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sábado, 25 de marzo de 2017

Una hermosa rubia

Primitivo, vivía solo, pero desde un tiempo tenía la sensación de ser observado, lo atribuía a su estresada vida. En algunas ocasiones con el rabillo del ojo veía una sobra pasar, cuando volteaba no había nada.

Mujer de arena

Hoy me desperté, en medio de la penumbra de mi habitación. Me sentí como un célibe desierto de arenas blancas y sedientas. Toda una locura, lo sé, de pronto en esa caótica situación, tu imagen penetró como una brisa seductora proveniente del sur, cálida y suave.  

Rozaba lentamente mi continente, recorriendo valles, hendeduras y mesetas. Sabía que despertaba y descaradamente festejaba en la cima de mis montañas.

No había lógica ni sentido…, pero no me importo. Sucumbí al espejismo, dejé que penetrara mis más profundos deseos, brazas incandescentes devoran mis entrañas, humedeciéndolas en la más auténtica entrega.

Abrí los ojos, sobre mí, unos luceros, cual ascuas ardientes, me observaban. Sabía que deseaban, yo lo deseaba también. Espasmos me sacudieron, algo emanaba de la profundidad de mí ser, era mi esencia de mujer, que la ofrendaba a esos luceros que me acompañan a la distancia.

Hoy desperté y supe que te deseo y te deseo, porque te amo.


Lunaoscura

viernes, 24 de marzo de 2017

Claro de luna

Asómate a la ventana,
aunque hoy en Lima no haya estrellas,
alza la mirada.

Verás a mi amiga la luna,
mi mensajera,
que te cantara al oído
mis más profundos sentires.

miércoles, 22 de marzo de 2017

Nunca amanece

Noches en blanco, noches oscuras. Buscas y buscas quién te de lo que mereces. Noches sin sueños, y de bellas lunas. Vestidos blancos y azares, acumulas. Absurda colección de amores que bordean tu locura. Nunca amanece, llanto y tortura.


Lunaoscura

Debilidad

Busca en tu alma rincones desconocidos para todos… hasta para ti. Sumérgete en esas ideas contradictorias que te han llevado a dudar de ti y te han hecho más débil ahora. Disfrazas la desilusión con medias sonrisas que confundan, que encaminen o que simplemente evaporen las visiones de ti mismo… sin luz y sin salida.

Tu miedo es real, genuino. Hay un espacio entre tú y el mundo. Necesitas el cambio y revelar tu conciencia… No serás más real, pero serás más honesto.

Y aunque notes que el tiempo está estancado… cada cuenta atrás avanza sin esperarte, sin mirar por ti. La locura colectiva se recela de ti.

Y no avanzarás. No te permitirás estar a la altura… o simplemente expuesto… porque has manifestado esa debilidad que te impide cualquier movimiento.

Anda, pues potencia el delirio con voces silenciosas…


Lunaoscura

Verano insoportable

Poco a poco, con la paciencia de un reloj sexagenario, Ángeles intentó llorar. Era verano, más la sensación invernal, la invadía a media tarde, sus pies fríos como el hielo. Podía oler perfectamente su fracaso, perfumaba el aire de su alrededor. Ángeles, aguantaba la respiración para evitarlo.

Después de un par de minutos replanteándose sus aspiraciones en la vida, aspiró su fracaso de lleno y ahogó sus pulmones en él. Se sentó en el mismo sitio donde estaba, evitando así el leve temblor que amenazaba de muerte a sus rodillas. Agarrándose sus pies de hielo, intento inyectar calor a través de sus manos de muerto, Ángeles soltó todo el aire en una tremenda carcajada vacía.

Pero la segunda, muy a su pesar, estaba llena, rompía todos los esquemas previamente acomodados del mundo real y audible. Ella derramó la más pura vitalidad. Tal fue la sensación de felicidad que la invadió, que tuvo que echarse en el suelo y mirar al techo. Sus pies ya no estaban fríos y sus manos tampoco.

Una lágrima cayó, y se estrelló contra la duela. Ángeles comenzó a sollozar, a sollozar de verdad. Susurraba incoherencias que la hicieron romper a llorar.  Ángeles lloraba lágrimas de lago, y se las lamía de sus labios de cartón mojado.

Estaba cansada, siempre se cansaba porque nunca dejaba de estarlo. Mientras lloraba recordó el tacto de una mano contra su mejilla, dejó de estar tumbada sobre la madera, y se puso de rodillas, hundiéndose en su alma.

Oscuro, oscuro, oscuro… Pobre Ángeles, así de podrida estaba su alma. Negó con la cabeza, como si una voz le hubiera susurrado lo mismo que veía, oscuridad.

Se puso de pie, agarró su cortina preferida. La olió y… Pobre Ángeles, no puso soportar más el verano…


Lunaoscura

Bocarriba

Luz suele caminar sola de madrugada, sin importarle nada más que el frágil silencio de la cuidad y el cobijo que la noche le proporciona. En ocasiones, anda descalza sintiendo las imperfecciones de la acera, siempre acababa con los pies negros, pero a ella le daba lo mismo, disfruta en la ducha viendo como una parte de la cuidad se diluye en un grisáceo lamento hacia el desagüe.

En los días de lluvia, lejos de quedarse en casa, se sienta en las bancas del Jardín Hidalgo, se deleita escuchando el golpeteo de las gotas al caer al suelo. Disfrutaba el olor de la hierba mojada, el sabor de melancolía con que se viste el día, y cuenta las ondas de los charcos que avanzaban concéntricas hasta la orilla del asfalto. No piensa en nada, no dice nada.

Su vida transcurre en un andar de aquí y para allá, cuan alma encadenada a la condena del deber ser, pero cuando vuelve a su casa, se tumba, bocarriba, sobre la cama, escucha el sonido del silencio hasta que adormecida sueña con menos soles y más noches infinitas.


Lunaoscura

Mentiras blancas

No, no me digas lo que no sientes ni prometas lo que no has de cumplir. Ay, mentiras blancas que hieren más que un puñal. No te preocupes por mi corazón, él es fuerte y sabe entender. No, no por favor, prefiero la verdad que ilusiones vanas que el viento ha de desgarrar. No te sientas mal, en el corazón no se puede mandar, es testarudo y rebelde como debe ser. En este andar, aprendí que el amor no es una ciencia exacta. Ni dos más dos, es igual a amar. No, no hay reproches ni condenas, eso no me va.


Lunaoscura

martes, 21 de marzo de 2017

Un día después

Me levantado del camastro para ver lo que del mundo hemos hecho. Estoy envuelta de vidrio y cal. Echo una mirada rápida a mi alrededor.

A mi derecha, gritos que caen en oídos sordos, que no escuchan. A otro lado, se lleguen edificios de colores vistosos con cimiento de blasfemia y sangre.

Delante de mí, los mismos de siempre, que con sus mítines y discursos aderezan el quehacer de los hombres de siempre, para que ellos continúen… siempre delante.

Y detrás, los medios, que en la sombra manejan todos los hilos que recorren mi cuerpo y el del resto de mis congéneres, pero eso sí, siempre cuidando de que parezca que lo que hacen es bueno y sobretodo se mantiene el statu quo

Hemos llegado…  oprimíamos el trasero contra el cromo de la bóveda… Hazlo o cállate y suplica…

No soporto ver sus rostros de robot sedados… soy uno de ellos…


Lunaoscura

domingo, 12 de marzo de 2017

Rutina

Un estruendo metálico. De nuevo ese sonido. Luz… una luz perturbadora. Esa sensación en el estómago… ¡Horror! ¡Caída! Abrió los ojos.

Estaba cayendo hacia un pozo de luz blanca, aunque no sabría decir si se precipitaba rápidamente o con lentitud.

¡Maldita sea, lo volvió hacer!

No se puso nerviosa, conocía la rutina. Tensó el cuerpo y bateó sus alas, dejo de perder altura y estabilizo su cuerpo en el aire a la vez que se despejaba un poco.

Observó el escenario. Un perro con la correa colgando flotaba en el aire. No le gustó, así que decidió avanzar algo más. Naves espaciales de aspecto futurista iban y venían de un planeta que aparentaba tener toda su superficie urbanizada. Tampoco merecía la pena.

Giró a la derecha, pudo ver un castillo medieval a lo lejos, rodeado por la clásica fosa. Conforme se iba aproximando, empezó a distinguir unas figuras sobre el puente que cruzaba la fosa. Un grupo de hombres, formados de cinco en cinco a cada lado, portaba un ariete. ¡Ba! Una escena de guerra… aburrida. Giró a la izquierda.

Se podría decir que se había levantado con la pata izquierda, porque no encontraba nada interesante. Además, seguía teniendo sueño.

Si al menos viera un café… pero nada, no tenía suerte. Lo que sí observaba era un tronco humano al que le habían cortado las extremidades. Alrededor orbitaba su cabeza. ¿Pero qué tenía este hombre en la cabeza?

Siguió avanzando, hasta que un brillo atrajo su atención. Se acercó y descubrió que la fuente era un espejo. Curioso, nunca antes se había encontrado con uno. Lo miró. Pocas veces había visto tanta fealdad dentro de un marco tan bonito.

Decidió que era el fin de la búsqueda, con eso bastaba. Además, podría echarse a dormir de nuevo.

La puertecilla estaba abierta, así que se metió, sin mucha ceremonia, se echó sobre su montón de paja, esperando a que volviera la oscuridad.


Doña Imaginación, estaba ya un poco harta de que se empeñarán en dejarla volar. Que más que “dejarla volar”, la sacaban a patadas de su jaula. Y a esas horas… Cuando hay pocas ideas.


Lunaoscura

Sueño candente

“Te voy a hacer el amor como nunca te lo han hecho. Te amaré con tal locura que tocas el mismo cielo”. Esas palabras retumbaron en la cabeza de Armando, lo que hizo que se despertara sobresaltado. Volteo a todas las direcciones de la habitación, no había nada, solo la penumbra y las fantasmagóricas sobras de los muebles. Tomó su móvil, el reloj marcaba las tres de la mañana. ¡Qué extraña pesadilla! – se decía, mientras se rascaba la cabeza.

Decidió, volver a dormir, a la mañana siguiente le esperaba un día muy pesado. Se acomodó y cerró los ojos, en unos cuantos segundos callo en el sueño profundo.

“Te extenderé los brazos, mis manos sobre las tuyas, mis labios sobre tu piel, recorreré tus rincones”. Era esa voz nuevamente, intento abrir los ojos y moverse, pero en esta ocasión no puedo hacerlo. Su cuerpo no le respondía, no podía articular palabra, ni siquiera hacer el más mínimo movimiento. Estaba paralizado.

“Besare lo que me encuentre, dándote un calor placentero, mientras se eriza tu vello. Paseare con mi lengua, con mi boca hasta que gimas lleno del deseo…y, pidas que lo siga haciendo” Esas palabras, lo iban sumergiendo en una ensoñación en contra de su voluntad. Armando, se movía de un lado a otro, con los ojos entreabiertos, deseoso abría la boca, con palabras entre cortadas le decía ¡te quiero!

Una carcajada retumbo, un sonido agudo y macabro. “Implórame que termine con tu tormento, siento que te vuelvo loco… cuanto más, más te deseo…” Armando, imploro como el ente le pedía. Éste le soltó las manos, por un momento todo quedo en silencio, el hombre pudo moverse. Estaba completamente desnudo, jadeante y sudoroso, pero no había nadie más que él en la habitación.

Se incorporó, en el centro de la habitación, aguzando el oído. Sintió una leve brisa a uno de sus costados. Enseguida, abrazo al espantajo, pudo sentir su cuerpo voluptuoso y ardiente, era una mujer. Con furia, lo poseyó…  Ahora, ella la que imploraba, entre susurros jadeantes, le pedía que la poseyera.

Armando, era el que ahora doma, el que apaga la furia de la entelequia, penetra sus entrañas. Ahora, era ella la que, entre palabras entre cortadas, le decía “Soy yo la que ahora te mira, la que te hizo el amor antes, la que entreabiertos mis ojos te susurra… ¡que te ama!  


Lunaoscura

viernes, 10 de marzo de 2017

Retro casualidad

Pasado, presente y futuro se fusionan creando una espiral, donde el corazón no entiende y la mente adormece su sentir. Viejos afectos se revitalizan, quereres vigentes se desfiguran, y pasiones mozas juguetean.

Tu sombra

Al viento enhebro mi sentir, y
en el mar ahogo mi desconsuelo;
en sus profundos silencios palidece el dolor.

No importa ser una perturbada más,
ilusa amartelada confundida.


Espina

Hay amor eres una espina que se clavó en mi corazón,
por más que estrujo el alma te entierras más,
ahí ando sangrando por la herida que no cierra,
humedeciendo la almohada y trasnochando añoranzas,
sin saber si tú también sufres de remembranzas.

Por qué el olvido no llega con un suspiro y borra mi pasión,
mis pesares siguen y sigue mi amor.


Lunaoscura

Un beso

Quiero sentir la humedad de tus labios y perderme en el remolino de sensaciones que tu cercanía me provoca. Solo un beso que me robe el alma y derrumbe mis dudas. Tengo abrazos y caricias guardadas en el silencio que quiero entregarte.

Quiero que tu calor, abrigue a este corazón errante y le brinde un refugio donde guarecerse de la fría melancolía.

Solo un beso con el que mi esencia, inunde tu intimidad. Un beso que, por un instante efímero, nos convierta en un solo sentimiento.

¡Bésame!


Lunaoscura

Tres de la mañana

Su llanto me despertó a las tres de la mañana, era un espectro derrotado y yo lo acompañaba, en principio, obligada por el miedo y después molesta, pero me detengo, aguzo el oído, me doy cuenta de que es una hermana que perdió el camino.

La atrajo la atrayente lata de la felicidad instantánea, sin darse cuenta que estaba caduca. La enveneno, esa es su escusa, quién puede saberlo.

Su vida transcurre entre alcohol y melancolía. Risas estúpidas y profunda pena. Arrastrando su confusión y rabia en la oscuridad de las madrugadas, hasta que el licor la derrumbe en el asfalto inerte.

La niebla mortecina nubla mi mente, su llanto lo escucho cada vez más distante, pero antes de que el sueño me robe la conciencia, deseo que las nubles etílicas adormezcan a esa pobre anima doliente.


Lunaoscura

jueves, 9 de marzo de 2017

Mientras todos duermen

Los paupérrimos árboles que se levantan para volver venoso el cielo nocturno, bajo la ambarina vigilancia de los faroles. Y esa oscuridad que se empeña en contradecir mi reclamo, invade inmisericorde mi intimidad, mi vació, mi plenitud de no ser.  Solo un gato que acompaña al silencio, se atreve a negarme la soledad. Nos miramos, sin detener el andar suave y sarcástico. Las dos almas hoscas, volvemos a nuestro trascendental silencio.  Al placer de ser y no ser. Hay algo mágico que se esconde en la oscuridad del silencio.


Lunaoscura

Amigos por siempre

María, vivía en una cabaña en medio del bosque. Como toda jovencita deseaba mucho tener amigos, pero ahí no había ni un alma más que la de ella y su madre.

Una noche María caminaba por el bosque, volteo a ver el cielo y vio una estrella fugaz, recordó que su madre le había dicho que cuando viera una estrella fugaz pidiera un deseo, y ese deseo se le iba a cumplir, cerró los ojos con gran entusiasmo y pidió un deseo. Un amigo con el cual pudiera pasar todo el tiempo.

A la mañana siguiente, María, se despertó súbitamente por un ruido extraño. Se levantó a toda prisa de la cama, en un rincón de su recamara vio un pequeño robot con ojos muy grandes, tratando de subir a una pequeña silla.

María con gran entusiasmo le pregunto.

-       ¿Cuál es tu nombre? ¿Qué haces aquí?
-       ¡Me llamo Mike y estoy aquí, porque tú ayer pediste un deseo!

María con una gran sonrisa, abrazo al pequeño robot y los dos juntos prometieron nunca separarse.

María y Mike eran inseparables. Hasta que el pequeño robot, le informo que tendría que ir de regreso a su casa. María, le recordó la promesa que le hizo. Mike, le propuso que se fuera con él, María dudo por un momento, pero decidió ir a conocer otros mundos. 

Esa noche, algo extraño sucedió en el cielo. Una luz resplandeciente, se posaba sobre la cabaña y en unos segundos desaparecía.


Lunaoscura

Un recuerdo

Él despertó exaltado ante el inusual sueño que había experimentado, decidió no hacer esperar para contarlo. Extendió su mano enérgicamente y despertó a su compañera. Ella abrió paulatinamente sus ojos hasta alcanzar un punto en que no pudo mantener abierto sus ojos, pestañeo repetidas veces, despertó casi por completo.

lunes, 6 de marzo de 2017

Lex es legis

Ivonne, suplicaba, rebatía con su madre las normas de la casa. Micaela, no se inmutaba con los reclamos de su hija, sus reglas eran inmutables.

El espejo

Tiró la bolsa y el saco a la cama, con desgana. Venía de trabajar, estaba cansada y sudorosa. Así que decidió darse una ducha. Entró en el baño y comenzó a quitarse la ropa, y cuando estaba semidesnuda, no pudo evitar echar una ojeada al espejo.

Empezó a mirarse… A hacer posturas sensuales, hundía el vientre y resaltaba sus senos, se miraba las piernas…

-       Caray, qué buena estoy…

Echó una mirada coqueta a su reflejo. Estuvo así durante un rato, diciéndole cosas al espejo mientras se acariciaba.

-      Si pudiera, me fornicaría a mí misma…
-      ¿En serio?¡ Pues ven aquí que te voy a dar lo tuyo!

Dijo el reflejo, que ahora se movía por su cuenta, con una mueca lasciva y una voz jadeante, había respondido a las palabras lujuriosas de la chica, que se había quedado atónita y su cara se había congelado en una expresión ridícula. El reflejo entonces, salió del espejo, se tiró encima y se restregó encima de ella, pero esta reaccionó.

-      ¡Qué demonios! ¡Quítate de aquí, maldito ente!
-      No te resistas, sabes que te gusta…
-      ¡Vete cabrón!

Le dio una patada para quitárselo de encima y salió corriendo hasta llegar a la sala. El reflejo la perseguía y se le tiraba encima. La chica, intentaba quitárselo de encima.

-      ¡Pero por qué te resistes tanto, cariño!, si hace un momento me deseabas…
-      ¡Que te quites! ¡Ehhh! ¡Fueraaaa!
-      Dame un besito…
-      ¡Que te largues maldito! ¡Ahhh! ¡Suéltame!

Cuando consiguió liberarse de su reflejo, corrió a la cocina, no sabía con qué defenderse. Encontró una sartén.

-       Ya verás, cabrón, como te vuelvas a acercar -dijo, con una sonrisa sarcástica y escondió la sartén, detrás suyo.

-       ¡Cieeeloo!, ¿Dónde estás? ¡Ven aquí!
-       ¡Estoy aquí! ¡Ven, cariño!
-       Me alegra que hayas cambiado de opinión, ya verás, te va a gustar…

¡Zas! La chica lo golpeó con todas sus fuerzas, éste cayó al suelo inconsciente.

-       ¿Y ahora qué carajos hago conmig… no, con ella?

Cogió el cuerpo y decidió encadenarlo en el sótano.

Tiempo después…

-      Maya, ¿qué estás haciendo? ¿Para qué diablos llevas comida al sótano? No me digas que has recogido un perrito… ¡Uy! Qué lindo, pero ya sabes que odio los perros.
-      Cállate prima, no… No es eso… Vete, déjame.
-      ¡Para nada!,¿qué diantres tienes en el sótano?
-      Como fastidias Susy, nada. ¡Vete!
-      ¡Con una …!, o me lo dices o bajo yo misma a verlo.
-      ¡Maldición!, está bien…

Bajaron al sótano, donde Maya tenía encadenado a su propio reflejo.

-      ¿Qué haces… hace… ¡Bah! ¿Lo que sea, ahí encadenado?
-      No sé, me estaba admirando delante del espejo y salió… Así, de pronto, maldición…
-      Escuchen chicas… Estar encadenada me da mucho morbo, por qué no me azotan con algo, ¿ehhh? -la mirada del reflejo era lasciva.
-      Pues… No es mala idea…-dijo Susy con cierta maldad.
-      ¡Eh! Susy, no me... digo, ¡no jodas!
-      Vale, vale, pero ¿qué hacemos con ella…?
-      Me pros… ¡Ya!, la prostituiremos.
-      ¡Genial!
-      Pero solo con hombres, por favor…

Desde ese día Maya no pudo volver a reflejarse en el espejo, pues su reflejo se hallaba encadenado y prostituyéndose.


Lunaoscura

sábado, 4 de marzo de 2017

Ser

El devorador de sueños la había vuelto a engañar. No es que importara, pero… las derrotas no sumaban y sin embargo… nada que perder sino ese lento fluir ajeno al tiempo. Nada que ganar sino… el tiempo no es para tanto cuando eres una idea sin palabra en el limbo del ser.

Lunaoscura

Redivivo

La oscuridad se apodero de su alma. Dejó escapar el temor para tomar su destino. Él no podría regresar jamás. Y lo sabía.

Nadie supo que fue de él. Abandonado en aquella tierra hostil, se dejó arrastrar por esa sensual clandestinidad.

Ahora solo le queda la compañía de la noche y esos extraños seres que deambulan en las calles desoladas. Sabe que no puede volver, ha perdido su espíritu. Ya no queda nada ni nadie. La amargura drena sus ojos, solo la linfa lo mantiene cuerdo.


Lunaoscura

Abismo

Le vi por primera vez dónde solo se ve a los muertos, en un sueño. En medio de una vereda únicamente iluminada por una esplendorosa luna llena, llevaba una túnica negra, no me permitía ver su rostro, sus manos eran suaves, pues me agarraba con fuerza para subir una pendiente abrupta, en medio de una niebla espesa, que no hacía presagiar nada bueno.

A pesar de sus esfuerzos, de sus palabras de aliento, mi respiración era cada vez más agitada, mi corazón latía en la cabeza con un ritmo frenético y mis músculos se iban tensando tanto que dolían como miles de agujas ensartadas en las sienes. Cuando mi mano se soltó de las suyas y empecé a caer, desperté con la sensación de seguir cayendo al vacío.

La rutina y los numerosos pequeños contratiempos diarios consiguieron que, al cabo de unas semanas, eliminara ese extraño sueño. Aquella noche volvía a casa rumiando un problema de la oficina, cuando choqué con un hombre que salió de la nada. Sus manos le protegieron del golpe con mi cuerpo y, como un fogonazo, el sueño volvió de nuevo a mis retinas.

-       ¿Se ha hecho daño?
-       ¡No! disculpe, no le había visto -contesté aturdida al reconocer la voz de mi sueño.

Era de constitución atlética, bien parecido con una mirada profunda, serena, pero oscura. Me quedé mirándole perpleja; él creyó que me había asustado e intentó tranquilizarme con una abierta sonrisa que mostraba una hilera dientes blanquísimos y perfectamente ordenados.

-       Estas cosas pasan, y nadie tiene la culpa. -comentó mirándome a los ojos.
-       Perdone, estaba pensando en mis cosas. - balbuceé torpemente y sin mucha convicción.

Seguí mi camino mientras sentía su mirada en mi espalda, fija, burlona, triunfante. Esa sensación de no saber qué ha pasado ni por qué, me produjo un malestar, que intenté calmar cuando llegué a casa metiéndome debajo de la ducha y dejando que el agua calmara unas heridas inexistentes.

No le podía contar a nadie que había conocido a un hombre que ya había visto antes en un sueño, creerían que me había vuelto loca. Decidí que había asociado una sensación de un sueño con un hecho real sin que ambos tuvieran relación alguna.

Pero no es tan fácil hacer desaparecer una sensación, más cuando el causante de la misma decide irrumpir a cada rato en tu ordenada vida. Y es que a partir de aquel día me topaba casualmente con él.

Una de las veces de las que coincidimos, en un lugar con tan poco encanto como es la parada de autobús, me invitó a tomar un café en un local cercano, acepté sin pensar demasiado en mis motivaciones para consentir el acercamiento con una persona que me producía tanta zozobra. Su charla era amena, me envolvió con su frescura y la madurez de sus reflexiones, por lo que le invité a comer a casa a la semana siguiente.

Durante los días previos a la cita estuve nerviosa; mi vida aburrida y sin sobresaltos, sin príncipes azules ni historias de amor duraderas, había empezado a girar en torno a un hombre al que había conocido en un sueño, ¡era de locos!

A pesar de todos los sensatos consejos que me daba a mí misma, no podía dejar de pensar en él. No es más que una comida, no te atrae como hombre, solo es un agradable conversador con el que te encuentras a gusto, no le des más vueltas; me repetía una y otra vez.

El día de la cita preparé con esmero mi casa y mi cuerpo, solo porque me apetece verme bien a mí misma -me engañaba cuando me estaba pintando los ojos-. Cuando sonó el timbre de la puerta, me miré de reojo en el espejo de la entrada antes de abrir, el brillo de mis ojos me asustó tanto que estuve a punto de sentarme a esperar que se marchara pensando que no había nadie en casa, pero la necesidad de verle de nuevo fue mayor y finalmente le dejé entrar en casa.

Él trajo como regalo una botella de vino. Sus ojos burlones recorrieron mi cuerpo cuando sus manos acariciaron mi mejilla sin decir nada. Solo su sonrisa y la música de fondo me importaban en ese instante, e intenté atraparlo cerrando los ojos y respirando profundamente.

Todo fue bien al principio, cierto coqueteo controlado por ambas partes, pero de repente él empezó a ir muy deprisa y yo a asustarme cada vez más.

-       ¡Creo que es hora de que te vayas! -Le dije con cierta rudeza.
-       ¡No! -me respondió sonriente- por fin he encontrado el camino a casa.

Le expliqué que no creía en una historia compartida con él. Me miró gravemente.

-       ¡Eres una cobarde!, tienes miedo de dejarte llevar por lo que sientes.
-       ¡No es cobardía!, es prudencia - Le contesté.

Sin que tuviera tiempo para reaccionar me besó y sentí como el suelo se abría ante mis pies, como el aire dejaba de llegar a mis pulmones, como sus manos eran terciopelo sobre mi piel, y me dejé caer al abismo.

El Informador
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Lunaoscura