Ella estaba sentada en un
bando del jardín, con la mirada perdida en no se sabe qué recuerdos. Lo que él
vio, mientras se acercaba, fue a una bella mujer derramando lágrimas.
Él secó sus lágrimas con
una sonrisa y desapareció. Tardó un instante en volver con la misma sonrisa y
unas flores robadas del jardín. Ella seguía llorando, sus sentidos le dieron la
voz de alarma cuando él la rozó.
Después de unos
instantes, juntaron sus miradas y luego sus labios en un beso que los estremeció.
Un beso que ambos necesitaban urgentemente.
Sintieron como los
temores desaparecían, la inseguridad se convertía en confianza y disfrutaron del
placer sin obstáculos.
Estuvieron una eternidad,
una eternidad que, duró el tiempo que dura un beso.
Lunaoscura
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