Una noche mirándome al espejo, descubrí
que ese yo reflejado, no era igual a mí. No era una simple diferencia, su mirada
estaba cargada de una fuerza tan vivaz, de tanta libertad y su figura despedía
una luz que rodeaba todo su ser - no puedo ser yo- me decía, mirando fijamente
la figura del otro lado del espejo.
Con desconcierto, me preguntaba -¿en realidad soy yo?- empecé a reflexionar buscando las causas de mi perturbarte apariencia al otro lado.
Así empecé hacer un repaso de mi
vida, de las personas que me rodean, de las metas cumplidas, de los sueños
postergados y de los errores cometidos. Entonces,
comprendí que todo había cambiado que, ahora todo era una simplemente
apariencia, la noción de familia se perdió con el tiempo, los amigos ya no son
tan sinceros y la hipocresía nos consumió a todos, la apatía y el conformismo
no me permitían salir de mi zona de confort, y al final el futuro se convertía
en una ruleta con un destino muy incierto.
Al terminar mi reflexión, me di cuenta de que la imagen desconocida era yo, el espejo, solo es un espejo que refleja el exterior, pero el alma puede ver el corazón y reflejar lo que siente su interior.
A partir de esa noche, me doy un
tiempo para mirar el espejo, lo miro fijamente buscando en mi alma lo que no
puedo ver con los ojos.
No es fácil, es muy doloroso
darse cuenta que en alguna parte del camino se perdieron los sueños, las metas
y que el tiempo ha pasado, y algunas de esos anhelos no podrán realizarse,
porque el tiempo consumió su vida, pero dentro de tanto abandono, existe esa
fuerza de la que esta llena mi alma y que de alguna forma tendrá que salir al
exterior a cumplir su sino.
Lunaoscura
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