 4 de septiembre de 2015

Tango

En las notas de este tango del deseo,
tus ojos que me miran,
me dejas sin aliento,
me encierran en un laberinto. 

Mis antiguos penados

Entre bruma y miedo, a la distancia diviso el pueblito que me vio crecer, llenos de casitas de adobe con teja roja, algunas casas adornadas con plantas multiformes, el olor a hierba, humo, polvo y pino secuestran el ambiente, los ladridos bravucones de los perros, los cantos de tenores gallos y el rebuzno melancólico de algunos borricos, llenan el espacio; cuadro que me hace recordar mis conquistas pero también las derrotas, las alegrías como las lagrimas, lugarcito en donde mi espíritu aventurero vio la luz.

La nostalgia, embarga mi corazón y los recuerdos anegan mis ojos, caminar por sus calles de piedra de río, me hacen regresar el tiempo, cuando despertaba acompañada del olor a café recién hecho y mi pequeño cuerpecito somnoliento era abrigado por los rayos mañaneros de un joven sol. 

Mi abuela nos grita ¡a desayunar! Salía corriendo como cachorro hambriento, a sentarme en el mejor lugar de la cocina de humo, el “cuartillo del maíz”, por supuesto al lado de mi adorado abuelo y al frente a mí maternal y frágil abuela; la cual afanosa, echaba tortilla sobre el ennegrecido comal. La atmósfera estaba envuelta de olores, humos, somnolencia y adornada con armonía y amor. 

Que decir, del suculento manjar, como olvidar el café acompañado por un bolillo de pueblo, además el suntuoso plato de frijoles negros acompañado con tortillas recién hechas y ¡una salsa! que, los mejores chef, quisieran preparar.

Voy llegando a mí adorada casita, en donde mis abuelos habitan desde tiempos inmemoriales, ante la puerta de madera añeja me planto, con dos golpes pido posada a un pasado que hoy se vuelve presente, ante mi súplica un hombre responde, es joven, silencioso y angelical, es uno de los parientes de mis abuelos, como buen guardián no permite el paso tan fácilmente a los intrusos vivientes, su fin es proteger la morada de la intromisión que pudieran corromper el santuario de reposo de mis viejos.

Lo entiendo y estoy satisfecha del cuidado que se les brinda, por un instante nuestros ojos se encuentran, en sus pupilas me pierdo en una profunda oscuridad, me da la sensación de la nada, pero reconforta mi alma, llenándome de tranquilidad mística; su sola presencia mitiga cualquier reproche.

Como niña obediente, me quedo parada en estado letárgico, del fondo, se oye la voz de un ser amable, que permite mi entrada, el vigilante retrocede silenciosa y respetuosamente. 

Entro a la posada, frente a mí, se encuentra una cocina de humo y delante de ella esta mi abuelo, quien extiende su brazo descarnado para saludarme con su palma extendida, llena de regocijo dibujó una amplia sonrisa y deprisa me acerco.

Él me da la bienvenida a ese mundo abstracto y sin tiempo, como aquel no ha tardado en regresar. Le pregunto emocionada por la abuela, con su mano derecha señala a la casa, que se encuentra sobre una lomita, ahí en la terraza de pie esta mi abuela, tan menuda como siempre, con sus cabellos trenzados en dos hilos negros que le caen a cada lado de sus hombros, con su delantal puesto como señalar de amor hogareño, aun lado de ella, se encuentra otro ángel vigilante de presencia suave. 

Nuevamente dirijo mi vista a mi abuelo y platico con él, no sé de qué cosa, pero él me señala el pozo, nos acercamos vemos hacia el fondo oscuro. Algo más dice, hoy no recuerdo, me despide diciendo que es momento de que me marche, que ese lugar todavía no me espera.

Afirmo con un movimiento de cabeza, no antes de ir corriendo a despedirme de mi abuela, ella sonríe, sus cuencas se iluminan con un pequeño destello de luz.

Camino hacia la puerta con una sensación de plenitud y consuelo, mis abuelos están juntos, como siempre lo han estado, en su casita de adobe adornada de las amadas planta de mi abuela. Subo la pendiente de tierra negra, el vigilante me abre la puerta. Echo un último vistazo todo esta llenó de luz blanquecina y mis abuelos ahí de pie viéndome partir. 

Doy un paso hacia el exterior y la puerta se cierra tras de mí, continuo mi camino entre neblina blanquecina, con la certeza de que un día ese lugar también será mi morada.

Sobresaltada, pero una alegría que embarga mi corazón, me incorporo de la cama, son las tres de la mañana. 

Lunaoscura